La llegada a las salas de cine de la remaike/secuela del Escuadrón suicida vuelve a subrayar un fenómeno que se está dando mucho con las películas pochocleras de estos tiempos, se están transformando en films de serie B de gran escala. En este caso, con una nueva oportunidad para el grupo de villanos que apareció en 2016 con una entrega espantosa y que ahora parece haber encontrado su tono.
La película narra cómo Amanda Waller (interpretada por Viola Davis) recluta un grupo de criminales para enviarlos a una misión cuasi suicida a un país ficticio de América Latina llamado Blanco Maltece. En ella los protagonistas descubrirán que las intenciones de Waller son mucho más oscuras de lo que parecían, y que el secreto que se esconde en aquella tierra puede poner en peligro a toda la humanidad.
La cinta está dirigida por uno de los personajes cinematográficos de este último tiempo, el director James Guun. Aquel que fuese el artífice de los dos volúmenes de Guardianes de la galaxia en Marvel, y que posteriormente fue despedido y recontratado por el mismo estudio tras unos polémicos tweets del pasado. Claramente es un autor con un sello muy propio, especialista en tomar personajes bizarros e inverosímiles y otorgarles carga dramática.
Está claro que era un desafío, no solo hacer una cinta mejor que la de 2016 (que no era muy difícil superarla) sino lograr sostener a un equipo de protagonistas y cuyas relaciones puedan ser fluidas. Pero creo que el primer gran punto positivo de la película es que realmente abraza al material original, ya que los comics del Escuadrón suicida son famosos por saber que cualquier personaje muere en cualquier momento, no se destaca principalmente por dotar de escudos argumentales.
Ahora bien, hay detalles del film que le dan una impronta muy propia de su director y que siento que se les debe prestar mucha atención. James Guun saltó a los primeros planos con Guardianes de la galaxia, pero no es ahí donde nació como autor. Su debut fue con Tromeo y Julieta (1998) una versión bizarra de la obra de Shakespeare, luego escribió el guión de El amanecer de los muertos de Zack Snider y Slither (2006), todas ellas cintas de terror de bajo presupuesto cargadas de sangre y las libertades propias del cine de serie B.
El llamado cine de serie B nace en EE.UU con la gran depresión donde los estudios consideraron que producir grandes películas constantemente haría poco redituable a la industria. Fue ahí cuando comenzaron a realizar cintas de bajo presupuesto con actores y directores poco conocidos, pero que tenían más libertad ante la censura al ser películas que no necesariamente llegaban al gran público.
En los años 80 y 90 este género tuvo una época dorada con las famosas cintas “directamente para video” y directores como Tim Burton, Quentin Tarantino, David Croovenberg o Steven Soderbergh son hijos de la serie B. Entre los films más destacados se pueden nombrar Cat People (1942), La invasión de los usurpadores de cuerpos (1956), Evil Dead (1981) o El show de terror de Rocky (1975) etc.
Decir que Escuadrón suicida es una cinta de serie B es evidentemente falso, nunca un film de 185 millones de presupuesto entraría dentro de esa categoría. Me refiero a que lo que se ve en pantalla es más propio de las películas de los videoclubs de los 80 que del universo de DC comics en el cine. La película es un frenesí de gore, muertes bizarras, planos y una violencia más propia de aquellas producciones que podían tomarse esos lujos, por ejemplo, la película original de Robocop (1988) que era absolutamente sangrienta, pero cuyas secuelas tuvieron más presupuesto y más restricciones.
Convertir al Escuadrón suicida de los comics en una cinta gore propia del cine B de los 80 o 90 es un acierto, sin lugar a dudas. Es una obra que tiene todo el cinismo que la de 2016 no se animó a tener producto de un estudio que quiso convertir a un grupo de asesinos en una cinta family friendly y con un mensaje de unión familiar. Aquí los villanos son amorales por naturaleza, pero con lugar para tener carga dramática. La cinta puede no ser todos, ya que a no todo el público le gusta la violencia gráfica, pero se adapta más a lo que el material original pedía.
Los blockbusters actuales parece que han agotado casi todas sus ideas, y están llegando a un punto donde están recurriendo a cineastas que no son propios del entretenimiento masivo, el resultado puede variar, pero esta cinta es algo nuevo para un público que ha consumido las mismas recetas una y otra vez durante años.