El violento asalto al Capitolio el 6 de enero, en el que murieron 5 personas, llevó a incrementar la seguridad en la capital estadounidense y especialmente del National Mall, el extenso parque que alberga los monumentos más emblemáticos de la ciudad, donde se suelen concentrar multitudes y se filmaron innumerables películas que hicieron historia.
Así se estableció una extensa «zona verde» militarizada donde las barricadas y los cierres de calles son la norma. Por eso pierde fuerza la amenaza de los grupos de extrema derecha de marchar por Washington y el resto de capitales estatales porque ya saben el panorama con que se pueden encontrar.
Otro factor, además de las fuerzas disuasivas y de algunos arrestos, entre ellos de una persona armada, pasa por el hecho de que no estará el presidente Donald Trump para potenciar su ataque con los legisladores demócratas como sucedió durante el trágico primer miércoles del año.
Esta vez no habrá discurso del presidente pidiendo marchar contra el Capitolio para hacer reflexionar a demócratas y republicanos díscolos, al haber quedados aislado para comunicarse al habérsele cerrado su cuenta de Twitter .
El presidente saliente se marchará a Florida este 20 de enero por la mañana, usando por última vez el Air Force One, el avión presidencial de Estados Unidos, con destino a Mar-a-Lago, su resort de Palm Beach donde pretende vivir de forma permanente junto a su mujer y sus hijos.
Evitará ver a Biden y Harris jurar su cargo, en el que puede ser su último gesto como presidente de Estados Unidos.
Estos factores parecen haber disuadido a las llamadas a la insurrección por las redes sociales. En algunos foros se están repensando si manifestarse. Sin embargo, al menos 19 Estados han dado luz verde al envío de miembros de la Guardia Nacional alrededor de sus capitolios como medida de precaución.
En Sacramento, California, el gobernador Gavin Newsom ha autorizado el despliegue de 1.000 soldados por lo que pueda pasar, una situación de alerta similar a la que están viviendo Michigan y Virginia, donde se han producido marchas de extremistas en el pasado.
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Normalmente, las autoridades dedican meses a preparar un exhaustivo plan de seguridad para la toma de posesión presidencial, que suele ser un día festivo, pero este año se convirtió en una jornada que no será olvidada por muchos años.
La tensión llegó hasta tal punto que casi no hay calles en Washington donde no puedan observarse miembros de la Guardia Nacional, mientras la Policía del Capitolio arrestó este viernes a un hombre que intentó entrar en el perímetro cercado del centro de Washington con una acreditación falsa, al menos un arma y más de 500 balas de munición, según informó la cadena de televisión CNN.
Otro hecho que conmocionó en las últimas horas a las autoridades encargadas del cuidado del traspaso de poder fue haber detectado conexiones entre parte de los integrantes de la Guardia Nacional con conexiones con algunos de los grupos extremistas que convocaban a la protesta
La noticia del arresto llega en un momento de alta tensión en todo el país, pero especialmente en la capital estadounidense, cuyo centro se ha convertido en una fortaleza blindada ante el riesgo de nuevos ataques armados previos a la investidura.