Más allá de los fantasmas que se agitan desde algunos sectores económicos, los indicadores objetivos, y también algunos subjetivos, parecen mostrar que la recuperación está a la vuelta de la esquina.
¿Eso quiere decir que se está exento de riesgos?. Claro que no y el principal fantasma es un viejo conocido que más de una ocasión frustró las mejores intenciones, como es la inflación.
LA CONSTRUCCIÓN, CABALLITO DE BATALLA
Entre los aspectos que satisfacen se detalla que este martes el Indec destacó que la actividad económica cayó 6,9% interanual en septiembre y acumuló en los primeros nueve meses del año un retroceso del 11,9%, lo que claro esta, que podría ser la mitad vacía del vaso, pero tiene una contrapartida favorable.
Y es que la economía (según el EMAE del Indec) creció 1,9% con relación a agosto, por lo que esta variable clave «volvió a acelerar el ritmo de crecimiento respecto al de agosto» y «de esta forma, acumula la quinta suba mensual consecutiva y ya supera el nivel de marzo, ubicándose sólo 7% por debajo del nivel previo a la pandemia de febrero», según destacó el ministerio de Economía.
CRECIMIENTO Y SUPERAVIT
Por sector de actividad, en septiembre crecieron 6 de los 15 rubros relevados: lideraron el Comercio mayorista, minorista y reparaciones (5,8%) y la Industria manufacturera (2,2%). En cambio, los que más incidieron en la caída fueron Transporte y comunicaciones (19%) y Otras actividades de servicios comunitarios, sociales y personales (50%), coincidente con los rubros que aún permanecían inactivos.
Por su parte, el intercambio comercial de octubre cerró con un superávit de U$S 612 millones, por debajo de los U$S 1.768 millones de igual mes del año pasado, informó también el Indec, un resultado que se dio luego de que las exportaciones registraron ingresos por U$S 4.616 millones, un monto 21,8% menor que en igual mes del año pasado, mientras que las importaciones, por su parte, sumaron U$S 4.004 millones, con un retroceso de apenas 2,8% interanual, en lo que fue el peor registro de exportaciones del año.
De esta forma, los diez primeros meses del corriente año acumulan un superávit de U$S 12.171 millones, por encima de los U$S 11.265 millones registrados en igual período de 2019, dado que entre enero y octubre las exportaciones sumaron U$S 46.556 millones, mientras que las importaciones ascendieron a U$S 34.895 millones.
La caída de la facturación por las exportaciones de Productos Primarios bajó 34% a U$S 1.054.millones como producto de una caída del 36% en las cantidades vendidas, a pesar de un aumento del 3,6% en los precios. En tanto, la venta de Manufacturas de Origen Agropecuario, alcanzó a U$S 2.133 millones, un 4% menos que en octubre del año pasado, como producto de una caída del 9,2% en las cantidades vendidas, a pesar de un aumento del 5,6% en los precios.
EL DOLAR Y BRASIL
Mientras tanto, Brasil está dando señales de una clara recuperación de su actividad con mayor demanda de artículos producidos en Argentina, pese a un saldo aun negativo en el intercambio. Mientras, el precio de la soja subió por octava jornada consecutiva en el mercado de Chicago, al revertir en el tramo final de la rueda los números negativos de la primera parte de la jornada y para cerrar en U$S 438,7 la tonelada, mientras que el trigo escaló U$S 4,5 por la caída en la condición de los cultivos en Estados Unidos.
De esta forma la actual pulseada por el valor del dólar se mantiene más como una puja de intereses, que por razones estructurales. En efecto luego del refinanciamiento con los acreedores externos, la mirada quedó puesta en las demanda que presuntamente exigiría el Fondo Monetario Internacional para obtener un crédito de facilidades extendidas para cancelar el fallido crédito stand by otorgado a la administración de Mauricio Macri por U$S 44.000 millones.
Aún así, el propio Fernández habló por televisión de que el acuerdo con el organismo será determinante en la mejora de las expectativas en el mercado financiero y para dejar atrás las penurias de un dólar paralelo desbordado que crea infinidad de inconvenientes a la economía real, el más notorio como se señaló arriba la demora en la liquidación de exportaciones, pese a los valores récords a nivel internacional de los productos agropecuarios, en especial la soja.
Para el jefe de Estado, un «acuerdo definitivo» con el FMI «despertará la confianza», a través de «un programa de objetivos» y «una mejor redistribución del ingreso». E insistió que no se firmará un «mal acuerdo» con el Fondo, es decir que se impulse un achicamiento del déficit fiscal que ponga en riesgo la propia estabilidad social y la reactivación económica con amplia participación estatal en la obra pública.
En ese sentido, el Presidente destacó que la baja del gasto fiscal vendrá más por la reducción del pago de intereses de la deuda, que por el abandono de obras de infraestructura básicas que forman parte del corazón del programa reactivador del Gobierno.
Y fuentes cercanas a la administración nacional destacan que luego de las complicaciones por el año pandémico y por las tensiones en el mercado cambiario, el objetivo pasa por tener un fin de año calmo, hasta marzo cuando se espera el mayor desembarco de las divisas de la nueva cosecha.
Entre otros mecanismos, figura mantener sin cambios a las tarifas, que recién comenzarían a actualizarse el año entrante, salvo en el caso de los combustibles, que seguirán recuperando el atraso en relación a la evolución del dólar oficial y de la inflación para mantener vivos los proyectos considerados clave para el sector. Es más, se dice que habrá un nuevo esquema tarifario que recién hará sentir los aumentos para los sectores empobrecidos a partir de otoño próximo.
ACUERDO CON EL FONDO
Para entonces se espera que estarán totalmente despejadas las presiones devaluatorias y se tendrá el nuevo acuerdo con el Fondo, que por ahora no se sabe si incluirá un nuevo e importante desembolso, más allá de la extensión en plazos y el período de gracia en los pagos, que se postergaría más allá de la actual gestión en la Casa Rosada.
Un acuerdo de 10 años que comenzaría a aplicarse desde el primer semestre del 2021, culminaría en el mismo período de 2031. Esto implica que el gobierno de Alberto Fernández cubriría los primeros tres años del período del acuerdo pactado con el FMI, con el condimento que podrían ser los únicos tres sin liquidaciones de cuotas y con un posible cambio de color político, por lo cual se envió el proyecto de que un nuevo acuerdo requerirá el visto bueno del Congreso, para despejar posibles cuestionamientos políticos con los que en este momento tiene el rubricado por la administración Macri.
En el Gobierno aspiran que antes de fin de año, el nuevo acuerdo esté aceptado, lo que permitirá alejar presiones a un mercado cambiario desdoblado, con márgenes más reducidos que hace un tiempo, pero que aún hacen ruido.
Pero las celebración oficial también es evidente en relación con los resultados electorales estadounidenses, que se tradujeron en una rápida felicitación del gobierno argentino a Joe Biden. Las primeras designaciones y discursos que llegan desde Washington repercutieron muy bien en Buenos Aires. En primer lugar porque la designación de seis puestos clave validan sus promesas de campaña de que su gabinete refleje la diversidad de Estados Unidos y el regreso al multilateralismo como política global a la que claramente adscribe el Frente de Todps.
El puesto clave estará en manos de Antony Blinken, su asesor de larga data como secretario de Estado, a Jake Sullivan como asesor de Seguridad Nacional, al cubano Alejandro Mayorkas como secretario de Seguridad Interior, el primer inmigrante en ocupar esa cartera, y al ex canciller John Kerry como delegado especial para asuntos climáticos, en lo que claramente marca el rumbo de los que será su administración.
Pero la designación que mejor cayó en el Palacio de Hacienda argentino fue la nominación de la expresidenta de la Reserva Federal (una especie de Banco Central en Estados Unidos) de Janet Yellen como secretaria del Tesoro (el equivalente al Ministerio de Economía argentino). Yellen, de 74 años, sería la primera mujer en dirigir el Tesoro y su nombramiento conseguiría tener una funcionaria experimentada y respetada por el Congreso, por funcionarios internacionales, por los progresistas y por los intereses empresariales.
Yellen es percibida como más inclinada a las políticas blandas, como mantener bajas las tasas de interés para sostener el empleo, lo que motivó el ministro Guzmán, a felicitara, tras su nominación, a quien dijo que espera «trabajar de forma cooperativa por una economía global más estable e inclusiva».
«Me sumo a la felicitación de Joseph Stiglitz para Janet Yellen, quien será nominada como Secretaria del Tesoro de Estados Unidos. Esperamos trabajar de forma cooperativa por una economía global más estable e inclusiva», expresó Guzmán a través de su cuenta en la red social Twitter, en donde replicó una felicitación que el premio Nobel de Economía 2001 le hizo a la ex presidenta de la Reserva Federal.