Hace apenas un mes y monedas, el 17 de julio último, Solange Février, trabajadora de limpieza del Hospital Universitario de la Paz de Puerto Príncipe, capital de Haití, estaba exultante: fue una de las primeras ciudadanas de ese país en ser vacunada contra el coronavirus. Recién en esa fecha, en la república caribeña se inició la inmunización merced al medio millón de dosis de la vacuna Moderna donadas por los Estados Unidos. “Las dosis llegaron al hospital a primera hora de la tarde, y a las 14,45 ya se había vacunado a 38 personas”, dijo el médico Edmond Gue, de la oficina de la OPS-OMS (organizaciones panamericana y mundial de la salud).
“Trabajo en el hospital. Estoy contenta. Esto es algo muy bueno para el país. Además, tras recibir la primera dosis, me siento muy bien”, contó Solange.
Un día antes, el 16 de julio, el gobierno de Francia encabezado por Emmanuel Macron reprimió una importante manifestación que se realizó en París contra el pase sanitario, un documento que acredita la vacunación contra la Covid-19 y que el Ejecutivo del país galo implementó como requisito para acceder a hospitales, cines, museos, trenes y otros espacios públicos, a causa de la enorme cantidad de personas que se niegan a ser inmunizadas.
Una mega encuesta que se hizo en el país europeo a fines de 2020 dio como resultado que el 59% de la población no pensaba ponerse la vacuna. Esa cifra bajó a partir de que se implementó el pase sanitario. Pero no mucho. Más crecieron las protestas.
Hace un mes, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió que sólo un 14% de la población total de América Latina y el Caribe había completado su calendario de vacunación, mientras que algunos países aún no habían podido vacunar a más del 1% de sus habitantes
Dos días después de aquella movilización en Francia, y al día siguiente de que fuesen vacunados los primeros 38 haitianos y haitianas sobre una población total de 11.325.861 habitantes, unos 120 mil galos se volcaron nuevamente a las calles de París, Marsella, Lyon, Nantes, Montpellier y otras ciudades al grito de “Libertad” y “Macron dictador”. Las protestas continúan hasta hoy.
En Haití se habla francés. Es el único punto en común entre uno de los países más pobres del mundo que pide a gritos vacunas contra el coronavirus y la segunda potencia económica europea que rechaza, en una proporción aproximada de 6 cada 10 habitantes, dosis que todos tienen al alcance de la mano y en forma gratuita.
La pandemia, como ningún otro fenómeno, puso al descubierto la violenta desigualdad que, desde la caída del muro de Berlín, se ha expandido por el planeta como una mancha de aceite
En enero de este año, la OMS advirtió a través de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que el mundo podía enfrentarse a un “catastrófico fracaso moral” si los países ricos acaparaban las vacunas en detrimento de las naciones pobres.
Pues bien, el catastrófico fracaso moral ya está aquí. A principios de este mes, cuando los casos positivos a nivel mundial superaron la barrera de los 200 millones (hoy son 211 millones), la organización de las Naciones Unidas reveló que “sólo 10 países concentran el 75% de las vacunas aplicadas en el mundo”.
Volvamos por un segundo a Haití. Como se dijo, hace un mes recibió una donación de EEUU (al cual le sobran dosis porque también tiene un porcentaje altísimo de antivacunas) de 500 mil ampollas de Moderna. No obstante, una vez aplicadas todas, solamente quedaría inmunizada el 4,41% de la población de esa castigada nación.
El sitio Our World in Data, creado en el ámbito de la prestigiosa Universidad de Oxford, realiza a diario un relevamiento de las dosis aplicadas en el planeta. La desigualdad entre países, lisa y llanamente, obliga a imaginar una definición muchísimo más dura para el mundo que la de “fracaso moral” del que habló el titular de la OMS.
Hay países que están en torno al 70% de personas vacunadas, como Uruguay (64,7%), Chile (64,5%), Israel (62,2%), Mongolia (60,6%) , Bélgica (60,2%), Canadá (60,2%), Reino Unido (57,1%).
¿Y la (todavía) primera potencia mundial? Se estancó en el 49% de su población, justamente por la enorme cantidad de antivacunas que viven en ese país, lo cual llevó a que empiece a repartir dosis. De hecho, Argentina recibió 3,5 millones de vacunas Moderna y ya les dio una gran utilidad, ya sea como segunda aplicación a quienes recibieron la primera de la Sputnik V, ya sea para adolescentes.
Francia ha sufrido más de 114.000 muertes por el coronavirus, pero aún así, una encuesta afirma que el 59% de los galos no piensan vacunarse
En ese contexto, Argentina quedará en los próximos días cerca de alcanzar las 50 millones de vacunas contra el coronavirus, según anunció la ministra de Salud, Carla Vizzotti. A la fecha, en el país se aplicaron 40.407.410 dosis: 27.490.908 de primeras dosis y 12.916.512 de segundas dosis, que desde hace un tiempo comenzaron a subir de manera exponencial. Una muy buena campaña para un país subdesarrollado que tuvo que arreglarse para obtener vacunas, lo que logró fundamentalmente merced a las relaciones país-país con Rusia y China.
Pero vayamos al otro extremo del planeta. Our World in Data informó que en Nigeria solamente se vacunó al 0,7% de la población sobre un total de 201 millones de habitantes, lo que lo convierte en una de las naciones africanas más pobladas. Le siguen, en orden decreciente, Afganistán (0,6%), Siria (0,1%) y Haití (0,1%). Inadmisible.
Aunque con datos poco fiables debido al desmanejo de los respectivos gobiernos, los números que se manejan a nivel global para repúblicas como Libia, por caso, indican que no se ha llegado a vacunar siquiera al 0,5% de la población, al igual que en Níger, República Democrática del Congo, Cabo Verde y República del Congo. Nauru llegaría al 6% y Tonga al 5,3%, por poner algunos ejemplos que generan escalofríos, más aún cuando cientos de miles de franceses hasta se enfrentan a la Policía para ejercer su libertad de no inmunizarse.
EEUU, LA PANDEMIA DE LOS NO VACUNADOS
Hace exactamente un mes, el 16 de julio, la BBC publicó un informe titulado “Coronavirus, cómo EEUU está perdiendo de nuevo el control de la pandemia”.
La cadena de noticias británica indicó que “con menos de la mitad de la población vacunada (49%) y los contagios creciendo sin freno, Estados Unidos está en la dirección equivocada en la pandemia”. La advertencia la hizo Anthony Fauci, el asesor de la Casa Blanca en enfermedades infecciosas, quien “prevé un recrudecimiento de los casos de Covid-19 en el país si no se toman medidas correctivas”.
A ello se suma el estancamiento en las tasas de vacunación, principalmente en los estados conservadores del sudeste del país. “Es realmente una pandemia entre los no vacunados”, definió Fauci a la cadena CNN.
Vivek Murthy, jefe del Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública, dijo que “el 99,5% de las muertes recientes por Covid-19 en el país se han dado entre personas no vacunadas”. En tanto, el doctor Marcus Plescia, director de la Asociación de Funcionarios de Salud Estatales y Territoriales, explicó que el problema principal del incremento de contagios se concentra en una región del país. “Es particularmente grave en seis o siete estados. Los estados del sudeste y algunos del medio oeste”, especificó.
Alabama, Mississippi, Arkansas, Georgia, Tennessee y Oklahoma, entre otros, tienen menos del 40% de su población vacunada, en claro contraste con estados de la región noreste, como Vermont y Massachusetts, donde la población inmunizada supera el 65%.
¿Ideología? Básicamente. Los estados con más baja vacunación son mayoritariamente republicanos y han votado por Donald Trump en las últimas elecciones.
En Francia, muchísimos de quienes se manifiestan contra el pase sanitario simpatizan con la ultraderechista Agrupación Nacional (ex Frente Nacional).
Así las cosas, mientras los ricos juegan a vacunarse o no, en decenas y decenas de naciones pobres no se inmunizan porque, sencillamente, no tienen con qué hacerlo. En el 510 y en el 2021 también, el mundo fue (y será) una porquería.