Es cierto que la contratación de Smartmatic fue el centro de la polémica en las últimas elecciones nacionales, tras ganar la licitación a la que llamó la administración de Maurico Macri y de esta forma, los cuestionamientos hicieron fracasar los intentos de reformas en especial el voto electrónico que había impulsado el ex presidente antes de la catastrófica derrota en las PASO.
Pero más allá de los pormenores de la participación de la empresa en 2019, es necesario dejar en claro que los resultados electorales de 2019 no dejaron lugar a ningún tipo de suspicacia.
El tema no es menor y amerita, al menos, una aclaración por parte de la Cancillería. Es que cualquiera sea el motivo por el cual se citó el proceso electoral argentino, lo que se debe destacar es que si hubo un intento de torcer la voluntad popular, el sistema generó suficientes anticuerpos para evitar que eso suceda.
Y es eso lo que debe dejar en claro la defensa de Trump en un país que si siempre se mostró como paladín de la democracia en el mundo tiene un sistema electoral que no está a tono con esa pretensión. Y si debe quedar en claro, es porque al país le costó sangre, sudor y lágrimas edificar un sistema democrático más o menos robusto, donde elecciones mucho más parejas que las estadounidenses no terminan en un indescifrable laberinto judicial.
Y, por otra parte, ya sabemos lo que suele suceder cuando el dedo inquisidor de Washington apunta a países donde se quiebra la institucionalidad o el régimen democrático es puesto en entredicho más allá de las pruebas con las que se cuente.
Es cierto que la participación de Smartmatic en el proceso electoral del 2019 distó de ser feliz. Llegó precedida de cuestionamientos por irregularidades vinculadas a su software en varios países cuando se dispuso que reemplazara a Indra, la firma española que desde 1997 realizaba el recuento de votos por contratación directa.
Los memoriosos recordarán que el Frente de Todos fue a la justicia antes de las PASO por la demora en entregar una copia del software que se utilizaría para el conteo, que Smartmatic debía presentar 30 días antes de la elección, para que pueda ser auditado. Además, durante el recuento provisorio de los votos de la interna, hubo demoras en la difusión de los datos, que se conocieron una hora y media después de las 21, el horario previsto y en que tradicionalmente se conocen las primeras cifras oficiales de cualquier escrutinio.
Ahora según el ex alcalde de Nueva York y actual principal abogado de Trump, Rudolph Giuliani, Dominion, la empresa encargada del escrutinio es usada en al menos seis estados en las últimas elecciones es parte de la empresa Smartmatic, cuyos fundadores son venezolanos y “eran aliados de Hugo Chávez y son aliados de Nicolás Maduro”, argumentaron. Y dijeron también que están vinculadas a través de la empresa española Indra, que actuó como intermediaria.
“Dominion es una compañía canadiense pero todo su software es de Smartmatic. Las máquinas tienen un software electoral creado en Venezuela para asegurarse de que nunca perdieran unas elecciones. Usamos esas máquinas, que pueden ser manipuladas. Espero que no nos conviertan en Venezuela y le roben las elecciones a los estadounidenses”, dijo Giuliani, que se hizo famoso por su política de tolerancia cero hacia el delito cuando estuvo al frente de la ciudad más cosmopolita y liberal de Estados Unidos.
«UNA MÁQUINA PARA CORRUPTOS»
Pero fue otra abogada de Trump, Sidney Powell, la que aseguró que el sistema “fue exportado para afectar la elección en Argentina”, aunque no profundizó sobre la denuncia, dijo que estas máquinas se aseguran que los líderes corruptos dispuestos a pagar más ganen las elecciones”, agregó.
Por supuesto, tanto Dominion como Smartmatic han negado tener vínculo alguno y cuestionaron las declaraciones, mientas Indra también negó toda relación con ambas empresas y es caro que, al menos en Argentina, participó de una licitación donde fue declarada ganadora Smartmatic.
Esta última empresa sacó de la cancha a Indra al ofertar U$S 16.899.920 por realizar el conteo provisorio de votos de las PASO, las generales y el eventual balotaje, casi tres millones de dólares menos que la española, que había pedido U$S 19.235.000.
Según se informó en su momento, Smartmatic vendió distintos software a países como Italia, Filipinas, El Salvador y Venezuela, en cada país se usó tecnología diferente y en cada uno hubo problemas.
En El Salvador, en 2018, hubo un error por el cual se contabilizó mal las preferencias a favor de ciertos candidatos en particular, entonces los que habían obtenido menos votos terminaron arriba, lo que generó un juicio millonario al haberse establecerse que el 97% de los centros de votación fueron observados.
En Filipinas, hubo denuncias de fraude por fallas nunca probadas y en Lombardía, Italia, se filtró el sistema y las claves que se iban a usar para un referendo, por lo que se volvieron accesibles para cualquiera y claramente manipulables.
Mientras que en Venezuela la misma empresa habría reconocido haber participado en un fraude en la elección de la Asamblea Constituyente de 2017.
Pero no fue la única anomalía electoral de la era Macri. En la República Democrática del Congo se desató una crisis política el pasado 11 de enero cuando el principal candidato de la oposición denunció fraude en las elecciones presidenciales y desconoció los resultados. La oposición no fue la única en advertir las irregularidades, también lo hizo la Iglesia católica que desplegó 40.000 observadores.
PAPELÓN ELECTORAL
El papelón electoral llegó a las Naciones Unidas y medios de prensa internacional como el Financial Times accedió a una filtración de los que serían los resultados reales y confirmó que el opositor habría ganado por lejos. Lo novedoso es que el Congo usó para estas elecciones las máquinas que habría encargado el entonces ministro argentino Andrés Ibarra en 2016, incluso antes de aprobarse la ley para instaurar el voto electrónico que finalmente fue descartada por las vulnerabilidades del sistema.
«En el Congo pasó todo lo que advertimos que podía pasar con estas máquinas”, enfatizó Beatriz Busaniche, una de las voces más críticas contra el voto electrónico, según recordaron los escritos periodísticos de principios de este año.
A pesar de que finalmente la Justicia sobreseyó a Ibarra por no poder probar la transacción por la que había sido denunciado, en junio de 2018 los diarios The Washington Post y The New York Times publicaron una investigación de la Associated Press en la que se informaba que las máquinas que se utilizarían para votar en los comicios nacionales del Congo habían sido «creadas para las elecciones argentinas de 2017».
Es más, versiones no confirmadas señalaban que algunas máquinas aún mantenía instrucciones en castellano y no faltó la presencia de algún candidato argentino que no fue borrado a tiempo y que claramente poco tenía que ver con las opciones electorales por las que debían votar los congoleños.
Pero lo cierto es que más allá de los fallidos intentos para manipular los resultados, la fortaleza del sistema y de la justicia electoral evitaron que esto sucediera, por lo que parece al menos extemporánea la denuncia hecha ahora.