En algunos casos esos términos fueron pergeñados en el ciclo “Después de hora” (DH en el logo), que conducía el hoy empresario periodístico Daniel Hadad, acompañado por Antonio Laje, Eduardo Feinmann y Lito Pinto, con la desaparecida María Muñoz como locutora.
Entre marzo y diciembre de 2001, mientras se sucedían los ministros de Economía (Machinea, López Murphy y Cavallo), la Alianza que sucedió al menemismo se derrumbaba como un castillo de naipes. Con la renuncia a la Vicepresidencia de Carlos “Chacho” Alvarez en octubre del 2000 comenzó la debacle, que luego con la demoledora derrota en las elecciones legislativas en octubre de 2001 se profundizó y desde ese mismo mes terminó de concretarse con el agravamiento de la ya profunda crisis económica, social y financiera.
Argentina se encaminaba inexorablemente a la cesación de pagos externos como quedó en claro después de julio con vencimientos previstos para 2002 de 25.000 millones de dólares, pero fue en octubre cuando se disparó el riesgo país, llegando a 1.859 puntos, el más alto del mundo, lo que era “celebrado” en forma irónica en Después de Hora por Hadad, Laje y Feinmann como un triunfo en un Mundial de fútbol. Mientras tanto una caricatura de un “Presi” aletargado y confundido se meneaba al frenético ritmo de “Para siempre” de Calamaro y los Ratones Paranoicos lo que era el motivo de las bufonadas de los conductores.
Pero ¿qué es el riesgo país y a que viene a cuento?.
El riesgo país es un indicador que elabora la banca J.P. Morgan y que indica el sobreprecio de tasa que debe pagar las economías de los países emergentes, en relación a la tomada como referencia, es decir los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Se trata de medir la capacidad de pago, una referencia ineludible a la hora de acceder al financiamiento voluntario de crédito externo.
Lo cierto es que el riesgo país -que después de la declaración de cesación de pagos de Adolfo Rodríguez Saá y hasta la reestructuración de la deuda del 2005 tocó un pico máximo de 7.722 el 7 de agosto de 2002 en plena gestión de Eduardo Duhalde y de 6.769 puntos durante la gestión de Néstor Kirchner el 8 de junio de 2005 -en lo más duro de las negociaciones con los acreedores- volvió a ser noticias en los principales medios en los últimos días.
Es que la semana pasada, más concretamente el miércoles 10 de marzo el EMBI (Emerging Markets Bonds Index o Indicador de Bonos de Mercados Emergentes) el índice del J.P. Morgan alcanzó los 1.647 puntos su nivel más alto desde la reestructuración de la deuda con los acreedores privados en septiembre del 2020, aunque el viernes cerró a un menos conflictivo nivel de 1.517 puntos.
¿QUÉ PASÓ?
Según el recurrente análisis de los medios especializados, la suba reflejó la fuga de carteras de los títulos públicos en dólares con ley extranjera, por la creciente desconfianza de los inversores sobre la marcha de la economía local, golpeada por la pandemia, elevada inflación, déficit fiscal y creciente pobreza, mientras se dilatan las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para reestructurar el crédito stand by de U$S 44.000 millones concedido a la administración de Mauricio Macri para el que ahora presionan.
Lo sugestivo de esta suba es que se produjo en medio de buenas noticias económicas tanto a nivel local como internacional. Por ejemplo los datos del empleo en Estados Unidos señalan que se está en plena reactivación. Sin embargo, los inversores demandan una tasa mayor que remunere la inversión en bonos del Tesoro, que superó el 1,6% anual, la más alta desde antes de la pandemia, lo que afecta a la deuda emergente, considerada más riesgosa.
En Argentina, los datos de recuperación son cada vez más notorios, entre otros indicadores con suba en la producción industrial, una rápida recuperación económica que hizo caer menos la actividad de lo previsto en 2020 y un fuerte ingreso de divisas, favorecida por la suba de la soja y el trigo y un saldo favorable en el intercambio comercial.
Pese a ello el riesgo país se incrementó, porque según los expertos los bonos de la deuda argentina cotizan por paridad -un valor promedio de 36 centavos de dólar por cada dólar nominal- más que por tasa, a causa de que la expectativa de default es de 90%, a pesar de que en los próximos años los pagos en moneda extranjera son exiguos.
Esto significa que los inversores que ingresaron al canje perdieron entre 25 y 30 por ciento desde el momento del canje a lo que se agrega una supuesta demora en la negociación con el Fondo Monetario Internacional, agudizado luego de las manifestaciones de Alberto Fernández en el sentido de que “no queremos apresurarnos en cerrar el acuerdo con el FMI, nuestro único apuro es el de poner de pie a la producción y el trabajo de miles de familias que están sumidas en la pobreza”. También dijo que “el programa que se acuerde con el Fondo será enviado al Congreso Nacional” para su aprobación.
Para los analistas del mercado, una falta de acuerdo con el organismo exigirá importantes desembolsos este año, unos U$S 6.100 millones para afrontar vencimientos con el propio Fondo, el Club de París y otros entes multilaterales.
También se asegura que el escaso interés por los títulos públicos y un elevado riesgo país, impide la posibilidad de nuevas emisiones soberanas, no solo anticipan un financiamiento escaso, sino que recortan el horizonte de crecimiento.
GUZMÁN EN EE UU
Precisamente el ministro Martín Guzmán intentó despejar parte de estas dudas durante el encuentro que sostuvo el viernes con algunos de los principales inversores financieros del país, como parte de su gira por Estados Unidos que este lunes lo llevará a encontrarse con la titular del FMI, Kristalina Gerogieva.
Y esto generó un cambio de tendencia, con los principales bonos en dólares cerrando con leves subas: ganaron un 0,3% promedio, en una plaza sin mayor fuerza, para cerrar la semana con una mejora de hasta más de 7%, luego de fuertes bajas durante los 10 días anteriores. Se estima que fue un reflejo de que la caída de los bonos en dólares se debió a que «el mercado posiblemente se haya dado cuenta de que se produjo una sobrereacción al castigar de tal forma a los títulos en las semanas previas.
Así, el riesgo país argentino que mide el J.P. Morgan cayó un 1,2% a 1.517 puntos, por lo que en la semana acumuló una fuerte baja del 4,8%, la primera en dos meses, y la más importante desde comienzos de noviembre.
En el encuentro con inversores en Nueva York, Martín Guzmán dejó toda la impresión de que el acuerdo con el FMI está encaminado, además de mostrar certezas en poder controlar la inflación y potenciar inversiones vitales para el crecimiento económico. «Se avanzó mucho con el staff del Fondo», dijo, y adelantó que podría cerrarse antes de las elecciones de octubre.
«Falta mucho para las elecciones. Hay tiempo para cerrar», afirmó Guzmán en su charla con un grupo de inversores y bancos de Nueva York, a los que también anticipó que el crecimiento de este año será superior al 7%, es decir por encima de la pauta presupuestaria del 5,5%.
Y como dato anecdótico aseguró que las reservas del Banco Central crecerán unos U$S 6.000 millones a lo largo del año, cifra que según los analistas contempla un ingreso de U$S 3.500 millones en DEGs (Derechos Especiales de Giro, la moneda del Fondo), que dejaría la ampliación de capital del FMI que se da por descontada y que se anunciaría en las próximas semanas.
El Banco Central acumula, desde que comenzó el año, compras en el mercado de cambios por casi U$S 2.000 millones. Pero en ese período sus reservas internacionales se incrementaron solo U$S 494 millones, por lo que menos de uno de cada cuatro dólares que compró este año terminó engrosando sus reservas brutas.
Es claro, Argentina está lejos de haber recuperado la normalidad, en medio de la crisis sanitaria y financiera en que se hundió entre 2018 y 2020, Pero está dando pasos concretos y sostenidos hacia una normalidad que aleje los fantasmas reales o inventados que se reflejan en el mentado riesgo país.