“Un golpe de Estado en este momento en la región es insostenible. Si hay personas que creen que pueden soliviantar a nuestras Fuerzas Armadas, se equivocan”, dijo el viernes 18 de junio la ministra de Defensa de Perú, Nuria Esparch.
Quienes se saltearon las noticias internacionales durante unos días estarán pensando que hay un error. ¿Acaso doce días antes, el domingo 6 de junio, no hubo elecciones presidenciales en las cuales el izquierdista Pedro Castillo se impuso a la ultraderechista Keiko Fujimori?
Sí, así fue. Y no solo eso. El martes 15, tal como contó 90lineas.com, terminó el recuento oficial que confirmó la victoria del candidato de Perú Libre con el 50,125% de los votos sobre el 49,875% de la hija del ex dictador y genocida, Alberto Fujimori, hoy cumpliendo cadena perpetua por corrupción y crímenes de lesa humanidad que incluyeron esterilizaciones forzosas a mujeres campesinas y aborígenes.
¿Entonces? ¿De qué habla la ministra de Defensa? Es que la derecha peruana, en consonancia con el ultraliberalismo regional que ya pidió que no se consagre a Castillo (con Mauricio Macri, el colombiano Alvaro Uribe y el español José María Aznar a la cabeza), parece que solamente entiende y/o acepta la democracia en la que gana.
Así las cosas, como en los viejos tiempos -que ya salieron a relucir con el golpe de Estado breve pero sangriento que se dio en Bolivia en noviembre de 2019 al estilo de las asonadas del siglo XX-, ex miembros de las tres armas del Perú enviaron una carta colectiva al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas diciendo que “si el Jurado Nacional de Elecciones lo proclama ganador de la segunda vuelta (a Pedro Castillo) no debería ser reconocido por las FFAA”, informó el diario La República de la nación andina.
“Ex altos mandos en retiro del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, además de oficiales de menor graduación, enviaron una carta al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CCFFAA) en la que afirman que existe un supuesto ‘fraude electoral’, y que si como resultado del mismo es proclamado ganador Pedro Castillo, los institutos castrenses no lo reconocerían”, amplía el periódico, que calificó la actitud como “inaceptable” y añadió que los ex militares “no aportaron ninguna prueba de sus afirmaciones”.
La presidenta del Congreso del Perú, Mirtha Vásquez, señaló que no existen elementos para considerar que hubo fraude en la segunda vuelta electoral, pero que se debe esperar a que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) resuelva todas las impugnaciones para que proclame al ganador
El propio presidente interino de Perú, Francisco Sagasti, calificó también como “inaceptable” la carta del grupo de militares en retiro que, en la práctica, alentaron un golpe de Estado.
En perfecta sincronía con todos estos movimientos, el partido Fuerza Popular encabezado por la neofascista Keiko Fujimori, sobre quien pesa un pedido de 30 años y 10 meses de prisión “por ser parte de una organización criminal, lavado de activos y obstrucción a la Justicia”, entre otros cargos levantados por la Fiscalía Anticorrupción de Perú, sigue presentando recursos de nulidad sobre mesas en las cuales Castillo ganó ampliamente.
“Fuerza Popular ya presentó 942 impugnaciones, de las cuales el Jurado Nacional de Elecciones resolvió 792. Ninguna de sus solicitudes, hasta ahora, ha recibido un fallo a favor. Y el 80% de las impugnaciones presentadas fueron calificadas como extemporáneas”, apuntó La República.
Lo cierto es que el partido fujimorista no para de presentar impugnaciones, y los analistas dicen que la estrategia es “embarrar la cancha” para que Castillo no pueda ser proclamado, pues cada recurso debe ser analizado sí o sí. Antes, no se puede anunciar al ganador.
Asimismo, cabe recordar que Keiko Fujimori posteó en su cuenta de Twitter la carta de los ex presidentes de España y América Latina pidiendo que no se consagre a un ganador. Luego, vino la otra carta, la de los militares retirados llamando prácticamente a una sublevación si se consagra ganador al docente de extracción marxista-leninista.
Quien no se ha pronunciado en estos días es el verborrágico vocero de la ultraderecha internacional y latinoamericana en particular, el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, quien en una actitud que le ha quitado el último crédito que le quedaba como una persona amiga de la democracia llamó públicamente a votar por Keiko Fujimori, una neofascista con pedido de prisión (casi) perpetua que en campaña prometió indultar al genocida de su padre si llegaba al Palacio Presidencial de Perú.
“La derecha nunca es democrática”, dice y repite cada vez que puede el periodista Víctor Hugo Morales. Gran parte de Latinoamérica, y Perú en particular, parecen darle toda la razón.