La historia de «Pepino el 88» y su legado cultural en la Ciudad

Hoy en día todos los platenses disfrutamos del Teatro que lleva su nombre y apellido. Un sello de la cultura de nuestra ciudad. Una familia que dejó su impronta marcada a fuego

Pepino el 88

Rememorar el teatro es evocar el espíritu de sus personajes sujetos al recuerdo de las figuras. El teatro, tan fugaz como eterno, tan antiguo como moderno nunca deja de asombrarnos. Muchas veces, un local fortuito puede convertirse en una tremenda fuerza capaz de reunir a espectadores y artistas.

Ese es el misterio del teatro. Los escenarios tradicionales recibieron el aporte enriquecedor de los actores y autores nacidos en el circo, con sus sainetes y dramas criollos. Justamente de un circo nace el mayor artífice de nuestro teatro nacional, José “Pepe” Podestá como quien necesita el aire para respirar y la palabra para expresarse, así, José consumió los escenarios hasta el último día de su vida.

José Podestá dice en sus Memorias: «¡El circo, sí, el circo! ¡Sobre su arena fue nuestra escuela, sobre su arena conquistaron los gauchos del drama las tablas de los escenarios! Tal el humilde y honroso origen y ningún arte escénico puede ostentarlo mejor”.

Desde 1873 no cesaron de brindar giras circenses en ambas márgenes del Río de La Plata. Fue en una de esas giras, en 1881, que bajo una carpa al sur de la provincia de Buenos Aires, surge el personaje, el inmortal payaso «Pepino el 88» acompañado por el burro Pancho. Atleta y trapecista, Pepe Podestá, crea en el circo un nuevo estilo de payaso; hace canciones satíricas donde interpreta personajes populares, refleja con humor costumbres y comenta las alternativas políticas del momento con ironía, diciendo en broma lo que siente la gente en la calle.

El 7 de mayo de 1883, Don Pepe se casa en la ciudad de Rosario con Baldomera Arias. Sus hijos también conformaron la gran compañía teatral.

En el año 1884, mientras se encontraba en Lujan con sus hermanos, fue contratado para trabajar en la ciudad de La Plata con motivo de la instalación de los Poderes Públicos. La fiesta, programada para el 15 de abril del mismo año, contó con la actuación de la compañía de acróbatas y de Don Pepe, que representó su ya famoso personaje cómico “Pepino el 88”.

El aporte de la familia Podestá al teatro nacional no se detiene allí. Eduardo Gutiérrez escribe Juan Moreira, que publica en forma de folletín en el diario La Patria Argentina. Se decide llevar la novela a escena y exige un actor criollo. La elección recae en Pepe Podestá, que canta, toca la guitarra, monta a caballo y usa el facón; bajo la dirección de los Hnos. Carlo, toda la familia Podestá forma parte del elenco. El estilo de estos actores, era actuar como acróbatas, equilibristas o payasos, todos los cuadros se hacen con mímica, acompañada con música; pero no existía el dialogo.

Un tiempo después, alguien sugiere a Podestá introducir la palabra a la obra, y así el 10 de abril de 1886 se estrena en Chivilcoy el primer drama argentino. Esa versión comienza a recorrer los caminos de la patria con el amparo de toda la familia Podestá.

José «Pepe» Podestá

SU LLEGADA A LA PLATA

En 1886, nuevamente se radica en la ciudad y compra el Politeama 25 de Mayo, en los terrenos que pertenecían a los señores Aristegui y Ferreiroa, era un circo teatro ubicado en la esquina de 51 y 10; donde años después se levantaría el Teatro Argentino.

El 19 de noviembre de 1886, se había inaugurado el primer teatro de grandes magnitudes para las veladas teatrales el Politeama “Olimpo”. La construcción alcanzó un costo total de 150 mil pesos y fue encargada por sus propietarios, la sociedad Vicente Jordán y Cía. En esa función del 19 de noviembre, se ofreció al público la ópera italiana «El Barbero de Sevilla», de G. Puccini, con el célebre tenor Roberto Stagno y la soprano Gemma Belinccioni. En 1897, José Podestá y sus hermanos Gerónimo, Juan y Antonio, compran en remate público al Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires el Politeama “Olimpo”.

Poco después, como no era negocio rentable para todos, dada la crisis de la década del 90, Pepe Podestá, mediante una hipoteca, abonó la parte proporcional a sus hermanos, pagándoles una parte al contado y otra en cuotas. Para amortizar esa deuda trabajó en circos que deambulaban por la provincia con su famoso personaje «Pepino el 88» hasta que formó su propia compañía en la que participaron muchos de sus familiares, convirtiéndose en el pionero del teatro rioplatense.

Politeama “Olimpo” en los años ’20, en 10 y 47

EL TEATRO

El proyecto del edificio se le atribuye al arquitecto uruguayo Carlos Zenhoorf. La tipología de teatro responde a la italiana, en forma de herradura, propia del siglo XIX, y típica de la arquitectura neoclásica (italianizante y ecléctica) construida en nuestra ciudad. Su forma está materializada por una sucesión de espacios delimitados de acuerdo a las teorías arquitectónicas de la época.

En la sala misma del teatro, existía un sistema de suelo movible que permitía la adaptación a circo y fue considerado una verdadera innovación no solamente aquí sino en Europa. La entrada de los artistas y animales hacia el picadero era por los costados del escenario donde actualmente se encuentran los primeros palcos.

Las obras artísticas, fundamentalmente, se encuentran en la sala, en el cielorraso materializado mediante una tela italiana pintada por Bouchet. Esta tela representa un nuevo día hasta el anochecer, completándose con una importante garganta en yeso decorada con imágenes de personalidades de las distintas disciplinas del arte. Los interiores están decorados con tonos que armonizan, se destacan las columnas y molduras con dorado a la hoja; parte de la decoración interior fue importada de Italia.

En la esquina de 10 y 47 se encontraba el gran café «El Olimpo» que se extendía hasta la calle 47, la elegancia y la luz eran parte fundamental de la construcción. Una enorme arcada de medio punto ubicada al fondo de la confitería, la comunicaba directamente con el hall del teatro y en la planta alta se encontraba el petit hotel que albergaba a los artistas que venían del exterior o de Buenos Aires a representar sus obras.

Por la calle 10 se encontraban dos viviendas que contaban con depósitos en los fondos y eran ocupadas por la familia Podestá. En la actualidad queda solo una de dos plantas. El edificio en su totalidad comprendía unos 3.152 m2.

El 1º de abril de 1890 representan por primera vez en su sala la obra “Juan Cuello” y el 4 de junio “Martín Fierro”, teatralizado por el Dr. Elías Regules, quien fuese posteriormente Rector de la universidad de Montevideo en 1925.

En 1920, el Politeama Olimpo cambia de nombre, Pepe Podestá lo bautiza “Coliseo Podestá” en honor a su padre.

La década de los años 20 marcó toda una época para el teatro y la ciudad, en él se realizaron bailes de carnaval y primavera. El piso de la sala era toda una novedad tecnológica: por medio de seis gatos o criques accionados manualmente se nivelaba la altura del escenario. Por supuesto se eliminaban las butacas y se instalaban mesas y sillas, quedando una gran pista de baile. La orquesta se ubicaba en la fosa o en el escenario.

Afiche de época

Hasta la década del 40 estuvo administrado por esta tradicional familia teatral. José Podestá pasó su ancianidad sin vejez, trabajó en las tablas hasta los 70 años rodeado de sus hijos y nietos. A su lado se formaron los más grandes actores y actrices argentinos. Todo lo hizo con humildad suprema.

Posteriormente a su muerte, ocurrida el viernes 3 de marzo de 1937 se hizo cargo del edificio la empresa A.I.A. que incorporó una cabina cinematográfica. A partir de allí el edificio no recibió ningún tipo de mantenimiento. En 1981 la Municipalidad de La Plata adquiere el inmueble y en octubre de 1983, el año que volvió la democracia, se produce la reapertura del Teatro.

El Coliseo Podestá posee una sala con una acústica perfecta. En él se ofrecieron importantes espectáculos de diversos géneros, que permitió poner en escena óperas antes de ser estrenadas en Buenos aires.

Por su escenario pasaron figuras de la talla de Remete Zacconi, Margarita Xirgú, Arthur Rubinstein, Lola Membrives y Marian Anderson, entre otros.

Varios de los hijos de José Podestá nacieron en nuestra ciudad, creador pertinaz, mezcla de payaso, mimo, acróbata, coreógrafo, bailarín y empresario, Pepe le dio prestigio y renombre al teatro argentino desde los escenarios más encumbrados hasta los más humildes tablados. Los nombres de Blanca, Antonio y Pablo Podestá, se han agregado, con iguales virtudes, a la historia del teatro argentino.

Salir de la versión móvil