Sky rojo: otro desastre de Alex Pina

El nuevo estreno de Netflix mostró al gran público la nueva obra del creador de La casa de papel ¿ha estado a la altura?

En estos tiempos parece que los mensajes sociales se venden cual si estuvieran en una marquesina. Basta solo con ver como el feminismo es vendido como producto de consumo masivo, y lo mismo podemos decir con la lucha contra el racismo o la ecología. Ahora bien, hay quienes lo hacen con talento, otros sin tantas luces y luego está Sky Rojo, una serie que pretende usar a la trata de personas para vender un flojo programa pochoclero.

La llegada de Alex Pina a la primera plana de las series de habla hispana se dio con el éxito de la temporada original de La casa de papel. En esta última se tomaban elementos de películas de robo como The killing (1956), Un plan perfecto (2006) o Reservoir Dogs (1992). En esa primera parte se contaba el asalto a la casa de la moneda de España, con aciertos y errores, con personajes interesantes y otros no, pero al fin y al cabo cerraba una producción entretenida con algunos momentos realmente buenos.

Ahora bien, cuando Pina quiso continuar la serie fue donde desbarrancó y donde se pudieron observar sus limitantes como realizador. Una dirección genérica, guiones donde los personajes pierden todo tipo de lógica y momentos que buscaban un efectismo barato, todo ese cúmulo de desastre lo tomó y nos trajo Sky rojo.

La serie cuenta la historia de tres mujeres víctimas de trata que escapan de sus captores en la isla española de Tenerife. El personaje interpretado por Lali Espósito es una argentina que vivía en la Villa 31, la otra es una joven cubana que fue vendida por su propia familia y la última una chica española que encontró en el burdel la posibilidad de escapar de un pasado aún más atormentado.

¿Por qué es tan mala esta serie? Porque no pasa un minuto del primer capítulo que ya tenemos a la protagonista en voz en off contando toda la información sobre la trama y los personajes. Es decir en un minuto de metraje Pina ya comete un error de estudiante de primer año de cine, y lo estará repitiendo constantemente. No solo las protagonistas están  explicando la trama en constantemente, como si el público fuera tarado, sino que hay momentos que se repiten constantemente, como el villano explicando el porqué de la rentabilidad del negocio de la prostitución.

Desde la propuesta estética podemos concluir en no tiene ninguna para ofrecer. La casa de papel tenía una paleta de colores propia mezclando el gris, símbolo de melancolía de sus personajes desgraciados, y el rojo de los trajes de los asaltantes como representación de la determinación a cambiar sus vidas. Aquí tenemos el anaranjado que usan en las series de Hollywood para representar Latinoamérica como un lugar salvaje y desértico, lo cual es paradójico si se piensa que esto transcurre en su propio país. 

El guion amaga en varias oportunidades a ser una road movie (película de viaje) pero pareciera que se arrepiente. Toma la estructura típica del film Thelma y Louise (1991) de unas mujeres que escapan de la opresión patriarcal (de hecho hay una escena con un auto y un precipicio que tira al diablo cualquier sutileza), solo que en la cinta Ridley Scott ese viaje era de crecimiento y empoderamiento, no una excusa para mostrar a tres mujeres semi desnudas que se la pasan haciendo monólogos en voz alta porque Pina no sabe dirigir.

Es que la serie misma parece que quiere dar un mensaje contra la trata de personas pero no es verdad, la serie solo toma eso como parteaguas. Una buena narración cuenta una historia para dar un mensaje, pero en este caso es al revés. Tomaron una causa social trascendental pero lo único que hacen es mostrar a tres mujeres y sexualizarlas a más no poder. El film argentino Alanis (2017) fue una obra maestra a la hora de representar la prostitución a través de una mujer que era sexualizada por los demás, pero que la directora Anahí Berneri siempre mostro como una mujer luchando. Aquí las tres protagonistas nunca se quitan su ropa del burdel y es la cámara quien parece que las juzgarlas antes que nadie.

Es una serie carente de todo tipo de sutileza y un guion que crea personajes genéricos y que carecen de toda profundidad. Una serie propia de un tiempo donde los mensajes se venden y no se dan ni se reflexionan, donde incluso quienes quieren utilizar la corrección política a su favor no saben cómo hacerlo. Termina como resultado un producto olvidable, pese a la buena voluntad de las actrices, no puede pasarse por alto a un guion que vende estar del lado de las oprimidas pero termina siendo más opresión.

 

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