Colombia. Treinta y cuatro días consecutivos de paro. Casi todos los sectores sociales movilizados en forma permanente (excepto la clase alta, que financia o hasta integra milicias para ayudar al gobierno neofascista a combatir la rebelión popular). Cerca de 70 asesinados, 14 de ellos la noche del 28 de mayo en Cali, hecho que hizo levantar la voz (ya era hora) a las Naciones Unidas y a la Unión Europea. Mujeres violadas por miembros de las fuerzas de (in)seguridad en sedes oficiales. Desaparecidos. El diálogo cortado por el Comité del Paro a raíz de la intransigencia del gobierno en su política de militarizar el país y reprimir en forma indiscriminada. Ciudades tomadas por tanques y remedos de Robocop en una película apocalíptica. Jóvenes y no tan jóvenes que ante la ofensiva terrorista del ultraderechista presidente Iván Duque, hijo político del igualmente nefasto Alvaro Uribe, lejos de amedrentarse redoblan la apuesta y salen y vuelven a salir una y mil veces a las calles.
Nadie podrá decir que está sorprendido. América Latina no se convirtió en el lugar socialmente más desigual del mundo de la noche a la mañana. Este año se cumplió el 50º aniversario de la primera edición de “Las venas abiertas…”, la obra cúlmine de Eduardo Galeano, quien ya lo contaba en 1971. Pero quizás algunos pensaron que los pueblos pueden permanecer por generaciones sin reaccionar. Hay una mala noticia: no es así.
El 15 y 16 de mayo, la sociedad chilena, que parecía inmunizada por la vacuna que en los 70 le aplicaron Augusto Pinochet y el padre del ultraliberalismo, el estadounidense Milton Friedman, sepultó bajo un aluvión de votos al neoliberalismo que durante más de 40 años, mientras le mostraba al mundo indicadores macroeconómicos envidiables, tapaba un nivel de pobreza y una inequidad en el acceso a la salud, la educación y a un retiro (jubilación) digno que explotaron de un modo que inquietó al establishment latinoamericano, no sólo al chileno.
El aplastante triunfo de los independientes de izquierda, el Frente Amplio y el mismísimo Partido Comunista (¿habrá llegado en la vacuna china que compró el presidente ultraconservador Sebastián Piñera?) sobre la derecha, que acunó su peor derrota electoral desde 1965, también dejó fuera del mapa político a la Concertación (alianza de socialistas democráticos y democristianos) que se alternaron en el Ejecutivo con aquella luego de la dictadura. Su última mayor exponente, la socialista Michelle Bachelet (presidenta 2014-2018), hoy ha expresado su preocupación por la horrorosa realidad que sacude a Colombia en su rol de Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Con la misma tibieza con que gobernó el país trasandino ante los poderes fácticos.
El neoliberalismo ha tensado la cuerda hasta provocar que se rompa. Lo hizo en Chile y allí están las consecuencias: una alcaldesa comunista en la capital Santiago y una interna entre un referente del ultraizquierdista Frente Amplio y un exitoso alcalde del PC para dirimir la candidatura a presidente con vistas a los comicios del 21 de noviembre de este año.
“Tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la desigualdad. Esa economía mata” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 26 de noviembre de 2013)
En Perú, la primera vuelta electoral del 11 de abril último fue una clara demostración del efecto del neoliberalismo. Hubo 18 candidatos a presidente. No hay mucho para agregar: una crisis absoluta del sistema político. Menos aún cuando de esos 18 pasaron al balotaje los representantes de los dos extremos del arco ideológico.
Por un lado, Keiko Fujimori, la neofascista e hija (de sangre y) política del ex dictador Alberto Fujimori, encarcelado por corrupción y delitos de lesa humanidad, con la promesa de su “niña” de liberarlo en caso de llegar a la presidencia. Por el otro, el docente y líder social Pedro Castillo, un marxista-leninista que triunfó con claridad en la primera ronda con el 20% de los sufragios frente al 13/14% de Fujimori.
Vale recordar que Keiko se encuentra en libertad temporal tras estar un tiempito en prisión y contar con un pedido de 30 años de reclusión por “crimen organizado, lavado de activos, obstrucción a la justicia y falsa declaración en procedimiento administrativo”. Es la candidata del establishment (demás está decirlo) y del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa; la ultraderecha no se priva de nada a la hora de perpetuar sus privilegios.
El domingo 6 de junio será el balotaje, al que llegan -según la mayoría de las encuestas- cabeza a cabeza. Si bien Castillo arrancó con una amplia ventaja, el bombardeo permanente de los medios hegemónicos, las campañas sucias por redes sociales y hasta la burda y costosísima publicidad callejera en gigantescos carteles con luces de neón parecen haber asustado a ciertos sectores medios. Eso parece. Habrá que contar los votos.
LA CEPA DE AMÉRICA
El domingo 30 de mayo, en más de 200 ciudades de Brasil se movilizaron multitudes de hombres y mujeres para pedir la renuncia o el juicio político del presidente fascista Jair Messias Bolsonaro, quien, impulsado por los sectores dominantes tras poner a Lula en prisión sin cargos, llegó a la presidencia en 2018.
Desde entonces, convirtió al gigante sudamericano en un laboratorio de la ultraderecha y de la inmunización de rebaño para el Covid-19. Lo que logró fue una epidemia de hambre que amenaza con degenerar en protestas violentas; el segundo lugar del mundo en muertes y contagios por coronavirus, con hospitales colapsados, falta de insumos básicos y sin una campaña organizada de vacunación, y un caos de tal magnitud que ha llevado al poder económico brasileño a ver con buenos ojos las encuestas que sitúan a Lula como claro favorito para las presidenciales de 2022 (ver nota Una tregua para salvar lo que queda de democracia). Increíble pero real.
En ese contexto, el ex capitán del Ejército que alguna vez lamentó públicamente que la dictadura brasileña no hubiese “matado a 30.000”, se ofreció como sede de la Copa América que los organizadores originales, Colombia y Argentina, declinaron por razones distintas pero más que atendibles. Desde su cuenta oficial, la nefasta dirigencia de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) agradeció efusivamente al mandatario. En el país vecino ya la apodaron “La Cepa de América”.
Bolivia logró volver, en gran parte por el apoyo incondicional de Argentina y México, de un golpe de Estado a la vieja usanza que hizo temblar a medio subcontinente, aunque contó con el visto bueno explícito de muchos, como por ejemplo, Juntos por el Cambio en la Argentina.
¿Y por estas pampas? “Es necesario dar la batalla para contar la historia, porque es un objetivo real que tenemos el que esta gente, la que gobernó con Macri, no vuelvan nunca más. La Argentina no resiste otro gobierno como el de Cambiemos”, sentenció en estos días Norma Ríos, presidenta de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) durante la gestión cambiemita, en una entrevista que concedió a la periodista Ailín Bullentini (ver La mejor explicación de la estrategia macrista).
Asi comienza el capitulo dedicado a la economia de este documento. Francisco comienza con un comentario sorprendente. Pareceria que nunca como ahora ha habido tantos pobres o que es culpa del capitalismo la extension de la pobreza. En realidad, es exactamente lo contrario. Cuanto mas se extiende el libre mercado, mas crecen los paises. Por ejemplo, el ultimo Indice de Libertad Economica esta liderado por Hong Kong, Singapur, Australia, Nueva Zelanda, Suiza, Canada, Chile, Mauricio, Dinamarca y EEUU. Todos estos paises, con sus diferencias, estan tambien entre los mas prosperos del mundo. Enfrente, la lista la cierran Cuba, Corea del Norte o Zimbabue, paises donde la carestia crece dia a dia. Asi como el mandamiento de ‘no matar pone un limite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no a una economia de la exclusion y la inequidad . Esa economia mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frio un anciano en situacion de calle y que si lo sea una caida de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusion. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del mas fuerte, donde el poderoso se come al mas debil. Como consecuencia de esta situacion, grandes masas de la poblacion se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.