Quedan pocas dudas de que la pandemia está llamada a provocar profundos cambios no sólo a nivel social en todo el mundo sino también en las relaciones de poder internacional, lo que implica todo un desafío para países de desarrollo medio como es la Argentina. La disputa por las vacunas contra el Covid adquieren hoy un fuerte contenido geopolítico, donde está en juego la nueva configuración del mundo en el siglo XXI, de la que no están ajenos el recrudecimiento de los enfrentamientos en regiones tensas como ser Medio Oriente.
El convencimiento de que el coronavirus no será derrotado a la brevedad no sólo genera un enorme negocio a escala global, sino que promueve nuevos sistemas de poder en los cuales Argentina puede y debe insertarse, pero a sabiendas que más allá de lo declarativo y las demandas del Papa, la solidaridad está lejos de ser prioritaria.
Es conveniente tener en cuenta para entender el rompecabezas que hoy se arma en medio de una pandemia que necesita un reparto equitativo de dosis (en determinados países llegan vacunas a cuentagotas y en algunos directamente no llegan), que el predominio exclusivo estadounidense a nivel global quedó severamente cuestionado en menos de dos décadas, con la consolidación de nuevos jugadores que salieron a disputar ese mundo hasta entonces unipolar, con China y Rusia como principales figuras.
En 2019 el Covid-19 vino a alterar profundamente el orden mundial y está generando transformaciones que por ahora son apenas síntomas, pero que sin duda están a la vista de quienes los quieran ver.
En primer lugar hay que destacar el resultado de las distintas políticas empleadas para enfrentar la emergencia de la salud. Mientras la OMS hace una autocrítica por su demorada reacción ante la pandemia, también por estas horas fustigó la postura de los líderes mundiales que minimizaron el impacto sanitario del virus.
Las consecuencias hoy se pueden medir en los 160 millones de infectados y los 3,4 millones de muertos que ya dejó la enfermedad a escala global. Pero algo más, mientras Estados Unidos se mantiene como el país más castigado con 583.647 víctimas fatales y 32.813.531 contagios confirmados, China, donde se originó la pandemia, registra oficialmente sólo 102.662 contagiados y 4.846 decesos, cifra que si bien es cuestionada por algunos expertos, nunca se mostraron datos contundentes que la desmintieran. Es decir un arrollador triunfo de una estrategia sanitaria con pocos equivalentes en el mundo.
LAS VACUNAS
Las vacunas se han metido en el complejo escenario de las relaciones internacionales. Con apenas una decena de países con capacidad de producirlas, se han convertido no sólo en un bien escaso y apetecido por todos, sino también determinante de cara a la salud, pero además a la economía de las naciones.
Es sabido que más de 130 países no recibirán ninguna vacuna antes del año próximo, pase a los esfuerzos de la OMS y su fondo Covax, mientras que la actitud de los productores, más allá de la pelea por las patentes se mostró bien distinta y se inscribe en la lucha geopolítica que sintetizada se detalla más arriba.
Estados Unidos que en la actualidad se muestra como uno de los mayores productores de vacunas a escala mundial, no autorizó su exportación ni de los insumos vinculados con su producción y logística de aplicación, al menos hasta el 4 de julio, día de la independencia americana, dado que Biden se fijó como objetivo tener para entonces al 70% de su población vacunada. La idea: «primero en nuestra casa luego a los otros..»
Las restricciones llegaron a tal punto, que fue una de los motivos por los cuales la vacuna de AstraZeneca cuyos principios activos son producidos en una planta de la localidad bonaerense de Garín no pudiera comenzar a aplicarse en el país, aunque según el Ministerio de Salud, más de 4 millones de dosis estarían por desembarcar en el país antes de fin de mes.
Aún Estados Unidos no tiene un plan para exportar, aunque en las últimas semanas Pfizer aceleró su oferta para colocar el producto en más países. Hace 10 días Washington dijo que compartiría 60 millones de dosis de AstraZeneca con otros países, pero no especificó con qué naciones ni cuándo.
CHINA Y RUSIA
China, por su parte, se propuso ser el gran distribuidor de vacunas sobre todo en los países en desarrollo y trazó por eso un ambicioso plan de generar 2.000 millones de dosis en 2021 y unas 4.000 en 2022, con lo que esperaba cubrir el 40% de la demanda del mundo. Así, sus vacunas Sinopharm, Sinovac y CanSino llegaron a 22 países, básicamente de África, Latinoamérica y el sudeste de Asia y cedió unas 10 millones de dosis al Covax.
Pero la estrategia de acrecentar su influencia en el mundo se complicó cuando se decidió vacunar a buena parte de su población antes de julio, cuando el gigante Partido Comunista festejará sus 100 años, un enorme desafío para un país de 1.400.000.000 de habitantes, por lo que cerró transitoriamente sus exportaciones.
Por su parte Rusia y su vacuna insignia, la Sputnik V, a partir de su consolidación como una de las más efectivas generó un enorme interés, difícil de cumplir por parte del Fondo Ruso de Inversión Directa, ya que le demandaron 2.500 millones de dosis.
ARGENTINA Y LA PRODUCCIÓN
En tanto, la opción por producir la vacuna en otros países como ser Argentina, avanza, pero requiere de estrictos cuidados de calidad que demoran su implementación.
En relación a lo que denominó la “diplomacia de las vacunas” que para Washington llevan adelante tanto Rusia como China, el principal asesor de la Casa Blanca para el Hemisferio Occidental en materia de seguridad, Juan González destacó en su paso por Buenos Aires a mediados de abril que lo importante era “vacunar a las poblaciones”, independientemente de quién sea el proveedor.
“Nosotros no vamos a culpar al gobierno argentino por conseguir vacunas para su población”, pero aclaró que Estados Unidos “será el líder global en la respuesta a la pandemia. Que quede bien claro: cuando nosotros demos vacunas no lo vamos a hacer a cambio de acuerdos políticos. Lo haremos porque está en el interés nacional de los Estados Unidos en que la Argentina y los países de la región se recuperen porque si ellos se recuperan, nosotros nos recuperamos”.
“Esta pandemia no se va a terminar pronto. Tenemos que trabajar de forma conjunta. O sea, lo que se llama como mercantilismo de vacunas por parte de Rusia y China es para ellos una iniciativa para avanzar en influencia, pero es muy poco y no están organizando una respuesta global que nosotros haremos de acuerdo a normas internacionales”, concluyó.
Así, mientras llegan dosis al País que permiten seguir avanzando con el plan de vacunación no con la celeridad que la emergencia requiere (nuestro país ya recibió 10 millones de dosis desde el inicio de la pandemia), los gobiernos Nacional y Provincial no descansan para poder dar respuesta a la crisis de las salud, pues cuanto más se vacune menos será la demanda en los hospitales que si bien fueron reforzados tanto en personal como en infraestructura, ya se encuentran «estresados», tal como lo han definido profesionales médicos en notas publicadas por 90lineas.com.
El gobernador Axel Kicillof logró ayer que la Cámara de Diputados apruebe un proyecto para la adquisición de vacunas directamente por parte de la Provincia de Buenos Aires (falta el Senado que lo tratará la semana próxima), en principio a Rusia, y lo propio estaría haciendo Horacio Rodríguez Larreta, en este caso en Estados Unidos para hacerse de vacunas AstraZeneca.
Las negociaciones de Argentina para conseguir vacunas y el esfuerzo para producir las propias, la ubican entre los países que ha generado un «ataque» contra la pandemia todavía insuficiente, pero que más temprano que tarde logrará la inmunización que, al día de hoy, ningún país del mundo ostenta. Pues aún el nivel de producción global de dosis no es suficiente para detener los contagios masivos, algo que no se ha podido lograr en ninguna parte del mundo.