Es claro que es un camino complejo, lleno de obstáculos, pero más allá de algunas sanciones o advertencias, parece ser el único mecanismo, si se busca direccionar el rumbo económico, para coincidir en un objetivo de crecimiento sustentable que se plantea el ministro Martín Guzmán, pero que también más temprano que tarde formará parte de las exigencias del Fondo Monetario Internacional para otorgar un programa de facilidades extendidas, que es el único mecanismo al que puede aspirar Argentina, para postergar el pago de sus vencimientos luego del fallido acuerdo stand by acordado por Macri.
Argentina es un paciente delicado, en el que suelen fallar las distintas recetas destinadas a superar las crisis recurrentes; con sectores político más preocupados en destruir cualquier iniciativa oficial que en buscar soluciones innovadoras si llegan al poder y “sabios” economistas, que van desde simples respuestas unicausales a alocados modelos rayanos con la peligrosa disgregación nacional.
Más allá de que la inflación en el país forma parte de una puja distributiva nunca resuelta que está en el corazón mismo de los desbordes, el enamoramiento de soluciones sólo monetarias, fiscales o cambiarias, terminan estallando por falta de armonía de sus distintos componentes.
Así la búsqueda de eliminar el déficit fiscal, hizo estallar el frente cambiario primero y luego el monetario durante la administración de Macri, como ya había sucedido en el breve interregno de Ricardo López Murphy en la gestión de Fernando de la Rúa y la Alianza, antes de abordar el helicóptero que lo catapultó de la Casa Rosada.
Macri al inicio de su gestión apostó a una salida monetaria al implementar una política de metas de inflación. Ante su evidente fracaso, doblaron la apuesta con un ultraortodoxo programa de nulo incremento de la base monetaria, que terminó estallando por el aire con una inflación acumulada de 53,8% en 2019 y de casi 300% durante toda su gestión.
No menos fallidas fueron las apuestas de mero tinte cambiario, la más notoria la convertibilidad, el “invento” (en rigor no sólo fue de su autoría sino de varios economistas de su época para salir de la hiperinflación) de Domingo Cavallo que generó el “milagro” de generar una inflación en pesos/dólares muy superior a la de Estados Unidos y del resto del mundo.
La tablita cambiaria de Martínez de Hoz y el retraso cambiario en distintos momentos de nuestra historia económica para anclar la suba de precios fueron otras tantas experiencias fallidas que demoraron más o menos tiempo en desplomarse.
BUSCAN EL AVAL DEL FMI
Ahora Alberto Fernández y su equipo buscan con aval del FMI llegar a un crecimiento sustentable, que en la práctica implica una compleja ingeniería de todas estas variables, a partir de un difícil acuerdo que se quiere alcanzar con la premisa de la recuperación de los alicaídos ingresos, sobre todos los salariales, para rubricar la recuperación del PBI, cuyo 70% se explica precisamente por el mercado interno.
Pero claro como sucedió en otras tantas oportunidades en que se ensayó este camino nadie está dispuesto a ceder demasiado, más allá que los distintos gremios fueron, en esta ocasión, más contemplativos, a partir de la promesa de recuperar parte del poder adquisitivo perdido.
Es claro que la advertencia del Gobierno a los productores agropecuarios y la decisión de la Mesa de Enlace de “pintarse la cara” no son más que muestras claras de que el acuerdo es tan necesario como difícil de alcanzar, en especial en un año electoral y cuando se especula con que los precios treparán este año cerca del 40%, muy por encima del 29% planteado como objetivo oficial en el Presupuesto 2021, una especie de oráculo del plan económico del Gobierno, ese que muchos aseguran que no existe.
En ese marco, el Gobierno nacional recibirá este miércoles en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada a los líderes sindicales y el jueves a los empresariales, en el comienzo formal de la mesa de diálogo que impulsa Alberto Fernández para generar acuerdos que permitan hacer converger las variables de precios y salarios.
Las convocatorias, con la que el Gobierno se propone alcanzar un acuerdo que logre una recuperación del ingreso que impulse la reactivación económica, obedecen a «poner en común una metodología de articulación con los distintos sectores económicos para la coordinación de políticas de precios y salarios, que sean consistentes con los objetivos de política macroeconómica» de la actual administración, según un comunicado de la Jefatura de Gabinete.
El esquema integral de política macroeconómica que lleva adelante el Gobierno, se «compone por la política fiscal, la monetaria y la cambiaria» y el objetivo «es alinear políticas y expectativas con el Presupuesto 2021 aprobado por el Congreso de la Nación», precisó la comunicación oficial, ni más ni menos que la confirmación de la iniciativa para salir por encima del laberinto que propone el Gobierno.
También este miércoles el Presidente recibirá por la tarde a los integrantes de la Mesa de Enlace de las Entidades Agropecuarias, luego de que los ruralistas solicitaron una audiencia para debatir propuestas sobre cómo estimular la producción y reducir costos que afectan su precio en la góndola con el remanido reclamo de una rebaja impositiva a su producción, cuando el precio de los commodities que exporta Argentina se dispara en el mundo. La idea es formalizar un entendimiento que evite el posible aumento de retenciones o la aplicación de cupos a la exportación de productos primarios que generaría otra protesta del sector, en el momento en que el ingreso de agrodólares es vital para el esquema financiero de Guzmán.