Hace unos días, pocos, un joven remisero que me traía a casa me aseguró que “eso de la Delta es un verso del gobierno”. No le discutí ni mucho menos. Pero tomé dimensión de hasta qué punto puede penetrar el discurso negacionista de… quienes ya sabemos (cansa repetir una y otra vez “medios hegemónicos, derecha, ultraderecha, oposición política” y un largo etcétera).
Me hubiese gustado comentarle que en varios países de Europa y en Israel están tomando medidas restrictivas pese al altísimo nivel de vacunación que tienen a raíz, justamente, de la peligrosidad de la variante Delta del virus SARS-CoV-2. “La India”, le dicen en el barrio, pero la comunidad científica prefirió rebautizar las nuevas variantes para no estigmatizar a los países (deberían haberlo hecho desde el minuto uno para no estigmatizar a China en general y a Wuhan en particular, pero bueh, después de todo son comunistas).
“Tenemos el diario del lunes y no lo estamos leyendo” fue el título de un artículo firmado por el prestigioso inmunólogo platense Guillermo Docena y publicado en 90lineas.com en diciembre de 2020. Se refería a lo que estaba pasando en Europa con la segunda ola, mientras aquí el verano se vivía muy relajadamente. No lo escucharon. Una vez más, como siempre desde el inicio de la pandemia, el virus pegó la vuelta olímpica de costumbre: a grandes rasgos, primero Europa, escala en Estados Unidos, y luego América Latina.
El reconocido médico -también platense- Oscar Cingolani, quien trabaja en el Hospital Johns Hopkins de EEUU, el centro de salud universitario que creó el mapa mundial del coronavirus -quizás uno de los más consultados de la historia-, allá por mayo/junio de 2020 me dijo: “Ustedes tienen que mirar primero a Europa y después a nosotros, y en base a ello ir tomando medidas preventivas”. Claro como el agua clara.
Pero en fin, parece ser que la variante Delta no es muy tenida en cuenta por estos pagos… por quienes ya sabemos. El problema es que esa suerte de “no pasa nada” llega hasta los ciudadanos de a pie como uno. Más aún si desde gobiernos de distritos tan importantes del país como la Capital Federal y Mendoza les dicen que el coronavirus “ya fue”. ¿O acaso no es ese el mensaje que dieron los gobernantes de esas jurisdicciones cuando se negaron a votar en el Consejo Federal de Educación la continuidad de la distancia social y los cuidados de rigor en las escuelas?
Pasemos en limpio. Se reunió el Consejo Federal de Educación (CFE), órgano que nuclea a los ministros y ministras de Educación de las 23 provincias argentinas y de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), para definir el modo en que se pasará de grado o año con vistas al ciclo lectivo 2022.
“Lo que espero es que prime la responsabilidad. Hace una semana, el ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires estaba hablando de una tercera ola”, subrayó Trotta en declaraciones radiales
Allí, por unanimidad, se decidió que los chicos y chicas deben saber el 70% de los contenidos para promocionar. Pero habrá tres categorías (valga la expresión): los que lleguen a esa marca, quienes estén entre el 25 y el 70% y aquellos que se encuentren por debajo del 25%. Para las dos últimas franjas, así como para quienes directamente se desengancharon de la escuela, se implementarán estrategias de enseñanza, recuperación de contenidos y evaluación particulares. Hasta ahí, todos levantaron la mano.
Pero la representante de la CABA y su par de Mendoza la dejaron debajo de la mesa cuando se votó por la llamada “guía de condiciones y recomendaciones para habitar la escuela”, la cual dice que el distanciamiento físico debe seguir siendo de un metro y medio y que continuarán los protocolos que obligan a usar barbijo, a ventilar las aulas y al lavado de manos varias veces al día.
Es que así como el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, había desobedecido a la Justicia Federal al mantener las clases presenciales cuando el Gobierno nacional las suspendió a causa del pico de casos durante la segunda ola (decisión antirrepublicana si las hay, pero que contó con el aval de la Corte Suprema… bueh, no es de extrañar), ahora había anunciado, antes de la reunión del Consejo Federal de Educación (un hombre muy dispuesto al diálogo y el consenso, como se puede ver), que en la República Porteña Independiente volvían las clases de toda la vida luego de las vacaciones de invierno.
“La Ciudad tiene que reflexionar. Esta posición los deja en completa soledad”, dijo el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta. ¿Lo habrá dicho por Soledad Acuña, su par en la CABA? Los gremios docentes pusieron el grito en el cielo, y con razón.
“Para nosotros es la noticia del año”, disparó Doña Soledad, con perdón de Pastorutti y de la hermosa canción de Alfredo Zitarrosa.
Siempre se supo, y en este diario lo hemos marcado en más de un artículo, que la República Porteña mira al resto del país desde arriba (nunca se supo ni se sabe muy bien desde arriba de qué). Buenos Aires les dio la espalda a San Martín y a Belgrano, celebró por todo lo alto el asesinato de Güemes, promovió el descuartizamiento de Paraguay junto a Uruguay y Brasil, jamás de los jamases tuvo una visión integral de la Argentina ni un proyecto de industrialización y desarrollo, y ello, teniendo en cuenta que Dios siempre atendió y atiende cerca del obelisco, fue y es una condena para millones y millones de provincianos… como nosotros, los bonaerenses. Lo que no sabíamos era que Mendoza seguía esa estela, más allá del delirio independentista de muchos.
Ay país, país, país… cantaba Piero.