Fuera de contexto. En una calle apenas mejorada, sin casas alrededor, en un pueblo que hoy tiene apenas 1.300 habitantes, ubicado al sudoeste de la provincia de Buenos Aires en el partido de Tornquist, se levanta imponente un portal de un cementerio, una obra monumental, apenas una de las 60 que en cinco años, entre 1936 y 1940, construyó el arquitecto italo-argentino, el gran Francisco Salamone.
Quienes llegan como turistas a este tranquilo pueblo de Saldungaray, muy cercano a Sierra de la Ventana, quedan admirados y sorprendidos cuando llegan al cementerio; es que la obra de Salamone no se condice para nada con el lugar y el tamaño de este cementerio, es algo literalmente fuera de contexto, como muchas de las tantas joyas arquitectónicas que hoy se erigen en no menos de 25 ciudades bonaerenses.
La obra de este peculiar personaje nacido en Leonforte (Sicilia, Italia) el 5 de junio de 1897, marcó una impronta muy fuerte en momentos muy importantes y prósperos de la vida de los bonaerenses. El monumentalismo fue su estilo, muy en boga durante la década del ´30, y sus construcciones son realmente espectaculares, imposible de que pasen desapercibidas ante la vista de cualquier terrenal.
Algunos de estos monumentos, según literatura de la historia de la arquitectura, alcanzan más de 35 metros de alto y aún hoy sobresalen en sitios como el ya mencionado, Saldungaray, por sobre todas las demás construcciones que no superan los cinco metros de alto. Imaginen, si es que aún no conocen ese portal de cementerio, una inmensa joya arquitectónica al lado de unas pocas casitas bajas. Por eso y por sus novedosas formas, las obras de Salamone han tenido un fuerte impacto urbanístico que aún hoy perdura.
Municipalidades, cementerios y mataderos, fueron el eje central de su trabajo. También realizó plazas, pórticos, mobiliario urbano y de interior de los palacios municipales, veredas y luminarias para mantener la coherencia de su estilo monumental.
La Municipalidad de Carhué, las de Coronel Pringles, Rauch y Pellegrini; el acceso al matadero municipal de Guaminí; el edificio comunal y una imponente fuente en la plaza Pereyra de Laprida; el cementerio de Azul y el de Balcarce, más el acceso al matadero de esta última ciudad, son apenas algunos de los trabajos que realizó este profesional muy admirado y reconocido con el paso del tiempo (ya repasaremos más abajo su obra con fotos que son gentileza del ministerio de Cultura de Argentina).
Ir hoy a estas ciudades, estar de vacaciones en Sierra de la Ventana, Villa Ventana, Bahía Blanca, Tandil, recorrer pueblitos del sudoeste bonaerense y nombrar a Francisco Salamone, es sin dudas un plus para quienes se alojan en puntos turísticos donde dejó su impronta. Todos los lugareños conocen al arquitecto y pueden dar clases, cada uno de ellos, del legado que dejó en el terruño donde residen.
UN POCO DE SU HISTORIA
Salamone siguió los pasos de su padre en el oficio de la construcción e ingresó en el Colegio Otto Krause de Buenos Aires, donde se graduó con un título de maestro mayor de obras. Posteriormente inició estudios en nuestra querida Universidad Nacional de La Plata (UNLP), primero, y en la Universidad de Córdoba después. Luego de dos años, en 1917, egresó con los títulos de arquitecto e ingeniero civil. En 1919 obtuvo dos medallas como reconocimiento a sus diseños en exposiciones de Milán y Barcelona.
En 1928 se casó con Adolfina Vlieghe de Croft, de ascendencia austríaca, con quien tuvo cuatro hijos: Ricardo, Roberto, Ana María y Stella Maris.
Los primeros trabajos como arquitecto e ingeniero -viviendas particulares y construcciones menores- comenzaron en la década de 1920 en Córdoba. Paralelamente, incursionó brevemente en la política en 1923, perdiendo las elecciones internas de la Unión Cívica Radical para representar al Departamento Punilla en el Senado Provincial.
En Villa María el arquitecto hizo una obra de pavimentación, un matadero, ornamentó el parque del cementerio, algunas plazas (como la denominada Centenario). Sin embargo, esos primeros trabajos no fueron los mejores; dicen que dicen que se fue de esa ciudad sin terminar algunas de sus obras, mientras que otras como el asfaltado de calles no resistieron los primeros embates del clima.
¿Cuándo comienza entonces la gran obra de Salamone?
Señalan distintos historiadores, que el arquitecto tenía una gran amistad con el gobernador de Buenos Aires, el conservador Manuel Fresco, quien pertenecía al partido Demócrata Nacional. La década del ´30 encontraba a la Provincia en una época de modernización de la obra pública de varios municipios del interior; fue en ese contexto histórico que Fresco le encomendó la tarea a Salamone de levantar distintos edificios públicos en la pampa húmeda. Y lo más importante para alguien que debe realizar tan difícil y responsable tarea, recibió como se dice comúnmente un «cheque en blanco» para comenzar, sin más, a poner manos a la obra.
Fresco le tenía admiración y una «fe ciega» a su arquitecto y Salamone no lo defraudó, pues construyó más de 60 grandes obras monumentales en pocos años, y otras tantas menores, que aún perduran y son de atracción turística.
No hay que dejar de mencionar, por sus características, el trabajo del cementerio de Laprida. Allí levantó una enorme cruz, con un cristo de cuerpo entero, que es la segunda obra religiosa más alta de Sudamérica, después del Cristo redentor de Río de Janeiro, Brasil (dato Wikipedia).
Francisco Salamone falleció el 8 de agosto de 1959, relativamente olvidado en ese momento, pero dejando una herencia arquitectónica monumental en la pampa argentina. Sus restos descansan en el cementerio Jardín de Paz.
REPASEMOS PARTE DE SU OBRA CON FOTOS Y UNA BREVE DESCRIPCIÓN:
- Municipalidad de Carhué
Es una de sus obras más importantes. Fue inaugurado el 3 de diciembre de 1938 y combina tres estilos: art decó, futurismo italiano y funcionalismo.
- Municipalidad de Coronel Pringles
El Palacio de Gobierno, las ramblas y la plaza Juan Pascual Pringles forman una unidad en estilo art-déco en esta localidad bonaerense.
- Matadero Municipal, Guaminí
El matadero recuerda con crudeza la forma de una cuchilla y suele ser incluido entre los imperdibles de la ruta de Salamone.
- Plaza Pereyra, Laprida
Con su fuente-macetero en el centro, las farolas y los bancos, esta plaza es otro legado que Salamone dejó en esta ciudad de la provincia de Buenos Aires.
- Municipalidad de Laprida
Con la gran torre del reloj, más alta que la de la iglesia, se conviertió en uno de los emblemas de esta localidad.
- Cementerio de Laprida
Su cruz es considerada la segunda más alta de Sudamérica.
- Corralón Municipal de Laprida
De estilo neocolonial, también forma parte del patrimonio cultural local y se sigue usando con el mismo fin con el que fue concebido por Salamone. - Palacio Municipal de Rauch
Fue inaugurado en mayo de 1938 y su estilo responde a la misma línea –influencias art decó y una propuesta geométrica original– que los demás palacios municipales que diseñó en la provincia.
- Cementerio de Azul
Salamone diseñó un portal de 21 metros de altura y 43 de frente para el cementerio de esta ciudad.
- Matadero de Balcarce
Los mataderos fueron algunas de las obras fundamentales de Francisco Salamone. El de Balcarce es otro de los exponentes.
11. Cementerio Municipal de Balcarce.
El estilo art decó futurista también aparece en este monumento.