¿Cuántas veces se ha criticado que la prensa y los políticos de derecha juzgan antes que los jueces y deciden el resultado de las elecciones antes que las autoridades competentes? Y, demás está decirlo, se trata de acciones deliberadas para incidir sobre la opinión pública.
El saludo de Alberto Fernández a Pedro Castillo como presidente electo de Perú, antes de que el Jurado Nacional Electoral de ese país se expida sobre las actas observadas por la postulante ultraderechista Keiko Fujimori, no fue una equivocación. Fue adrede.
La virulenta reacción de la prensa de derecha, que durante cuatro años blindó las barrabasadas que decía Mauricio Macri, incluyendo cuestiones un poquito más graves que una declaración como el endeudamiento brutal y el ataque constante a la institucionalidad, fue la reacción de bronca de aquel que observa que su rival le ha dado a probar de su propia medicina.
La ultraderecha iberoamericana se apresuró a pedirle a las autoridades peruanas que no se proclame presidente a Castillo. Lo hizo a través de una carta que lleva la firma del ex presidente español José María Aznar, el hombre que llevó a España a la guerra con el mundo musulmán como perrito faldero de George Bush; de su par colombiano Alvaro Uribe, padre político de quien actualmente está desangrando a Colombia, Iván Duque; del argentino Mauricio Macri, y otros 14 ex mandatarios de iberoamérica pertenecientes al grupo IDEA.
Lo hicieron, supuestamente, atendiendo a la «complejidad del panorama social y la gobernanza» en Perú. Tampoco fue un acto inocente. De hecho, la neofascista Keiko Fujimori de inmediato posteó la carta en su cuenta de Twitter y escribió «la elección no ha terminado aún». El poder económico siempre juega en equipo.
Y desde el otro lado, muchos parecen haber aprendido la lección. No por nada a Alberto Fernández le siguieron Lula, Evo Morales -quien además afirmó que «el gran perdedor» fue el escritor Mario Vargas Llosa-, Rafael Correa y otros. Y además se pronunció en pleno el grupo de Puebla, la perfecta contracara de IDEA, al punto que lo integra en nombre de España el ex presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, rival acérrimo de José María Aznar.
«Quienes conformamos el Grupo de Puebla felicitamos al pueblo peruano por la jornada electoral democrática y pacífica (…) Y saludamos la victoria del candidato por la izquierda, del Partido Perú Libre, Pedro Castillo. Adicionalmente, y dado el contexto actual de inestabilidad política que atraviesa el país, hacemos un llamado a los representantes de todas las instituciones del Perú al respeto irrestricto a la voluntad popular expresada en las urnas. En el clima de polarización en el que se ha desarrollado este proceso electoral, resulta imperativo que todos los actores políticos e institucionales acojan el resultado de las elecciones y que se desestime cualquier tipo de planes o llamados para futuras desestabilizaciones democráticas. El sufragio es un pilar fundamental de la democracia y legitima el ejercicio del poder político, garantizando el derecho de los ciudadanos a elegir a sus mandantes», reza el documento, que termina diciendo: «El Grupo de Puebla y quienes los conformamos ofrecemos al presidente Castillo nuestro apoyo y voluntad de colaboración para el buen suceso de su gobierno».
Hablan «al presidente Castillo»
Y firman Dilma Rousseff, expresidenta de Brasil; Rafael Correa, expresidente de Ecuador; José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno de España; Fernando Lugo, expresidente de Paraguay; Ernesto Samper, expresidente de Colombia; Marco Enríquez-Ominami, excandidato presidencial de Chile; Andrés Arauz, excandidato presidencial de Ecuador; Daniel Martínez, excandidato presidencial de Uruguay, y una larga lista de referentes políticos de izquierda de Paraguay, Chile, Uruguay, Colombia, México, Brasil, Ecuador, Bolivia y más países de la región.
¿La crítica a Alberto Fernández es por ser presidente en ejercicio? Pongamos. Pero sus declaraciones no fueron ningún error; fueron hechas con total consciencia.
No es poco lo que se está jugando en América Latina. El triunfo de la izquierda en Chile y, al mismo tiempo, la peor derrota de la derecha trasandina desde 1965 pusieron en alerta al establishment latinoamericano, quien para entonces aún no digería la idea de que Lula es poco menos que invencible de cara a las presidenciales brasileñas de 2022. Y sobre llovido mojado, un maestro marxista leninista gana en Perú con el voto de las zonas rurales y de la región andina, los sectores eternamente marginados y empobrecidos del país.
Si Alberto Fernández y su par mexicano Andrés Manuel López Obrador no hubiesen reaccionado con la rapidez que lo hicieron, hoy Evo Morales no estaría contando ovejitas antes de irse a dormir. Y si no hubiese sido un refugiado político de Argentina, en Bolivia quizás la recuperación de la democracia se habría complicado y mucho. Lo reconoció el propio Evo Morales.
No es poco lo que se está jugando en América Latina. Y los sectores de izquierda/populares/progresistas (como se los quiera llamar según el país) esta vez están jugando cartas que no jugaron otras veces por corrección política (eso que la derecha no tiene desde su nacimiento). No es una equivocación. Es la pelea contra el poder económico (estúpidos, agregaría el asesor de Bill Clinton).