La emergencia por las nuevas variantes virales del SARS-CoV-2 y la distribución discontinua y desigual de las vacunas en el mundo determinan que, seguramente, vamos a necesitar reforzar durante unos años la inmunidad conferida por las vacunas que comenzó en diciembre de 2020.
Estas vacunas han mostrado ser seguras y eficaces para contener al virus y la pandemia. Sin embargo, la persistencia de focos de contagio, sumado a la aparición de nuevas variantes con mayor poder de transmisión, limitan su efectividad. Esto determina que se deban mantener los esfuerzos globales para sostener e intensificar la vacunación, para lo cual es necesario aumentar los niveles de producción y abastecimiento de vacunas en todos los rincones del mundo.
Ante este escenario, las opciones para poder alcanzar la inmunidad comunitaria o “inmunidad de rebaño” son:
*Administrar una tercera dosis de refuerzo
*Combinar vacunas para utilizar las disponibles en cada población y poder completar esquemas de vacunación
*Modificar las vacunas y dirigirlas a la variante Delta
Con respecto a la primera opción, se trata de administrar una única dosis, no las dos dosis o esquema completo.
Sin embargo, observamos que se está planteando realizarlo a menos de un (1) año de iniciado el proceso de vacunación. Esto no sería lo indicado, dado que estas vacunas están mostrando tener una robustez suficiente como para asegurar una inmunidad protectiva durante ese periodo de tiempo.
Por lo tanto, recién habría que considerar esta opción a partir de 2022. Los trabajos demuestran que al menos por 8 meses estas vacunas mantienen los mecanismos que han generado. Y a medida que transcurra el tiempo y se continúen los estudios, seguramente demostrarán que la memoria inmune inducida perdura por uno o más años.
No obstante, hay que considerar que una tercera dosis dirigida a la variante Delta sería una opción por demás atractiva. En ese caso, sí es recomendable que el año próximo se instrumente esta opción que, además de mantener la inmunidad previamente inducida, va a dirigir la respuesta inmune hacia esta variante que está desplazando a las demás y generando nuevas oleadas de contagios.
A mi entender, sólo se justificaría una tercera dosis de refuerzo antes del año en aquellos individuos que por tener enfermedades de base que afectan al sistema inmune (ciertas inmunodeficiencias o estados de inmunosupresión terapéutico) determinan que las vacunas no activen ese sistema como corresponde. En tal caso y exclusivamente considero que se justificará una tercera dosis temprana.
Inclusive, considerando a la variantes Delta y las actuales vacunas dirigidas a generar inmunidad frente a la variante original de Wuhan, las vacunas muestran eficacia de protección, aunque en algunos casos reducida. En este sentido, se observa que la variante Delta infecta principalmente a los no vacunados, lo cual básicamente indica que las vacunas actuales protegen.
De manera que en este momento la prioridad en el planeta es tener a la mayor cantidad de personas vacunadas y con el esquema completo de dos dosis. Sólo de esta manera será posible cortar la cadena de transmisión viral a nivel global.
Si así no ocurriera y la protección fuera heterogénea en el mundo, se mantendrían focos aislados de contagios, que pueden generar nuevas variantes y significar una amenaza para las vacunas, con la posibilidad de diseminarse inmediatamente producto de la globalización. Si esto pasara, la pandemia continuaría en el tiempo.
Por lo tanto, la administración de una tercera dosis de vacuna para la Covid-19 seguramente será necesaria hasta tanto se logre contener la diseminación viral, pero sólo a considerar luego del primer año de iniciada la vacunación.
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