Luca Prodan y Geniol (según su DNI, Héctor Marcelo Rosa) no fueron echados de la discoteca porteña New York City antes de que compusieran, en el bar de enfrente, la letra del tema La rubia tarada, uno de los más populares de la historia del rock nativo; al menos de los icónicos 80 en adelante. Pero Luca salió de la megadisco enojado, y segundos después estaba con su amigo Geniol escribiendo la canción en un papelito. La hicieron en 20 minutos. Corría el año 1983 y la democracia aún no había aterrizado en tierras argentinas.
¿Historias paralelas? Las hay. Cinco años y monedas antes, el 31 de diciembre de 1977, el guitarrista Nile Rodgers y el bajista Bernard Edwards, del grupo Chic, sí fueron echados por uno de los patovicas de Studio 54, la súper discoteca neoyorquina que funcionó entre mediados de los 70 y mediados de los 80 como centro de reunión de ricos, famosos y cholulos y fue “la casa” de la música disco. Enojados, se fueron al departamento de Edwards y en pocos minutos compusieron Le Freak (El Capricho), uno de los tres mejores de temas de disco-funk de la historia.
Dos discotecas donde los ricos y famosos se juntaban para festejar que lo eran. Una creada en Estados Unidos; otra en territorio porteño, en el año 1980, a su imagen y semejanza. Una como vidriera de actores y actrices de Hollywood, políticos demócratas y republicanos, jueces, súper modelos y arribistas. Otra como vidriera de actores, actrices, políticos, jueces, modelos, rugbiers y tilingos de aquí nomás. ¿Por qué tilingos? ¿Por qué esa “agresividad”? Bueh, que en Argentina somos pocos y nos conocemos mucho… El nombre de la disco y la escenografía central del escenario (un recorte de la ciudad yanquee con estatua de la Libertad incluida) hablan por sí mismos. Y un dato extra: la noche de la inauguración tocó The Police y el 99,99% no los conocía. Hay quienes justifican diciendo que “recién empezaban”, pero las listas de ventas en Gran Bretaña y EEUU dan pistas de una banda que ya gritaba a los cuatro vientos que haría mucho pero mucho lío.
ESA “ALEMANITA” CONCHETA
Luca estaba con “una alemanita rubia que le preguntó porqué se había pelado. Y él le disparó: por el asco que da tu sociedad. Y se fue”, contó Geniol.
(Roberto Pettinato aseguró en aquellos días que el problema de Prodan no era la sociedad -o sí, pero no para pelarse-, sino que se le había empezado a caer el pelo y “se anticipó” a los hechos, como el mejor líbero)
Luca y Geniol, aquella noche, se fueron al bar “de enfrente”. No estaba en la esquina como reza la canción, aunque la esquina rimaba mejor. Y en un papel la hicieron en menos de media hora. Luca contó su experiencia con la rubia concheta y dejó en claro que poco y nada tenía que ver con ese ambiente de New York City, del que entre los ’80 y los nefastos ’90 fueron habitués Carlos Menem mientras rifaban el país, su hija Zulemita, Scioli y Rabollini, Macri, grandes empresarios y “empresarios” inventados por las revistas Gente primero y Caras después, todos los actores y actrices que se les vengan a la cabeza -salvo quienes aún permanecían exiliados cuando el lugar se inauguró en 1980, claro-, Pancho Dotto y sus modelos, rugbiers, tenistas de alto ranking, polistas, futbolistas de élite y un largo etcétera: una vidriera permanente de la superficialidad y banalidad argentinas mientras el país real se caía a pedazos.
Prodan y su amigo Geniol llegaron a lo que sería una parte central de la canción; quizás una de las mejores. Esa la escribió y luego la cantó el mimo, actor y músico: “Un pseudo punkito, con el acento finito, quiere hacerse el chico malo. Tuerce la boca, se arregla el pelito, toma un trago y vuelve a Belgrano”. ¿Invento puro y duro o, como la parte de la rubia, estaba basado en algo real? Lo segundo.
HARI B. Y EL SAXOFONISTA CAMERUNÉS
Del colectivo que integraban Geniol, Luca y muchísimos otros que venían protagonizando la escena under porteña, una remake de los inicios del rock argentino aunque, comparativamente, de escaso contenido (en fin, son gustos), participaba el violero Hari B. (Pedro Braun), fundador del pionero grupo de punk vernáculo Los Violadores y ‘musa’ inspiradora del «pseudo punkito, con el acento finito…»
Geniol tenía buena relación con Hari B. Pero siempre lo cargaba diciéndole que no era punk, sino que “se disfrazaba de…”. Que en realidad jugaba al punkito y luego volvía a su vida de niño bien.
De New York City era habitué Carlos Menem mientras rifaban el país, su hija Zulemita, Scioli y Rabollini, Macri, grandes empresarios y “empresarios” inventados por las revistas Gente primero y Caras después, todos los actores y actrices que se nos vengan a la cabeza -salvo los que aún permanecían exiliados cuando se inauguró el lugar en 1980, claro-, Pancho Dotto y sus modelos, rugbiers, tenistas de alto ranking, polistas, futbolistas de élite y un largo etcétera: una vidriera permanente de la superficialidad y banalidad argentinas mientras el país real se caía a pedazos
Aunque la mayoría cuenta que el tema consta de esas dos partes, hay una tercera. Medular. “Uh mamá papa uh mamá…”, un beat que se repite hasta el infinito. Fue sacado del tema Soul Makossa (1972), del saxofonista, pianista, autor y cantante camerunés Emmanuel N’Djoké Dibango, conocido artísticamente como Manu Dibango, quien vivió en Francia y EEUU.
Aquí va el tema y el video de 6 minutos y fracción. Hay 3 posibilidades: escuchar el beat ma-mako, ma-ma-sa, mako-mako ssa desde los 00:08 segundos; escuchar todo el tema y aburrirse mucho (en fin, son gustos – parte II), o escucharlo todo y ponerse a bailar. Vale decir que este tema fue considerado como uno de los primeros éxitos de la música disco, a raíz de que contenía todos sus ingredientes, como ser un ritmo insoportablemente reiterativo, poca letra y con cero profundidad, y una importante extensión.
MANU DIBANGO (SOUL MAKOSSA – 1972)
Ese beat sufrió dos robos a mano armada. Primero lo usó Michael Jackson en Wanna be startin’ somethin, del álbum Thriller (1983), el más vendido de la historia. Manu Dibango le dijo “Ey, me robaste”. “Sí, arreglemos en buenos términos”, admitió y propuso el rey del pop. Y le pagó una suma nunca conocida. Pero en 2007, la cantante de pop Rihanna obtuvo la autorización de Jackson para utilizarlo en su tema Don’t stop the music. Y lo usó. Entonces el camerunés le dijo “Ey, me robaste”. Pero la mujer oriunda de Barbados al principio no entendió de qué le hablaban. Hasta que sus abogados le informaron de la situación. Conclusión: Rihanna le pagó a Dibango una suma multimillonaria para quedarse como dueña absoluta del beat.
La rubia tarada, una oda al estereotipo de la rubia linda y “hueca” ochentosa y noventera; al verdadero espíritu marginal del rock que estaba lejos del ambiente discotequero, e incluso al rockero de ocasión que supo poblar el under porteño y gran bonaerense de aquella época, se grabó por vez primera en octubre de 1983 en el disco-demo Corpiños en la madrugada. De este se hicieron unas 300 copias en cassettes que se vendían a la salida de los pubs donde tocaba Sumo.
Es una reliquia, pues trae varias de las canciones que luego fueron apareciendo en los LPs del grupo, como el álbum debut Divididos por la felicidad (1985), Llegando los monos (1986) y After chabón (1987). Fiebre (1989) es un trabajo póstumo: Luca falleció el 22 de diciembre del 87.
En Corpiños en la madrugada, donde se grabaron, entre otros, Mejor no hablar de ciertas cosas (letra del Indio Solari), Disco baby disco y Heroin, La rubia tarada aún se llamaba Una noche en New York City. Dos años después sería la canción que abriría el LP del lanzamiento oficial de Sumo, Divididos por…, con el nombre definitivo.
“TOCABA EN BOMBACHA Y CON MÁS POTENCIA QUE LOS TIPOS”
Cuando el ítalo-escocés Luca Prodan vino a la Argentina escapando de la heroína que había matado a su hermana y casi a él mismo (una historia con mil detalles que en esta nota no entran, disculpen los fanas), lo hizo llamado por su amigo, también escocés, Timmy McKern, luego representante de Sumo.
McKern vivía en el súper tranquilo pueblo cordobés de Nono. Le presentó a Luca al guitarrista Ricardo Curtet, cordobés de Mina Clavero. Decidieron armar una banda. Corría agosto de 1980. Prodan volvió a Inglaterra a comprar instrumentos y a convencer a su amiga y baterista, Stephanie Nuttall, que integraba la banda post-punk Manicured Noise en la ciudad industrial de Manchester, para que se instalara en Argentina y se adueñara de los palillos del grupo que se iba a conformar. Y ella vino.
Así, la primera formación de Sumo fue: Luca (voz), Germán Daffunchio (guitarra 1), Ricardo Curtet (guitarra II), Alejandro Sokol (bajo) y Stephanie en batería. A Daffunchio y Sokol los reclutaron tras una “excursión” por Hurlingham, su lugar de pertenencia. El primero era cuñado de Timmy y Sokol era amigo de Germán. Debutaron en el festival “Rock del sol a la luna”, el 20 de marzo de 1982. Trece días antes del desembarco en Malvinas.
Fue precisamente Daffunchio quien, en el libro Sumo por Pettinato, narró: “Lo que me acuerdo de Stephanie Nuttall es que tocaba en bombacha. La única palabra que podía decir era ‘Howard’, su novio. Cuando estaba borracha se sentaba y gritaba ‘¡Howard! ¡Howard!’ Nunca nos comunicamos con palabras… ¡Pero sí que tocaba!”.
“Íbamos a la sala de los Orion’s Beethoven (grupo de rock sinfónico nacido a finales de los 60 que al despuntar los 80 pasó a ser simplemente Orions y su música, simplemente rock convencional), nosotros éramos cuatro locos y estaba Stephanie. Los tíos no lo podían creer… ¡Le pegaba a la batería más fuerte que el baterista de ellos!”.
Stephanie volvió a Inglaterra cuando la Guerra de Malvinas. El ambiente en el país estaba denso. En septiembre de 2011, en su Manchester natal, se reunió con Germán Daffunchio y con Tommy McKern. Fue pionera. Y Sumo lo fue como grupo, al integrar a una mujer como pilar de una banda.
La segunda formación de Sumo fue con Alejandro Sokol en batería, Diego Arnedo en bajo y Pettinato en saxo. Y la tercera y más conocida, la que grabó el primer LP de estudio en 1985, ya tenía en sus filas a Ricardo Mollo en primera guitarra (Daffunchio pasó a ser la guitarra 2) y a Antonio Troglio en batería.
GENIOL, TANGUITO Y MIGUEL ABUELO
De Geniol, que recién comenzó a cobrar como coautor de La rubia tarada en 2019 -dicen que en su momento había integrantes de la banda que no lo estimaban mucho, sobre todo Pettinato-, vale rememorar en unas líneas que en los 60, cuando el rock argentino nacía, tuvo su feria artesanal en Plaza Francia. Allí se hizo amigo de Tanguito, que cada noche guitarreaba para decenas de jóvenes; allí llegó a dormir banco de plaza de por medio con Miguel Abuelo antes de que este huyese de la dictadura de Onganía y de las drogas duras a España; allí también trabó amistad con Javier Martínez de Manal.
Ya en los 80, un día llegó a su “guarida” el Flaco Spinetta y le dijo “¿por qué no hacés un grupo que se llame Geniol y sus Aspirinetas?”. Y lo hizo. Después lideró Geniol con Coca. Fueron dos de las experiencias menos comerciales de la historia de nuestro rock.
Cuando Luca trabó amistad con él, como entre sus mil y un oficios terrestres Geniol era mimo, lo sumó a la banda para que hiciera números circenses durante los recitales. De uno de ellos, en Obras 1986, quedó esta versión de La rubia tarada en la cual Geniol, al igual que en el disco, canta su parte.
LA RUBIA TARADA – SUMO (VIVO EN OBRAS, 1986)
LA RUBIA TARADA – SUBTITULADO (AUTORES LETRA: LUCA PRODAN Y HÉCTOR M. ROSA)
Excelente historia de la rubia tarada, cuanto misterio en las letra de esta bella canción. Un capo Geniol.
Todo bien con la nota pero confunde épocas. En el 84 zulemita tenia 13 años, Scioli 25, Rabolini 15 años, no creo que estuvieran a tiempo de robar el país.