Drama en el cordón hortícola local: jóvenes violadas, mascotas envenenadas y botines de grandes sumas

La inseguridad creciente moviliza a los quinteros que se sienten desprotegidos en medio de caminos intransitables y noches oscuras y cada vez más peligrosas. Durante la madrugada del lunes de Carnaval se produjeron dos terribles sucesos delictivos con ladrones fuertemente armados y hasta vestidos con ropa policial. La palabra oficial de los organismos de seguridad, que admiten el accionar de bandas organizadas

Un patrullero en la zona de quitas tras las denuncias de las víctimas

Fortunas de botín, compuesta siempre por pesos y dólares pero escasamente por otros bienes como joyas, o bien electrodomésticos. Una violencia inusitada que fue creciendo conforme pasó el tiempo. Violencia tal que siempre incluyó golpes, culatazos y hasta disparos de armas de fuego, pero que ahora también sumó una nueva y macabra arista: el abuso sexual. Fugas en medio de la madrugada, dejando tras de sí un oasis de horror que en la mayoría de los casos arroja también mascotas muertas. Envenenadas. Los casos se multiplican y la zona siempre es la misma: el área hortícola platense, donde abundan las extensiones verdes y los campos de cultivos, generalmente en medio de caminos poco accesibles y falta de iluminación durante las noches. Los motivos son múltiples y hasta admitidos por los mismos jefes policiales. 

Durante la madrugada de este lunes, feriado de Carnaval, por lo menos dos familias de quinteros sufrieron el brutal embiste de la delincuencia. Por un lado, siete ladrones fuertemente armados y encapuchados ingresaron a un domicilio de ruta 36 y 521. Rosa, la dueña del lugar, le contó a 90líneas.com que ella no estaba presente ya que no vive más allí, sino que lo alquila, pero brindó los detalles del caso. 

“Para entrar, mataron a tres de los perros que tengo en la parte delantera de la casa, justamente para impedir el paso a extraños, y luego barretearon una ventana”, explicó, aclarando a su vez que a un cuarto can también le dieron carne envenenada pero afortunadamente lograron salvarle la vida. 

Uno de los perros envenenados durante un ataque

Así como mostraron esa bestialidad con los animales, siguieron el mismo patrón con todos aquellos que se encontraban en el lugar: un matrimonio junto a su hija de 12 años, su hijo de cuatro y “un trabajador golondrina jujeño, quien no tenía nada y sólo pudieron quitarle su celular”. Todos pasaron por la mala experiencia de ser maniatados y uno de ellos (el padre de la familia) sufrió un ataque despiadado en donde se destacaron “cuatro culatazos en la cabeza”. 

Fuera de sí, los malvivieres estaban dispuestos a todo y por ello no dudaron en romper diferentes partes del mobiliario hasta dar con el dinero que creían que había. Se alzaron con $20.000 y un montón en dólares que no trascendió, tras dar vuelta cada rincón. “No se robaron electrodomésticos porque habían ido a buscar la plata. Intentaron llevarse un auto pero no pudieron encenderlo y solo se apoderaron de la llave”, continuó Rosa. 

Certezas policiales 

“Con los primeros ilícitos de esta envergadura no sabíamos realmente qué pensar, si se trataba de algo al voleo o si eran protagonizados por organizaciones especializadas”, aseveró ante este medio un jefe de la Policía Bonaerense, de alto rango. “Fuimos orientándonos por la segunda opción a medida que se incrementaron las entraderas, siguiendo un mismo patrón: bandas numerosas que siempre van con tóxicos para matar a cualquier mascota que haya, generalmente con trajes policiales y chalecos antibalas, y con armas de grueso calibre. A veces dicen pertenecer a la fuerza para simular un allanamiento y no suelen sorprender a las víctimas cuando estas entran o salen del lugar, sino estando ya adentro. Atacan en horas nocturnas y de madrugada, y no escatiman en lesionar a los damnificados, se resistan o no”.

Así quedan las viviendas tras el paso de los delincuentes

Si bien robos en viviendas hay en todos los barrios, desde Villa Elisa hasta Los Hornos, pasando por Altos de San Lorenzo y La Cumbre, la reiteración en la zona oeste de la ciudad, abarcada por las localidades de Melchor Romero, Abasto, Lisandro Olmos, Etcheverry, Gorina y Arturo Seguí dejó de ser casualidad o coincidencia para convertirse en una serialidad. 

El comisario de la Bonaerense indicó algo que muchos saben y pocos dicen: el dindero que suele haber en esos lugares. “Los quinteros raramente están bancarizados, ya sea por el sistema en el que se manejan y también por no creer en las instituciones bancarias. Y de la misma manera que no están bancarizados, la labor que cumplen suele dejarle no digo ganancias elevadas porque ellos después tienen sus gastos en producción, pero sí al menos manejan altos números. No es anormal que guarden $100.000 dentro de la propiedad. Y a la larga, los hampones llegan a saber eso. Fueron aprendiendo, con el paso del tiempo y ante cada golpe que daban, que los quinteros guardan altas sumas en sus casas”. 

También, añadió, las víctimas muchas veces son “entregadas por compañeros de trabajo o cualquier otro allegado, o simplemente hablan de más con la persona equivocada”. Es por eso, indicó, que los malhechores “esgrimen una violencia cada vez mayor”, a diferencia de lo que pasa en otros sitios. “En las entraderas en City Bell, por dar un ejemplo ya que suelen ser al voleo, el delincuente se lleva lo que encuentra: joyas, televisores, PlayStation. No van buscando específicamente una cierta cifra y es por eso que, tras el ataque, abandonan la escena sin tanto alboroto. Dejan a los damnificados maniatados o encerrados, pero no destrozan paredes ni techos. Los que van a la zona hortícola lo hacen sabiendo que la plata está en algún lugar y dañan cada ambiente, aunque muchas veces tienen el dato erróneo o simplemente la familia escogida no tiene efectivo. Viven también muchos peones o caseros que no cuentan con ahorros”. 

Zona liberada

Sin embargo, los propios perjudicados y hasta los vecinos no confían tanto en la versión policial, “ya que lo que dicen lo hacen para cubrirse”. En realidad, para ellos se trata de algo más sencillo: “Liberan la zona, no es la primera vez que pasa algo así ni va a ser la última”. 

Rosa, la dueña de la quinta asaltada en ruta 36, puntualizó que “es una vergüenza la falta de seguridad que tenemos, una falta de comprensión y de cuidado de parte de las autoridades. Me da a pensar que la Policía está en connivencia con los delincuentes. No puede ser que después de tantos hechos delictivos que hubo por acá no se haya podido dar con los responsables. Jamás pasa un patrullero. Se quedan debajo de los árboles, tomando mates y mandando mensajes de texto”.

Indignada, especificó que “yo pago mis impuestos y necesito que me den seguridad. No tenemos ningún tipo de protección. Somos gente trabajadora, contribuimos al crecimiento del país, de la economía y nadie nos cuida. Nos ningunean, no sólo los ladrones sino las autoridades. Me da vergüenza decir que soy argentina”. 

Proliferación de bandas 

Cuatro malhechores armados, con vestimenta policial y chalecos antibalas causaron pánico en una finca de 206 entre 431 y 436 durante la madrugada del lunes. Envenenaron a dos perros y redujeron a una familia, para sustraerle luego dinero y elementos de valor. Consumado el suceso, se fueron y siguen prófugos. 

“Ya estoy cansado de que digan que eran falsos policías: no tengo duda de que en realidad lo son. O, de última, policías exonerados”, afirmó, enojado, un allegado a los damnificados. 

La comisaría Decimoquinta de Lisandro Olmos, en el foco del conflicto

Otro punto en común que tienen todos estos robos es la facilidad de la vía de escape; ya sean ilícitos sobre la ruta 2 o la 36, tienen el camino prácticamente liberado. Por otro lado, al estar las casas tan alejadas unas de las otras, siempre pasa desapercibido el atraco ya que no hay vecino alguno que pueda escuchar algo para comunicarse con el 911.

“Los delincuentes entran, hacen lo suyo y se van dejando a las víctimas maniatadas, encerradas e incomunicadas, ya que se llevan los celulares. Después, agarran por caminos alternativos hasta llegar a la ruta o avenidas que te alejan de la ciudad. Hay cámaras, pero no todas funcionan y los autores de estos hechos suelen ser experimentados: muchas veces tapan las patentes con barro o directamente son vehículos sin matriculas. Autos robados que terminan por aparecer no demasiado lejos del lugar del ilícito, a veces quemados para borrar las huellas”, amplió el vocero. 

¿Puede hacerse algo para frenar esta escalada delictiva en las quintas? Las autoridades dicen no tener demasiados recursos, ya que “contamos con 40 patrulleros para todo el partido de La Plata, y cada vez que desarticulamos una banda, aparece otra”. Los vecinos, y a la vez los damnificados, ven el panorama oscuro por un simple motivo: no se trata de casos aislados, sino orquestados por la misma Policía. “Si ellos nos mandan a asaltar, ¿qué nos queda por hacer?”, se resignaron. 

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