Rocky: el sueño libertario de Estados Unidos.- El año 1976 fue grandioso para el cine hollywoodense, ya que se estrenaron películas fundamentales como Todos los hombres del presidente, Taxi Driver, Pasqualino Settebellezze o Network. Pero de todas ellas, por muchas razones, la más popular ha sido Rocky, escrita y protagonizada por Sylvester Stallone. ¿Por qué la historia de un boxeador amateur llamó tanto la atención? ¿Y cómo podemos ver esas razones en el mundo actual?
La cinta cuenta la historia de Rocky Balboa, un boxeador amateur de un barrio marginal de Filadelfia, al cual le llega la oportunidad de su vida al ser elegido por el campeón mundial de peso pesado, Apollo Creed, para un combate por el título mundial. La película está inspirada en la pelea de Muhammad Alí contra Chuck Wepner, un pugilista que era un calco del personaje interpretado por Sylvester Stallone.
Pensando en los premios Oscar, podríamos preguntarnos si esta cinta fue superior a las antes mencionadas. Seguramente que cada uno tendrá su opinión, pero si nos basamos en las críticas, Rocky no fue ni por lejos la más aclamada por los círculos especializados. Ahora bien, si es así, ¿por qué se quedó con la estatuilla a mejor película en la ceremonia?
La respuesta está en un concepto que prácticamente fundó y sostiene a una nación, que se ha puesto como meta que todos los habitantes de la tierra seamos como ellos, los amemos y reconozcamos como nuestros salvadores, el sueño americano. Una idea que afirma que EEUU es la tierra de las oportunidades, un país donde el ascenso social está al alcance de la mano, y que todo aquel que se esfuerce verá concretado su sueño más temprano que tarde.
Cintas como Taxi Driver tenían una visión muy negativa de la sociedad norteamericana, y cómo la guerra de Vietnam había quebrado a toda una generación de jóvenes. Todos los hombres del Presidente cuenta el entramado de corrupción del gobierno de Richard Nixon, y cómo este salpicaba a todas las esferas del poder. Pasqualino Settebellezze es un relato crudo de la Italia fascista. Y Network es un reflejo de cómo el mundo es manejado por siniestros oligopolios, donde los medios de comunicación no son otra cosa más que el brazo ejecutor de dicho control.
En ese contexto, Rocky, por sobre todas las cosas, era una película muy políticamente correcta para el Hollywood de los años 70. Contaba el paso de la nada a la gloria de un joven marginal, que a su vez era un reflejo de la historia de vida del propio Sylvester Stallone, el cual sufrió su llegada a Los Ángeles donde no conseguía trabajo, debió actuar en una cinta porno y hasta llegó a vender a su perro por 40 dólares para poder comer (lo recuperó tras vender el guión y debió pagar 10 mil dólares).
Entonces, tenemos una industria que premia historias que cuentan cómo los pobres se hacen ricos al ser esa «la tierra de las oportunidades». Pero si vamos a ser sinceros, Estados Unidos será muchas cosas, pero no es el país con los estándares de pobreza más bajos. De hecho, es el principal país consumidor de drogas, con la mayor cantidad de presos por cada 100 mil habitantes y una de las tasas de homicidios más grande.
Obviamente que EEUU es muchas cosas, no sólo lo negativo, pero aquellas cintas que apuestan a exaltar solamente el sueño americano, muestran un ideal de país que lleva detrás una autentica ideología sobre una nación elegida, que debe llevar ese estilo de vida que su cine exalta a todo el mundo, y ese objetivo justifica cualquier atrocidad.
Es decir, una historia donde una persona se salva por encima de millones que siguen en el mismo lugar era, y aún es, lo que la industria siempre ha premiado
En los tiempos actuales, donde las ideologías del individualismo extremo están en auge, podemos ver cómo estas historias muestran su sentido real. La propia Rocky muestra cómo la oportunidad que recibe el protagonista tiene más que ver con la casualidad que con su talento o su capacidad, en un sistema donde la movilidad ascendente sólo le llega a un estrato de la población, y la mayoría de los ricos mueren ricos y los pobres son cada vez más pobres.
Con estas líneas no busco bastardear a una cinta que realmente aprecio y que me ha hecho muy feliz junto a sus secuelas, sino que esta ayude a pensar qué ideas hay detrás. No es el único caso, allí están En busca de la Felicidad (2006), Caballero sin espada (1939), Forrest Gump (1994) o Flashdance (1983), todas cintas donde se ve un mundo que premia el esfuerzo y donde la meritocracia parece funcionar como lo sueñan los publicistas argentinos. Rocky siempre estará en mi corazón, pero no hay que olvidar que también representa el sueño húmedo del establishment mundial.