Remataron terrenos en Villa Garibaldi

Lo hicieron a valores muy accesibles y en cómodas cuotas

El gran asado del 15 de abril de 1888 (foto colección Roberto Abrodos)

Un negocio en tierras altas y muy productivas, distante 10 kilómetros del centro de La Plata, con la presencia del templo católico más antiguo de la región, la capilla San Pedro, ubicada exactanente en 22 y 652. Eso era por los años fundacionales de nuestra ciudad, allá por el 15 de abril de 1888, lo que hoy conocemos como Villa Garibaldi, perteneciente en la actualidad a la delegación de Villa Elvira. 

Ese 15 de abril de 1888, día en que comenzó el remate de tierras de una zona próspera por ese entonces, se agasajó con un gran asado, a unos cien invitados. Previamente a este evento que marcó un antes y un después para la localidad, la historia registra que entre mediados de los siglos XVII y XIX, las tierras que hoy se conocen como Villa Garibaldi y Parque Sicardi pertenecieron a varios estancieros, entre ellos, según algunos testimonios históricos, Juan Manuel de Rosas e Ignacio Correas, padre de quien cuyo nombre quedara perpetuado en La Plata llevando en la designación de la estación y localidad de Ignacio Correas, ubicados muy cerca del conglomerado sureño platense.

Apenas fundada, La Plata surgió como una gran oportunidad para los especuladores del mercado y allí apuntaron su disposición expansiva entidades comerciales, que duplicaban sus ganancias en cuestión de horas con los remates de tierras para asentar poblaciones. Unas 700 manzanas pertenecían al vecino Eugenio Sicardi, quien encargó la tarea al martillero Emilio Morales Gauna, hombre experto en los negocios y gran rematador.

Una imagen histórica de la construcción del monumento en Villa Garibaldi (colección Roberto Abrodos)

El territorio, que recuerda a uno de los impulsores de la unidad italiana de mediados del siglo diecinueve, iba a convertirse en un gran polo productivo y administrativo, el sueño era grande y estaba bien pensado, con la construcción de una plaza principal y dos fuentes, había sido inaugurada una importante estatua de cemento que labró el artista italiano Abraham Giovanola en homenaje a José Garibaldi y la extensión del recorrido de tranvías.

Recordemos que Garibaldi nació en Niza, el 4 de julio de 1807. Por entonces, declarado como territorio italiano, formaba parte del Reino de Piamonte. En su juventud se trasladó a Roma, donde conoció la importancia de consagrar una república autónoma que permitiera la unificación estatal. Así, se convirtió en un fiel simpatizante de lo que se conoce como la Unificazione d´Italia (1848-1870), es decir, el hecho político más importante que daría paso casi un siglo después, a la fundación de la Republica el 2 de junio de 1946. Para ello, en 1833 se unió a la Joven Italia, organización secreta que comandaba Giuseppe Mazzini. En 1834, a causa de una insurrección en Génova, fue condenado a muerte por lo que tuvo que exiliarse doce años a América Latina, donde luchó por la liberación de varios países de Sudamérica.

La oferta y el trato a los futuros compradores fue ideal, la conjunción de un buen almuerzo y la posibilidad de tener terreno propio para la mayoría de inmigrantes italianos con facilidad para albañilería y a pagar en cuotas fue un gran anzuelo para hacer el negocio. El plano mostraba en el centro de la zona que se iba a lotear ese día, una gran plaza central con una imponente estatua de Garibaldi en el centro. En esa jornada se vendieron prácticamente todas las parcelas de las más de 40 manzanas de tierras que se remataban, en un clima entusiasmado y festivo, en el que, por tratarse de un remate, el precio de ciertos terrenos fue objeto de enérgicas pujas entre los concurrentes con mayor poder adquisitivo.

Foto histórica de la capilla San Pedro, de Villa Garibaldi

La característica de venta era la de abonar por cada terreno una suma en efectivo, se desembolsaba el veinte por ciento del valor total del solar, y el resto se abonaba en cuotas iguales, sin intereses y a precio fijo, en 120 mensualidades, en diez años. La tenencia era inmediata.

Se trataba de un proyecto más que ambicioso que predecía para Villa Garibaldi, por la extensión futura que tenía su trazado, un destino de verdadera ciudad que ya se mostraba con algunas construcciones. Los compradores de los terrenos estaban muy apasionados, pero en el proyecto nada se decía con respecto por cuenta de quién correría la apertura de calles.

Pero los compradores, en sus días libres, se fueron convocando de acuerdo a la ubicación de los lotes que habían recibido, para comenzar a abrir algunas calles. En los primeros tiempos se habían comenzado a levantar varias viviendas, pero la grave crisis económica de 1890 hizo que la mayoría de esas obras se detuvieran y que, además, una parte importante de los compradores no pudieran seguir pagando la cuota mensual del terreno, con la consabida perdida de la propiedad.

El sueño se hizo añicos, hoy solo queda la estatua de Garibaldi, y la iglesia reformada. Igualmente, con el paso de los años la zona está bastante poblada y señalizada y es un polo ideal para el descanso, alejado del mundanal ruido.

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