Durante la madrugada del domingo, cuatro peligrosos presidarios se escaparon de la Unidad carcelaria 28 de Magdalena, ubicada en el kilómetro 111 de la Ruta 11. La fuga fue cinematográfica de principio a fin ya que incluyó barrotes limados, muros trepados, robos a un guardia, corridas en medio de un descampado, cómplices aguardando en el exterior y hasta un hombre, que nada tenía que ver, tomado de rehén durante más de una hora, en la que constantemente le dijeron que lo iban a matar. Pese al tiempo que ya pasó del brutal suceso, hasta el momento nada se sabe de los evadidos. En tanto, nueve funcionarios penitenciarios fueron pasados a disponibilidad hasta que se aclare la situación y se determine si tuvieron algún tipo de responsabilidad.
90líneas.com investigó a fondo el caso y, de esa manera, descubrió que los reclusos, junto al individuo de 69 años que secuestraron, pasaron por nuestra ciudad y cruzaron la autopista La Plata-Buenos Aires a bordo de un auto robado con la víctima dentro, sin que en ningún momento las fuerzas del orden lo detectaran.
Este diario digital se entrevistó con el hijo del rehén, quien contó con detalles lo que ocurrió con su padre, la pesadilla que vivió y la ineficacia policial, además del abandono que pasaron por parte de las autoridades que debían cuidarlos.
Siluetas en la oscuridad
Para contextualizar, la huida de prisión comenzó poco después de las 3 de la madrugada, cuando cuatro de los internos, alojados en la celda 17 del pabellón 9, trabajaron durante horas sin que nadie se diera cuenta hasta limar dos barrotes, por los cuales pasaron. Circularon hasta el patio interno, escalaron el muro de seguridad y redujeron a un guardia, a quien le quitaron un revólver 9 milímetros, una escopeta calibre 12/70, dos cargadores de municiones y prendas del uniforme.
Con la situación prácticamente dominada, terminaron rematándola al trepar el muro perimetral e ir hacia un descampado hasta llegar a la ruta, donde los aguardaba un cómplice dentro de un Volkswagen Suran, de acuerdo a la versión oficial. “Los guardias observaron las siluetas de los presos corriendo en la oscuridad y acudieron al lugar, pero pese al rastrillaje en la zona no los pudieron atrapar”, dijo una fuente.
Se implementó un operativo cerrojo y móviles del Comando de Prevención Rural divisaron a los sospechosos en la Ruta 36, iniciándose una persecución que culminó cuando los perdieron de vista, al parecer porque los uniformados “no conocían el lugar”. Ya sin la policía pisándoles los talones, abandonaron el coche en el cruce de las calles Mitre y Santa Florencia de Atalaya, a unos diez kilómetros de la cárcel, y fue entonces cuando entró en acción el vecino de esa localidad, de 69 años.
Relato del horror
Su hijo le confió a 90líneas.com que su progenitor acababa de sacar su vehículo, un Chevrolet Aveo, ya que se preparaba para cumplir un día más de trabajo. “Eran las 4.45, se subió al auto y entonces le pusieron el Suran atrás. Se bajaron tres y lo sacaron a la fuerza del volante”, comenzó el hombre, quien prefirió resguardar tanto su identidad como la de su padre por temor a represalias.
“Él les dijo que se lleven el vehículo pero le respondieron que no, que se tenía que ir con ellos. Mi viejo se resistió pero le pegaron culatazos y un rodillazo en el estómago. Después lo tiraron al asiento de atrás, donde permaneció una hora y media, en posición fetal, con la cabeza hacia abajo y con la persona que iba con él apuntándolo con una pistola 9 milímetros”.
Agregó que “en todo momento lo iban amenazando, jugando con su cabeza. El que manejaba decía una y otra vez: ‘cuando dejemos el auto tenemos que bajar al viejo porque nos va a cagar la salida para San Isidro’. Mi papá estaba muy asustado porque le decían que dejaban el coche y lo mataban, aunque por suerte el que iba con él le pedía que se quedara tranquilo, que no iban a hacerle nada”.
Una parte llamativa, desconocida hasta el momento, fue cuando admitió que los reos y su padre pasaron por nuestra ciudad, y no por calles alternativas sino por el mismísimo centro, sin que los agentes de la fuerza siquiera lo advirtieran.
“Ni bien lo secuestraron, un vecino que vio la maniobra llamó al 911. Eso fue a las 5 de la mañana pero, pese a la gravedad del asunto, las autoridades nunca hicieron un protocolo de corte. Así, pasaron por diferentes lugares sin que nadie los detenga y terminaron metiéndose en el centro de La Plata. Después fueron a la terminal de trenes, de ahí a la avenida 7, por donde enfilaron hacia Ringuelet”. Aunque parezca mentira, en todo este largo recorrido, ya con la denuncia del robo del auto, el secuestro en marcha y la patente del vehículo cursada, ningún patrullero detuvo la marcha de los implicados, mostrando una absoluta desidia ante un caso tan extremo.
Tras abandonar Ringuelet, los reos “tomaron el Camino Centenario hasta la rotonda de Gutiérrez, donde subieron a la autopsia y bajaron en la General Paz, agarrando para la localidad de San Martín”, amplió el hombre.
No los atendieron en el Policlínico
El calvario para el perjudicado culminó en Villa Linch, cuando los malvivientes resolvieron liberarlo, junto al rodado. “En ningún momento dijeron frente a mi padre que se habían fugado de la cárcel, él no tenía ni idea. Tampoco sabe en qué se fueron una vez que lo dejaron, porque estaba muy asustado (se supone que lo hicieron a pie, todos en distintas direcciones). Una vez solo, atinó a recuperarse del miedo y los golpes, se subió al auto y poco después se cruzó con un patrullero. Ahí fue cuando me avisaron a mí”.
Enojado, el entrevistado se quejó del accionar policial: “Las dos mujeres que lo atendieron querían que yo me lo lleve y nunca siquiera llamaron a una ambulancia, como dijeron. Eso es mentira. Al enterarse que el hecho estaba relacionado con el escape en Magdalena, nos hicieron ir a la comisaría de Villa Linch, donde periciaron el vehículo. Como si fuese poco, desde Magdalena me dijeron que tenía que llevarlo al policlínico San Martín de La Plata, y que ahí iba a haber un móvil esperando. Fuimos y no sólo no había nadie sino que ni siquiera lo atendieron. Dijeron que no había médico clínico ni traumatólogo. Terminaron atendiéndolo en el hospital de Magdalena, tras dos horas de espera y luego de que yo me decidiera llevarlo allí para que ellos se hicieran cargo, como debían”.
Reos peligrosos
En cuanto a los evadidos, fueron identificados como Facundo Ortiz Tirabassi, Esteban Benetti, Héctor Ramírez Lemos y Emanuel Valdéz Orellana y tres de ellos estaban detenidos por causas de robo, mientras que al menos uno (aunque se sospecha que pueden ser dos) por homicidio.
Por el momento, la Auditoría General de Asuntos Internos desplazó de sus cargos al jefe del Complejo Penitenciario Magdalena, al director de la Unidad 28 y a siete agentes. “Pasaron a disponibilidad preventiva y se iniciaron sumarios administrativos para certificar si hubo connivencia o negligencia en el hecho”, aseveró un vocero, quien aseguró que se están estudiando las cámaras de seguridad del penal. En tanto, la fiscalía a cargo -la número 15 de La Plata- investiga si penitenciarios cobraron dinero para dejarlos salir.