Hernani Natale (Télam).- Carlos “El Indio” Solari estrenó en la noche del sábado tres canciones, además de poner su voz en otras tantas, en su participación virtual en el concierto que brindó su banda Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado en un colmado Estadio Único de La Plata Diego Armando Maradona, y coronó de esa manera una memorable velada para los fieles ricoteros, quienes tuvieron así una celebración total.
Es que además de la estelar presencia de su máximo líder, la feligresía se estremeció con un repertorio que reunió 14 clásicos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, sobre un total de 31 composiciones, que se completaron con obras de la etapa solista del Indio.
Todo eso en manos de una ajustada y potente banda que lleva con altura la tarea de mantener vigente una pieza fundamental de la cultura local de las últimas décadas.
Esto ocurrió en la primera de las dos fechas del espectáculo “La vuelta al condenado paraíso”, con el que la banda retoma la presencialidad, luego del histórico concierto por streaming “A los pájaros” que protagonizó en abril pasado.
La posibilidad de volver a vivenciar el tradicional ritual que se inició con Los Redondos; disfrutar de las canciones cuyas letras hicieron remeras, interpretadas por la banda que conoce la cocina de cada una de ellas; y la anunciada participación del Indio fueron los condimentos que preanunciaron una velada histórica.
No fallaron los vaticinios en lo referente al marco dentro y en los alrededores del estadio, ni en el repertorio, el desempeño de la banda y el aporte del protagonista de la noche, a veces de manera implícita y, en algunas, en fantasmagóricas apariciones virtuales.
En ese contexto, y de esa manera, El Indio estrenó los temas “Jericó”, “La misión secreta” y “Aerolíneas rebeldes”; volvió sobre “Rezando solo”, la canción que había presentado en el streaming de abril; mostró por primera vez en vivo “El que la seca la llena”, con un cierre en donde se pudo escuchar uno de los puntos más altos de la banda; y puso su voz en el clásico “Flight 956”.
El resto de las dos horas y media de concierto tuvo el protagonismo de Los Fundamentalistas defendiendo una gran obra, siempre con el espíritu del Indio sobrevolando; y del enfervorizado público, que llegó cantando al estadio, coreó cada uno de los temas del show y se retiró en medio de cánticos.
Tras una previa del público, que había comenzado en los alrededores del estadio, en la que fundamentalmente se vitoreó a Los Redondos, pero también se recordó a Maradona y hasta se cantó la marcha peronista y se reeditó el hit de algunos veranos atrás que insultaba al expresidente Mauricio Macri, las pantallas apostadas al fondo del escenario anunciaron el inicio del concierto.
Una recorrida visual por viejos conciertos del Indio y Los Fundamentalistas, y los consecuentes rituales de los seguidores, precedieron al arranque con “Había una vez” y “El charro chino”, que prepararon el terreno para un primer repaso ricotero con “Toxi taxi”, “Un ángel para tu soledad” y “Mi perro dinamita”.
Cada una de las interpretaciones fueron llevadas con naturalidad, aunque sin perder el nervio, por la banda conformada por Gaspar Benegas y Baltasar Comotto, en guitarras; Pablo Sbaraglia, en teclados y guitarras; Fernando Nalé, en bajo; Ramiro López Naguil, en batería; Miguel Ángel Tallarita, en trompeta; Sergio Colombo, en saxo; y Luciana Palacios y Deborah Dixon, en coros.
Y aunque la parte vocal recae en mayor medida sobre Benegas y Sbaraglia, todos hacen sus aportes, en mayor o menor medida, a excepción del baterista.
Entre los clásicos de Los Redondos sonaron, entre otros, algunos infaltables como “Juguetes perdidos”; otros entrañables como “Canción para náufragos”, “Ñam fi frufi fali frú” y “Aquella solitaria vaca cubana”; vibrantes piezas como “Maldición va a ser un día hermoso” y “Nadie es perfecto”; inéditas como “Mi genio amor” y “Un tal B.B.”; festivas como “Mariposa Pontiac/Rock del país”; y gratas sorpresas poco revisitadas como “Alien duce”.
Entre las canciones pertenecientes a la etapa solista del Indio, aparecieron algunos clásicos como “El tesoro de los inocentes”, “To beef or not to beef”, “¿Por qué será que Dios no me quiere?” y “Amenesia”.
Pero también se mostraron canciones de “El ruiseñor, el amor y la muerte”, último disco que nunca presentó en vivo, como el caso de la canción que da nombre al álbum, “El tío Alberto en el día de la bicicleta”, “La pequeña mamba” y “A bailar que no hay infierno”.
El espectáculo contó con interesantes gráficas que, además de traer la figura del gran gurú de la noche, oscilaron entre imágenes de la banda y diseños surrealistas.
Más allá de las lecturas que puedan hacerse de lo ocurrido el sábado, lo más impactante sin dudas es la manera en que se reactualiza la leyenda de Los Redondos y toda la épica que rodea a sus seguidores. Por supuesto que esto conlleva el reconocimiento del Indio como factótum de ese fenómeno.
Así como mientras se llegaba al estadio se podía escuchar a los fans en grupos entonando cánticos dedicados a la legendaria banda, fueron sus canciones las que hicieron literalmente temblar el estadio en varias ocasiones.
Así, las apariciones del gran protagonista casi lo sitúan como un oráculo para el público, algo que se acrecienta a partir de la virtualidad.
En esta liturgia, obviamente, no podía faltar el cierre con “Ji ji ji”, aunque solo del concierto, porque la celebración seguía a la salida del estadio y prometía extenderse. Tal vez tanto como para llegar hasta la nueva función que Los Fundamentalistas darán este domingo noche, en una fecha añadida al agotarse las localidades para el sábado.