El discurso presidencial ante la Asamblea Legislativa y el alegato de Cristina Kirchner en el juicio por el supuesto manejo ilegal del Banco Central en la operatoria de “dólar futuro” volvió a poner en el candelero la puja aún irresuelta entre el oficialismo y el Poder Judicial.
Cristina, desde sus tiempos de presidenta arremete contra lo que popularmente se conoce como “la familia judicial” por tenerla como blanco de numerosas causas que -como la que motivó su aparición “casi en cadena nacional” de este jueves- suelen ser consideradas como claros ejemplos de lawfare.
“Yo estoy sentada acá, acusada en una causa de dólar que se manipuló en el calor del proceso electoral y cinco años después hay una pericia hecha por peritos de su Corte, y sigo acá, y el otro en Columbia (en alusión al ex titular del Banco Central Federico Sturzenegger, durante cuya gestión se devaluó) dando clases, y el otro viendo partidos en Qatar” (en referencia al ex presidente Macri), dijo en su alegato la Vicepresidenta.
“Habían venido a eso, a devaluar. Nada les importó. Decían que el precio de la economía se movía al precio del dólar blue. ¡Minga! El precio del dólar era $9,74 y los precios de la economía estaban con dólar a $9,74. Ustedes, el Poder Judicial, contribuyeron a que ese Gobierno ganara las elecciones y a que hicieran lo que hicieron”, señaló también en el párrafo más encendido de su defensa.
Siempre se dijo, y ahora hasta los medios más opositores coinciden en que la causa del dólar futuro es “la más floja de papeles” de todas los que pueden llevar al banquillo a la exmandataria, una convicción que el peritaje técnico por parte de expertos del Banco Central confirma. Básicamente en sus conclusiones se descarta la comisión del delito en el tema, cuestión que precisamente motivó la audiencia del jueves, pero que no convenció al fiscal federal de la causa Raúl Pleé quien instó al tribunal a avanzar en el juicio oral.
El argumento básico es que las decisiones de política económica no son judiciables, algo que llevó al exviceministro de Economía Emmanuel Alvarez Agis a bromear: “si fuera por los resultados todos los responsables del área económica de los gobiernos de los últimos 50 años deberíamos estar presos”.
Pero hay diferencias básicas. El Banco Central operó y lo sigue haciendo tanto en la actual administración como durante el macrismo en el mercado del dólar futuro para estabilizar la cotización del dólar, al fijar un horizonte previsible de a cuánto puede llegar la cotización en el tiempo y desalentar las expectativas devaluatorias.
Se trata de una operación por lo tanto legal y lo que motiva la causa judicial es que se emitieron contratos por un valor muy superior al ordinario y a precios “supuestamente devaluados” respecto a la cotización del dólar de mercado. Es claro que precisamente se apelaba a estos instrumentos para frenar la corrida del billete verde, con su inmediato impacto en los precios internos.
Entonces, es un instrumento con el que cuenta el Banco Central, de los tantos a los que puede apelar para defender el valor de la moneda local, una de sus razones de ser estatutarias. Durante el macrismo no sólo se apeló a los contratos de dólar futuro, también se utilizaron las reservas engrosadas por los préstamos del Fondo Monetario para frenar las megadevaluaciones, con poco éxito por cierto y favoreciendo la fuga de capitales que engendró la crisis financiera con que cerró su gestión Cambiemos, pese a la explícita prohibición de los estatutos del FMI de realizar desembolsos de sus créditos en esas coyunturas.
En cambio la acusación a Macri y sus funcionarios es que no cumplieron con las leyes vigentes en el país al firmar un acuerdo a espaldas del Congreso y no haber seguido los pasos administrativos previstos para acceder al stand by del Fondo. Es decir claramente aquí sí pudo haber un delito concreto que recién ahora y por impulso presidencial puede llegar a tribunales.
Los resultados económicos son también reveladores. Mientras el acuerdo con el FMI no es más que la consecuencia de los desmanejos financieros de la gestión anterior, el Banco Central ganó miles de millones de pesos tanto en 2015 como en 2016, en parte precisamente por los beneficios obtenidos en la operatoria de dólar futuro, cuando “el mercado” apostaba a una devaluación que sólo llegó con el fin del gobierno kirchnerista.
De esta forma, no podía haber un mejor escenario para que la Vicepresidenta pudiera denunciar el lawfere con una claridad conceptual que deja poco espacio para las dudas.
Pero también es claro que esto no frenará a los engranajes calificados por Cristina como “podridos” de un Poder Judicial al que no parece hacerle mella ningún escándalo.
No obstante algo se quebró en la semana. Si Alberto Fernández y su ministra de Justicia Marcela Losardo apostaban al gradualismo y el diálogo para mejorar el accionar del cuestionado Poder Judicial, hoy esta estrategia pareció entrar en crisis al punto de quedar cuestionada la permanencia de la amiga de vida y socia del Presidente al frente de una cartera emblemática y hoy en plena ebullición.
La pelea abierta que el Gobierno nacional da con la Justicia por las reformas e iniciativas que Alberto planteó en la apertura de sesiones del Congreso no pueden esperar más. “El Poder Judicial de la Nación está en crisis”, dijo y agregó que “parece vivir en las márgenes del sistema republicano”. Una de las propuestas que el Gobierno enviará al Congreso es crear un tribunal por debajo de la Corte para que revise lo que se conoce como sentencias arbitrarias.
Pero la pulseada es más profunda e incluye a la propia Corte Suprema de Justicia. El máximo tribunal tendrá la palabra final para archivar el caso del dólar futuro o habilitar la continuidad del juicio oral. Así sumará un nuevo planteo en causas que involucran a la Vicepresidenta las cuales todavía no resolvió y que también son la llave para cerrarlas o mantenerlas abiertas.
El máximo tribunal tiene planteos por la obra pública, Los Sauces y los cuadernos. Todos a la espera de una resolución desde hace, en algunos casos, dos años. Se sumaría ahora el expediente de dólar futuro.