Tras superar la barrera de las 270.000 muertes por coronavirus; de registrar un nuevo récord de fallecimientos en tan sólo 24 horas con 2.286 decesos; de acumular 50 días consecutivos con más de 1.000 muertos diarios; de tener a 15 de sus 27 estados -incluidos San Pablo y Río de Janeiro- con una ocupación de las terapias intensivas superior al 90% y a 25 de los 27 por encima del 80%; sin plan de vacunación y un presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, infravalorando la pandemia hace apenas unos días y por enésima vez, la posibilidad, casi certeza, de que el temor y el hartazgo social pudiesen traducirse en masivas protestas callejeras en todo el país, recién este sábado 13 de marzo el gigante latinoamericano decidió comprar 10 millones de dosis al laboratorio AstraZeneca. Pero el tiempo perdido fue demasiado. Aún resta organizar la campaña de inmunización, por parte de un gobierno negacionista, para más de 200 millones de habitantes.
El secretario general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, volvió a dirigirse públicamente a las autoridades brasileñas para pedirles que adopten medidas y que inicien una campaña de vacunación masiva. En ese contexto, dijo que la actitud del Ejecutivo de Brasil no sólo era un peligro para su propia población sino para los países vecinos.
Bolsonaro, aunque cada vez que habla parece seguir en sus trece, debió ceder ante el descalabro total que está ganando a Brasil y al hastío que va colmando a sus ciudadanos. Hay regiones de la extensa nación donde los hospitales están desbordados (por caso, Brasilia, Porto Alegre, Campo Grande y Río Grande do Sul, por poner sólo algunos ejemplos), sin un mínimo lugar para alojar a más enfermos.
Asimismo se van acumulando, una tras otra, denuncias en su contra. Si bien una alianza política le permitió evitar hace poco el juicio político en el parlamento, donde los pedidos de impeachment (proceso de destitución) ya superan holgadamente los 60, un grupo de personalidades, incluidos el reconocido músico Chico Buarque y el teólogo y filósofo Leonardo Boff, entre muchos otros, elevaron una carta a Naciones Unidas (ONU) e hicieron una presentación ante el internacional Tribunal Penal de la Haya donde equiparan al primer mandatario brasileño con Adolf Hitler.
“Cámara de gas a cielo abierto”
“Hoy Brasil es una cámara de gas a cielo abierto que condena a nuestra población al exterminio”, sentencia el escrito.
“El documento señala que el país avanza hacia una catástrofe casi bíblica de la cual dan cuenta las últimas estadísticas. El presidente es un hombre sin humanidad, que niega la ciencia y para quien el odio al otro es la razón de su ejercicio del poder. Este monstruoso gobierno genocida dejó de ser una amenaza para Brasil para tornarse una amenaza global a la civilización” (Darío Pignotti, 8 de marzo de 2021), puntualiza el durísimo texto que ahora deberán analizar la ONU y el Tribunal Penal internacional.
El epidemiólogo Pedro Hallal, quien trabaja en el sureño estado de Río Grande do Sul, le dijo a la BBC News que “se vive una situación de desbordamiento que implica un peligro más allá de nuestras fronteras”.
El médico afirmó que “el 21% de todas las muertes ocurridas en el mundo ayer (por el 9 de marzo) debido a la Covid-19 ocurrieron en Brasil, un país que solamente tiene el 2,7% de la población mundial. Entonces, esto es enorme. Brasil se está convirtiendo en una amenaza para la salud pública global”, advirtió.
El epidemiólogo se desempeña, como se indicó, en uno de los estados que tienen sus unidades de cuidados intensivos colapsadas. “Aquí, en Río Grande do Sul, superamos el 100% de la ocupación en las UCI”, contó. Y añadió que los ciudadanos se sienten totalmente “abandonados por el gobierno federal (nacional)”.
El mundo científico está más que preocupado por la situación de Brasil. Y muchos lo definen como una suerte de “laboratorio natural” que permite a la gente observar qué sucede cuando al coronavirus se lo minimiza o hasta se lo niega.
La especialista en salud de la BBC, Smitha Mundasad, contó que “los científicos advierten que el país es ahora un caldo de cultivo para nuevas variantes del virus”, sin obstáculo alguno a raíz de la no-gestión de la pandemia por parte del derechista Bolsonaro, quien desde el minuto uno optó por el “normal funcionamiento de la economía” y no sólo no aplicó mínimas medidas de cuidado, como distanciamiento social y uso de barbijo, sino que obstruyó deliberadamente las que adoptaron muchos gobernadores y alcaldes.
“Cuanto más tiempo circula un virus en un país, más posibilidades tiene de mutar, en este caso dando lugar a la variante P1”, explicaron los expertos, en referencia a la hipercontagiosa variante brasileña, que se cree que nació en la ciudad amazónica de Manaos.
En ese contexto “están pidiendo un plan que incluya vacunación rápida, encierros y estrictas medidas de distanciamiento social para controlar la situación. La preocupación es que la variante P1 es una amenaza inminente sobre el progreso logrado en la región y en el resto del mundo”, cerró Mundasad.
Más de 2,6 millones de muertes
Las muertes por coronavirus en el mundo alcanzaron 2.632.956. Según el sitio datosmacro.com, EEUU acumula 530.821 decesos, con una ralentización de casos a partir de la salida del negacionista Donald Trump del gobierno y el inicio de una importante campaña de inmunización.
Brasil es el segundo país con más muertes: 272.889. La OMS advirtió que si ese país no cambiaba sus políticas sanitarias, a fines de este año podría ocupar el primer lugar del mundo en número de fallecidos. Como se dijo, acorralado, el gobierno encargó 10 millones de dosis a AstraZeneca. Y dejando de lado sus iniciales y ridículos reparos ideológicos, gestionó una cantidad similar de la Sputnik V fabricada en Rusia, aunque ésta aún no cuenta con la aprobación de la agencia nacional de salud, hecho que se espera no demore mucho.
Otro país latinoamericano, México, ocupa el tercer lugar en ese nefasto listado con 193.152 y otro presidente, Andrés Manuel López Obrador, que en un principio subestimó la pandemia.
India, con 158.306 decesos, y Gran Bretaña, liderada por el negacionista -luego arrepentido- Boris Johnson, con 125.403 fallecidos, completan el top 5.
Les siguen Italia (101.184 muertes), Francia (89.984), Rusia (89.224), Alemania (73.120), España (72.258), Irán (61.016), Colombia (60.858), Argentina (53.493), Sudáfrica (51.110) y Perú (48.323).
Si se pasa a la columna de “muertos por millón de habitantes”, Argentina baja del lugar 13º al 29º (1.190,35/1.000.000).
Europa, acorralada
Por último, vale señalar que varios países de Europa acaban de tomar nuevas y duras medidas de confinamiento ante el recrudecimiento de contagios y el colpaso de las UCI. Es el caso de Francia, cuya capital París, con más del 90% de su capacidad ocupada, ya se encuentra trasladando pacientes a otras ciudades.
Grecia, tras registrar un récord de casos, ha extremado la política de confinamiento, lo cual generó violentas revueltas que el gobierno atribuyó a un “aprovechamiento de la oposición política”.
Italia también está en alerta máxima. Por su lado, Portugal está analizando flexibilizar un poco las medidas, en medio de un desolador paisaje de calles vacías.
República Checa (con 208 muertes por cada 100.000 personas) y Reino Unido (188 por cada 100.000), según los reportes de la estadounidense Universidad Johns Hopkins, no pueden salir de entre los 10 peores países, de manera tal que les resulta imposible aflojar con las restricciones a la movilidad y actividad.