En la última década, según el Instituto Provincial del Cáncer de la Provincia de Buenos Aires, a cargo de la doctora Clarisa Marchetti, los casos de melanoma en el mundo se duplicaron y casi la mitad se diagnostican antes de los 55 años.
De acuerdo a las últimas estimaciones realizadas por la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud, en Argentina se atribuye el 52,8% de los melanoma a la exposición a rayos UV, lo que lo ubica entre los países de riesgo atribuible medio, en un rango entre 32.1 y 53.5%. Además, se prevé que para el 2030 los no melanomas incrementarán un 23% y los melanomas un 19%.
“A nivel mundial hay cada vez más casos de cáncer de piel sobre todo el melanoma, que es el más agresivo”, detalla Eliana Gérez, médica especialista del Servicio de Dermatología del Hospital “San Martín” de La Plata. De hecho, detalla Gerez que la campaña Euromelanoma está reportando que a nivel mundial hay alrededor de 290 mil casos nuevos por año, que producen cerca de 60 mil muertes anuales.
Por su parte, Silvia Navajas, médica dermatóloga y consultora del Instituto Provincial del Cáncer de la Provincia de Buenos Aires, señala que la incidencia del melanoma maligno en la Argentina no está bien estudiada, pero según el Registro Argentino de Melanoma Cutáneo entre el año 2002 y el 2011 se registraron 52 mil casos.
“La edad promedio en la que puede aparecer es a partir de los 50 años, pero cada vez se lo ve en pacientes más jóvenes y en ambos sexos”, explica Roxana Maradeo, Jefa de Servicio de Dermatología del Hospital “San Martín” de La Plata.
Hay que saber que el cáncer de piel es el más frecuente en los seres humanos y es el más prevenible. “Tenemos a grandes rasgos dos tipos, por un lado los que son no melanoma, entre ellos el basocelular y espinocelular que son los más frecuentes, y por otro lado el melanoma, el cual a pesar de ser alrededor del 1% de todos los cánceres cutáneos, es el que produce mayor cantidad de muertes anuales en todo el mundo”, afirma Gerez.
La principal causa es la radiación ultravioleta proveniente del sol. Ese es el factor de riesgo más importante y que hay que prevenir. “Lo ideal es evitar las horas centrales del día, desde las 10 de la mañana hasta las 16 horas , y algo muy importante que la población olvida es que hay que usar protector solar todo el año, así sea en invierno, o en días nublado”, señala Gerez. Y agrega: “Hay que aplicarlo a la mañana y reponerlo cada dos horas. Incluso hay que renovarse dentro de ese lapso si la persona se baña en el mar o pileta, o si tiene sudoración excesiva”. Ningún protector solar es resistente al agua.
Las especialistas coinciden en que hay mayor conciencia por parte de la gente, pero todavía fallan los cuidados esenciales y la foto educación. Al respecto, afirman que es primordial proteger y educar a los niños, niñas y adolescentes acerca de los daños que produce la radiación ultravioleta.
A partir de los seis meses de edad se pueden empezar a usar protectores solares, antes, hay que resguardarlos de la exposición directa con ropas, sombreros y sombrillas. De todas maneras, los menores de un año deben evitar completamente la exposición; y los mayores deben ser protegidos responsablemente porque suelen realizar muchas actividades al aire libre y su piel es más sensible que la de los adultos.
En ese sentido, señalan que hay que evitar las quemaduras solares durante la infancia y adolescencia porque son las que a futuro, debido al daño acumulativo que tiene la piel, pueden desencadenarse en cáncer. “Una adecuada protección durante los primeros 15 años de vida reduce en un 70% las probabilidades de padecerlo en el futuro”, afirma Maradeo.
Gerez explica que la población general tiene que ir al menos una vez al año a hacerse el chequeo de lunares, y que de acuerdo a la evaluación de la o el especialista, van a tener que controlarse más seguido si son consideradas con mayor factor de riesgo.
Durante el resto del año, lo aconsejable es realizar un autoexamen en casa cada tres meses para reconocer una lesión maligna. Para ver la espalda, la especialista Camila Ramallo, médica residente del “San Martín”, aconseja tomar un espejo de mano y ponerse de espaldas contra otro grande. Agrega que no hay que olvidarse de revisarse los pies, las manos y los genitales. Además hay que examinar el cuero cabelludo, la boca, el interior del ombligo y las axilas.
Para reconocer una lesión maligna como el melanoma, es importante hacer la regla del ABCDE, que consiste en observarse el lunar y dividirlo en dos:
A se refiere asimetría, es decir, cuando una mitad es diferente a la otra.
B es del borde, hay que observar si los bordes son irregulares.
C, de colores, cuando tiene más de un color nos tiene que llamar la atención.
D, se refiere al diámetro, si el tamaño del lunar es de más de 6 milímetros puede ser una lesión.
E, de evolución. Si cambia de forma, pica o sangra.
Ante cualquier síntoma de los anteriores, o si se observan erosiones que no curan en tres semanas, lesiones nuevas, inflamadas o con crecimiento rápido, hay que acudir al dermatólogo o dermatóloga. Al igual que si se presentan manchas planas rosadas o rojizas, ásperas y que se vuelven cada vez más escamosas o rugosas. Éstas últimas pueden ser cáncer no melanoma y se ven especialmente en cara, dorso de las manos, labio inferior y orejas.
Cuidados para prevenirlo
Respecto a la pantalla solar, lo mínimo que se aconseja es un FPS (Factor de Protección Solar) de 30 que bloquee la radiación UVA y UVB, pero en fototipos más bajos, es decir en pieles más claras que tienen tendencia a quemarse y no se broncean, lo ideal es de 50 en adelante. Recomiendan usar una “cantidad generosa” sin olvidar zonas del cuerpo como las orejas, empeines, labios, cuello, tórax y en el caso de calvicie, la cabeza.
Asimismo, en las horas centrales del día hay que estar a la sombra, pero hay que tener en cuenta que no es lo mismo estar debajo de una sombrilla en la playa, donde hay una reflexión de la radiación UV. En esos casos hay que protegerse como si uno estuviera al aire libre.
La sombra es una aliada, pero hay que saber que el agua y la arena reflejan 30% las radiaciones; el césped un 20%; la nieve un 80%; dentro del agua y hasta por debajo de un metro se reciben al 100%; los cristales del auto no protegen y los polarizados equivalen a un SPF 70.
Durante el último tiempo, los medios y las aplicaciones de celulares comenzaron a publicar los índices UV, dividiéndolos en bajo, moderado, alto, muy alto y extremo. Al respecto, Gerez explica que un valor alto significa que estamos mucho más expuestos a la radiación ultravioleta y por ende a quemarnos, pero que sin embargo el cuidado debe ser el mismo durante todo el año.
Por otro lado, Navajas hace hincapié en la importancia de la utilización de bloqueador solar en las personas que trabajan al aire libre y los deportistas. “Fuera de la franja horaria (10 a 16) se puede estar un tiempo prudencial, pero siempre con loción bloqueadora y vestimentas protectoras, sin olvidarse de los sombreros y gafas con cristales UV”, subraya.
Las prendas oscuras y de trama cerrada son las que mejor impiden el paso de los rayos UV, pero la recomendación en verano es usar colores claros y prendas holgadas. Además, la creencia común de que el bronceado protege, es un mito peligroso.
Por último, Navajas señala que “la consigna es disfrutar al aire libre con responsabilidad: Tomar sol en pequeñas dosis puede aumentar las endorfinas y producir bienestar emocional y sintetizar la vitamina D”. Pero, al mismo tiempo, afirma que “abusar del sol puede producir efectos nocivos, las quemaduras solares crónicas pueden significar envejecimiento de la piel, lesiones precancerosas y cáncer cutáneo”.