La Plata, ciudad aburrida y quejosa

¿Qué pedían y cómo la veían los vecinos y los medios de época? algunos años posteriores a la fundación

El Teatro Apolo, donde los espectáculos eran considerados "aburridos" (foto colección Roberto Abrodos)

Todo se estaba acomodando, pero con mucha lentitud. La Plata en sus primeros años no era lo que los vecinos deseaban, como toda experiencia en una Ciudad nueva, costaba acostumbrarse y arraigarse en la nueva capital, los progresos eran tardíos y el deseo de la gente era estar mejor lo más rápido posible. Por eso, las quejas de las épocas fundaciones tenían varios destinatarios.

Uno de los principales reclamos era el arreglo de las calles, en 1886 decían que la avenida 7 -que antiguamente conducía a la Municipalidad y el boulevard Independencia-, a cierta altura se tornaba intransitable para el carruaje, «entre 45 y 46, frente al ministerio de Hacienda, hay algunas piedras salientes que dificultan el paso de los vehículos”, señalaban los primeros diarios en papel de esa época.

Hacia fines de los 1800 y principios de los 1900 la Ciudad, al parecer, era aburrida. El 18 de noviembre de 1886 el diario La Plata decía sin piedad sobre uno de los espectáculos: “Siquiera esta noche tiene algún aliciente la función que se dará en el Teatro Apolo (54 entre 4 y 5), debuta el tenor argentino Daniel Guido y se darán las zarzuelas ´Un Pleito´ , ´La epístola de San Pablo y ´Buenas noches Sr. D. Simón´»,  y el mal humor hace la Comuna se traducía con este párrofo en el mismo periódico: «Anda parca la Municipalidad en eso de gastar en festejos que a nada conducen, por lo que nos alegramos en vista del precario estado de sus arcas”.

“Con lo único que contribuye la corporación municipal a las fiestas de mañana (19 de noviembre de 1886) es embanderando la avenida Independencia desde el ministerio de Hacienda hasta la calle 48, y de ésta, hasta el templo de San Ponciano”, señalaba diario La Plata.

PROBLEMAS Y MAS PROBLEMAS

Ante los inconvenientes que causaba la llegada del tren a la primitiva estación (hoy Pasaje Dardo Rocha), se resolvió su traslado a una zona más alejada. Así se optó por el actual emplazamiento de 1 y 44. Los actores del proyecto que data de 1903 fueron los arquitectos Louis Newbery Thomas, estadounidense, y Paul Bell Chambers, inglés.

La construcción se inició en 1904 y el edificio fue inaugurado el 1° de octubre de 1906. Se destacan la cúpula con revestimiento de mayólica y las marquesinas de hierro de los accesos por avenida 1. Pero los que estuvieron en la inauguración decían que la sala de espera era «reducida y sin comodidad, el buffet está bastante mal atendido y los cristales de las ventanas laterales no han sido colocados. Las calles adyacentes y en particular la bocacalle de 1, 44 y diagonal 80 están completamente intransitables, llenas de barro lo que hace imposible la aproximación a los tranvías.»

La construcción de la Estación de Trenes de 1 y 44 se inició en 1904 (colección Roberto Abrodos)

Se comentaba que en aquel verano la plaza Primera Junta, no serviría para las reuniones nocturnas, «porque sus calles están encharcadas y los yuyos cubren los canteros y avenidas. La plaza Rocha no se puede ver, pues parece una selva virgen, nadie se atrevería a cruzarla de noche, los cardales están tan altos como los plátanos y las veredas han sido cubiertas por los yuyos. De las plazas Italia, España y Máximo Paz mejor ni hablar, su estado es deplorable. La diagonal 80 pésimamente empedrada, la diagonal 78 sin empedrado y cubierta de pozos y zanjas, los tranways escasos y con malos recorridos, en fin una demostración palpable de que el sistema de los comisionados no dan los resultados que esperan los vecinos», señalaban las crónicas de aquellos años hacia 1910.

El descontento en 1906 no tenía fin, es que en calle 60 entre 21 y 22, por donde cruzaba el arroyo del Gato, existía una alcantarilla o puente «en malísimo estado». Por la acción del tiempo y el gran tráfico vehicular que soportaba esta arteria, el puente en una parte se había hundido. Acerca de ese cruce, decía el matutino: «Esta es una vía fundamental y la única que da entrada a los vecinos e industriales de las quintas y chacras de la sección Hornos, urge la reparación inmediata de este puente y de los numerosos pantanos que hacen intransitable esta vía pública».

LA JUSTICIA, OTRO BLANCO DE QUEJAS

Otros lamentos de aquellos días apuntaban contra la Justicia y el mal manejo de ésta, y la forma en que se conducían con los presos, pues bastaba que estos últimos manifestaran que estaban enfermos para que se los mandase al hospital Melchor Romero o al Misericordia, donde «bajo el pretexto de asistencia médica» gozaban de la más absoluta soltura, aunque sobre ellos recaigan varias sentencias condenatorias, cuya sola mención, argumentaban, sería un motivo sobrado para tenerlos en reclusión y estricta vigilancia.

El clamor no terminaba allí, ya que con iguales pretextos eran también enviados a la Sala de Primeros Auxilios y allí se instalaban cómodamente disfrutando de una libertad casi completa. Los vecinos decían que era necesario que cesen “estos complacientes abusos para honor de nuestra administración de justicia”, finalmente decían que estaban dispuestos a precisar las denuncias.

Mientras tanto, vecinos de las calles 46 y 48 entre 15 y 16 solicitaban focos de luz eléctrica en ese barrio, que carecía de empedrado, con lo cual era imposible transitar en las épocas lluviosas; a la vez que en calle 13 entre 48 y 49 la inseguridad se había hecho presente con la sustracción de las chapas profesionales que decoraban las paredes de acceso al escritorio del escribano «Lagos y otros». Denunciaban concretamente el faltante de diez placas de bronce.

BUENOS COCHEROS PERO PÉSIMOS VEHÍCULOS

En cuanto al transporte público: «Los coches de alquiler se distinguen generalmente por lo bueno de los cocheros, y lo pésimo de los vehículos. La Municipalidad debe preocuparse del asunto, urge que no se zarandeen en vehículos destartalados, horrorosos, que son asilo seguro de toda clase de inmundicias, bichos y microbios. Los carruajes nocheros, especialmente son insoportables», podía leerse en el diario La Plata.

Y agregaba: «En las coupés hay que ir sacando la cabeza por las ventanillas para respirar. Sería bueno por lo menos, si no se tomaran medidas más radicales, hacer, como en otros puntos, carruajes de 1ra. y de 2da. categoría, con tarifas distintas. Debería prohibirse la circulación de vehículos fuera de las condiciones de aseo y de decencia. El transeúnte que apela necesariamente a ese medio de locomoción, queda muy mal impresionado con nuestros coches de alquiler y hacen deducciones que no nos favorecen. El cuidado de detalles, no debe dejar de preocupar a las autoridades municipales, sobre todo, cuando es tan fácil ponerle remedio.»

Coche de alquiler de La Plata, en los principios de los 1900 (foto archivo de Roberto Abrodos)

Para rematar, el diario de 1906 comentaba con fuerte bajada de línea: «Tristemente hay muchos magistrados que no pueden vivir en La Plata; su soledad los espanta, su tristeza los enferma, y ocurre igual cosa con los legisladores y empleados. Los que en ella se quedan es porque no pueden abandonarla, pues si pudieran seguirían el ejemplo que les viene desde lo alto, indudablemente La Plata ha nacido bajo signos nefastos y hados adversos que contrarían y se oponen a su engrandecimiento”. 

Lapidario. Sin lugar a dudas no eran buenos aquellos primeros años de la nueva capital, parecía que la fiebre del progreso había pasado y todo estaba en estado de letargo.

CONOCÉ LA PLATA MÁGICA

 

Salir de la versión móvil