En estos días en que todos estamos consternados por el desastre que está ocurriendo en la Provincia de Corrientes, alguien recordó la pasividad de un anterior Ministro ante una tragedia similar en la Provincia de La Pampa, lo que motivó infantiles críticas (si lo anterior estaba mal…).
Ello me motivó a intentar decir algo al respecto.
Digamos, como principio, que la defensa del ecosistema es una tarea de todos y de todo el tiempo. Son y deben ser políticas de Estado, de todos los Estados y por ende de todos los gobiernos y de los pobladores del planeta.
En estos días, en un importante y enjundioso documento, el Dr. Homero Máximo Bibiloni, recordaba el “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” del General Perón del 21 de febrero de 1972 (en Revista Movimiento numero 38), y resalta que es de un “valor inconmensurable…y de “absoluta vigencia”.
Bibiloni indica que se conmemoran “50 años de aquel documento elaborado por un estadista y visionario argentino, que resulta un punto de inflexión conceptual, filosófico y de acción política consecuente en lo relativo a un desarrollo armonizado con el ambiente, en cual se adelantó al evento de Naciones Unidas de junio de 1972 en Estocolmo, donde nació el Programa de Naciones Unidas de Medio Ambiente”.
Muchos años después, en septiembre de 2015, más de 150 jefes de Estado y de Gobierno se reunieron en la histórica Cumbre del Desarrollo Sostenible en la que aprobó la Agenda 2030. Esta Agenda contiene 17 objetivos de aplicación universal que, desde el 1° de enero de 2016, rigen los esfuerzos de los países para lograr un mundo sostenible en el año 2030.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son herederos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y buscan ampliar los éxitos alcanzados con ellos, así como lograr aquellas metas que no fueron conseguidas.
Estos nuevos objetivos presentan la singularidad de instar a todos los países, ya sean ricos, pobres o de ingresos medianos, a adoptar medidas para promover la prosperidad al tiempo que protegen el planeta. Reconocen que las iniciativas para acabar con la pobreza, deben ir de la mano de estrategias que favorezcan el crecimiento económico y aborden una serie de necesidades sociales, entre las que cabe señalar la educación, la salud, la protección social y las oportunidades de empleo, a la vez que luchan contra el cambio climático y promueven la protección del medio ambiente.
A pesar de que los ODS no son jurídicamente obligatorios, se espera que los gobiernos los adopten como propios y establezcan marcos nacionales para su logro. Los países tienen la responsabilidad primordial del seguimiento y examen de los progresos conseguidos en el cumplimiento de los objetivos, para lo cual es necesario recopilar datos fiables, accesibles y oportunos. Las actividades regionales de seguimiento y examen se basarán en análisis llevados a cabo a nivel nacional y contribuirán al seguimiento y examen a nivel mundial.
En consonancia con lo dicho, desde el Instituto de Formación Ciudadana de la Fundación Pro Humanae Vitae promovimos sendos proyectos de ley tendientes a procurar esa obligatoriedad jurídica a los partidos políticos Nacionales, Provinciales y Municipales. (Siguiendo a Peron… Mejor que decir es hacer…al menos hasta donde se puede).
En el caso particular de la hoy arrasada Provincia de Corrientes, han sido varios los proyectos que no tuvieron una correspondiente aceptación en el Congreso Nacional, circunstancia que ahora se obvia, y sólo se atina a cuestionar situaciones coyunturales, de exposición mediática o de posicionamiento circunstancial o político (y no me refiero solamente a la “grieta”).
Y no sólo ello, sectores que defienden exclusivamente sus intereses particulares o sectoriales, por citar algunos, las empresas dedicadas a las plantaciones de arroz, los forestales, los agropecuarias, las autoridades locales que privilegiaron la actividad económica y/o productiva en desmedro del medio ambiente.
Muchos críticos, como muy bien señalaba mi Maestra de Sexto Grado, no ven más allá de sus narices… y para colmos son ñatos…
Los que saben, no es mi caso, señalan que los Esteros del Iberá, es el más importante del País, y el segundo de Sudamérica, a pesar de contar con una protección legal es la ecorregión más amenazada del sistema (Fragetti M, y Pacayut “Esteros del Iberá…” revista citada)
Todas estas actividades productivas, sin un debido control, han ocasionado una disminución de las reservas hídricas, provocando una suerte de desertización cuyos costos hoy está pagando Corrientes y toda la región.
No es objetivo de esta nota sumarme a los críticos o defensores de lo hecho o no hecho hasta el presente. Solamente abogar por una toma de conciencia sobre este tema, propuesto hace ya 50 años, que cuenta entre los Objetivos de Naciones Unidas un espacio preponderante y con varios proyectos legislativos cuyo tratamiento se torna indispensable, aunque demorados.