«El desafío que tenemos como continente es unirnos y alzar nuestra voz en el mundo», afirmó el Presidente en tierra azteca y resaltó que «es tiempo de trabajar con sensatez y racionalidad» y aliarse para que los países de la región «puedan crecer».
«Aliento la esperanza de que este sea el tiempo en que América Latina se ponga de pie y sea capaz de plantear al mundo su palabra revulsiva para cambiarlo y hacerlo más igual y más justo; para terminar con las discriminaciones en materia de raza, de sexo, y para que la mujer deje de ser asesinada y pueda progresar en su trabajo como cualquier hombre», aseveró.
Y añadió: «Todavía luchamos con ese mundo desigual que existía antes de la pandemia pero que ahora se evidencia en cosas más miserables», al hablar ante el Senado mexicano en una sesión especial en su honor.
«No va a haber un tiempo mejor que éste para dar vuelta la historia del mundo como se da vuelta una media; y hay que dar vuelta esa media porque si no vamos a seguir viviendo con más desigualdad y con más injusticia. Ese es el desafío que tenemos como continente», subrayó.
«¿De una vez por todas el capitalismo no debería tener un contenido moral que ha tenido en el tiempo?», se preguntó el Jefe de Estado. Y remarcó: «Podemos recuperar ese capitalismo virtuoso, donde alguien invertía y alguien trabajaba, juntos producían y daban más trabajo, tirando por la borda este capitalismo especulativo que medra con los derivados financieros, donde unos pocos hacen fortuna en minutos y vuelven pobres a millones de seres humanos».
APARECE UN LÍDER REGIONAL
Aunque pueda parecer, no se trata de un discurso “para la tribuna”, sino que es uno de los conceptos más reiterados por el Presidente, que busca retomar los momentos de esplendor de una política autónoma latinoamericana, como fueron, a modo de ejemplo, el “no al ALCA”, durante el kirchnerismo, pero también el Grupo de Contadora y el Grupo de Apoyo a Contadora, que precisamente unió a México con Venezuela, Colombia y Panamá, a los que posteriormente se sumaron Argentina, Brasil, Uruguay y Perú. Por entonces si bien no lograran la pacificación de América Central, en plano ascenso del sandinismo nicaragüense, pusieron la piedra basal para que el conflicto no siguiera escalando hasta convertirse en una crisis regional.
Lo quiera o no, Alberto Fernández se está instalando como un líder regional con una mirada autónoma y diferenciada de las «relaciones carnales» de los ´90, reeditada durante el período macrista. Un seguidismo que en un caso terminó con los dos atentados de connotaciones internacionales más importantes de nuestra historia y el segundo con un acceso casi irrestricto al mundo de la timba financiera internacional que nos dejó con el mayor endeudamiento de nuestra historia.
La producción conjunta de la vacuna contra el coronavirus es uno de los ejemplos que enarbolaron ambos presidentes como fruto de ese esfuerzo en común. Pero la visión va mucho más allá.
El cambio de aire que significó la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos puede plantear una nueva agenda, lejos de apuestas trogloditas como la de Jair Bolsonaro, que se agotan por si mismas, más allá de cualquier triunfo electoral circunstancial.
Y en este contexto el mandatario norteamericano necesita interlocutores confiables En ese sentido, el jefe de Estado argentino aparece como un negociador moderado, pero capaz de aportar esa otra visión que Estados Unidos requiere en su trato para los vecinos del sur del continente.
Por edad y vinculaciones económicas, al presidente de México le resulta más dificultosa esa visión, ese rasgo revulsivo, que según el propio mandatario argentino son necesarios para que los países de la región crezcan.
El tema no es menor y ya mereció un artículo publicado este lunes, por el periódico Financial Times, donde describen a Alberto como un “líder inesperado” para América Latina, al resaltar los intentos del mandatario argentino por tender puentes hacia “la izquierda y la derecha” con los distintos presidentes.
Precisamente un rasgo de la apertura diplomática que incluso deja de lado dichos agraviantes de Bolsonaro para no cerrarle la puerta a nadie.
En la nota, firmada por el periodista Michael Stott, editor del Financia Times para América Latina, se detallan las visitas del argentino a los presidentes “conservadores” de Chile y Uruguay, al mismo tiempo que festejaba las recientes victorias electorales de los “socialistas” en Bolivia y Ecuador. También la visita actual a México como «orador destacado» en las conmemoraciones del bicentenario de la proclamación de la independencia. Fernández es el único líder latinoamericano invitado por el presidente del país, Andrés Manuel López Obrador.
Y el artículo recuerda que América Latina no cuenta con los habituales pesos pesados para liderar los esfuerzos regionales
En la nota se considera que esta explosión de diplomacia es “muy oportuna” en el marco del cambio de administración en los Estados Unidos -luego de la llegada de Joe Biden a la presidencia- y una nueva agenda para América Latina, que deja atrás la presión de la era Trump sobre la inmigración y el cambio de régimen de Cuba y Venezuela a la vez que pone el acento en un esfuerzo por preservar el ambiente, al que el Presidente se sumó con sus proyectos “verdes” para reactivar la economía.
SE NECESITAN SOCIOS
Sin embargo, advierten que Fernández necesita socios. “Cuando se mira a la región, hay una ausencia de liderazgo”, dijo Tom Long, profesor asociado de Nuevas Potencias Mundiales Emergentes en la Universidad de Warwick.
Según diplomáticos y analistas citados por el diario financiero es el espacio que aspira a ocupar el presidente argentino. “No es casualidad que Fernández fuera uno de los primeros líderes mundiales en felicitar a Joe Biden por su elección y fue el primero en mantener una conversación sustancial con el nuevo presidente de los Estados Unidos”, agregó el artículo. Tampoco llamó la atención que en una parte de la conversación se refiriera a la figura del Papa Francisco.
En contraste, se remarcó que el líder de derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, y el mexicano López Obrador se mostraron en buenas relaciones con Donald Trump al final de su mandato y fueron de los últimos líderes mundiales en reconocer la victoria de Biden.
Bolsonaro y el nuevo presidente estadounidense aún no se comunicaron.
De esta forma hay espacio para un líder pragmático y estratégico en América Latina, pero el reto que tendrá Alberto Fernández son los argentinos y un país en estado crítico, resalta el periódico que advierte que subsisten grandes obstáculos para poder desempeñar un mayor papel regional: “América Latina carece de foros eficaces de coordinación regional. Está plagada de restos de esfuerzos fallidos de integración regional”, aseguraron.
Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un centro de estudios de Washington cree que Buenos Aires podría desempeñar un papel clave para ayudar a los Estados Unidos a negociar una solución diplomática a la crisis de Venezuela. Pero alerta que la crisis económica que atraviesa el país disminuye y limita su eficacia como socio.
En la nota, también se destacó a la vicepresidenta Cristina Kirchner como “problemática”, ya que consideran que ocupa el poder real “detrás del trono”. Como dijo Moisés Naím, miembro distinguido del Carnegie Endowment: “Alberto no viene solo. Tiene equipaje”, en una visión siempre sesgada de la gestión kirchnerista.
LA ECONOMÍA
El Financial Times al enumerar los problemas de la economía argentina destaca que se sigue intentando renegociar los U$S 44.000 millones de deuda con el FMI, las reservas en dólares que se están agotando y la emisión de dinero que disparó la la inflación. En resumen, hablan de una economía “en un estado lamentable”.
Una radiografía que más allá de la visión unilateral del norte, tampoco tienen en cuenta que en otras etapas como la de Alfonsín, Argentina no tenía ordenada su economía, sino más bien todo lo contrario, lo que no impidió fijar posturas que terminaron siendo fundacionales para Latinoamérica. Y tampoco es nuevo que el apoyo internacional termina cerrando crisis internas, como le paso a Menem y la visita de Bush padre luego del alzamiento carapintada.
Para Argentina, México no es cualquier país: además de recordarnos nuestro mayor logro deportivo, es el país que albergó a las víctimas de la dictadura a los que cobijó y al decir del Presidente “si Evo Morales hoy está vivo es en gran medida por lo que decidió López Obrador».
La ola de simpatía entre ambos mandatarios es evidente aún antes de que Alberto Fernández llegara a la Casa Rosada. Buscan conformar un tandem alejado de posiciones tan refractarias a Washington como Cuba o Venezuela, pero también de ese conservadurismo “retardatario”, recordando la calificación del propio Perón.
No es nuevo. Se trata de las tantas veces esgrimida “tercera posición”, una y otra vez ensayada, casi siempre con pobres resultados. Pero Washington necesita y Alberto Fernández puede ofrecer una visión más conciliadora, donde las distintas posturas coexistan en la búsqueda de un objetivo común. Nada demasiado diferente de lo que se trata de acordar a nivel local.
Negociaciones a ultranza, visiones pragmáticas y la necesidad de avanzar hacia una coexistencia beneficiosa para todas las partes. Agenda ambiciosa si las hay, pero imperiosa para el mundo pospandemia que ni siquiera comenzó a lamerse las heridas.