“¡La imaginación al poder!” fue una de las consignas inmortalizadas en las paredes por los estudiantes y obreros que protagonizaron el “Mayo francés”. Alejada de otros eslóganes utópicos pintados entre las barricadas del Barrio Latino de París en 1968 como “¡Tomemos el cielo por asalto!”, “¡Prohibido prohibir!” o “¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!”, la frase caló hondo convirtiéndose en el arquetipo de la revuelta que conmocionó al mundo, incluso por encima de ese otro símbolo universal acuñado en esos tumultuosos días como fue “¡La belleza está en la calle!”.
Precisamente es utilizar la imaginación lo que demanda la hora difícil por la que atraviesa el Frente de Todos para tocar los resortes sutiles del poder económico que se resiste a ceder parte de sus privilegios, cuando algunos sectores de la sociedad no dejaron de ganar aún en pleno pico de la crisis del coronavirus y que multiplican sus ingresos debido a la guerra en Ucrania.
El desborde inflacionario del mes de marzo con una suba del 6,7% y un acumulado en lo que va del año del 16,1% no sólo muestra la falta de voluntad del empresariado argentino para reducir parte de sus ganancias como medio para consolidad la recuperación de la economía, sino que también queda en claro que incluso buscan profundizar en su favor la ya deteriorada distribución de la torta.
Y es que los asalariados cayeron 5 puntos porcentuales en la generación de riqueza. Mientras que el sector privado avanzó 4 puntos el año pasado, lo que implica que el crecimiento del 10,3 por ciento del 2021, se distribuyó de manera desigual, hecho que obviamente tensa la cuerda de un oficialismo que llegó al poder con la promesa de recuperar la economía “con la gente adentro”, y es heredera de un crecimiento “a tasas chinas”, basado en los buenos precios internacionales de sus productos exportables, pero también en el incesante aumento del consumo interno que hizo “volar” la actividad, en especial en la primera mitad de sus tres presidencias.
Se amplió la desigualdad porque la remuneración al trabajo asalariado retrocedió casi 5 puntos porcentuales al cierre de 2021, con una participación del 43,1% mientras que el excedente bruto de explotación, es decir el saldo contable de las empresas, captó el 47% de la torta productiva con una suba de casi cuatro puntos porcentuales. En su informe oficial, el Indec destaca en otra parte, que si bien el año pasado el empleo aumentó un 6,2%, lo que más se movió fue la informalidad laboral y las contrataciones precarias.
Estos datos del Indec surgen del informe Cuenta de generación del ingreso al cuarto trimestre de 2021, que dio cuenta de cómo se repartió el Valor Agregado Bruto (VAB), es decir la riqueza generada por la economía argentina. Para el segundo trimestre de 2020, los asalariados habían alcanzado el 49,8 por ciento del VAB, a fuerza del ATP. Pero en 2021, con un repunte de todas las actividades, la ecuación se revirtió.
DESEMPLEO Y DESIGUALDAD
El Poder Ejecutivo destacó los niveles de desempleo alcanzados al cierre del año pasado (7%), pero esta estadística esconde la realidad de que la mayor cantidad de nuevos puestos fueron precarios. Los asalariados totales fueron 20,5 millones en 2021, es decir una suba del 6,2% con relación al año anterior, pero los formales crecieron el 1,3%, mientras que los no asalariados lo hicieron en el 10,7% y los no registrados, el 13,4%.
Esto explica parte de las razones por las que muchos trabajadores no llegan a cubrir una canasta básica de alimentos con su sueldo. Según el Indec, el sueldo medio de la población que tiene ingresos (el 60,4% de la total) fue de $52.553 al segundo semestre del año pasado, cuando la canasta básica para una familia tipo se ubicaba en casi $70.000.
El sector agropecuario durante el primer trimestre de este 2022 multiplicó sus ganancias en forma desmesurada a causa de la suba de precios internacionales de las materias primas y es el rubro donde existe una mayor desigualdad, dado que el sector asalariado participó con el 17,1% del VAB, mientras que las empresas lo hicieron con el 66,9%.
En exploración de minas y canteras, los asalariados participaron con el 23,2% de la apropiación de la torta mientras que el sector privado lo hizo con el 78% y en la industria manufacturera, que creció mucho más que el promedio de la economía, las empresas se quedaron con el 45,5% del valor agregado bruto, frente al 29,3% de los asalariados.
La distribución del ingreso medida por la Encuesta Permanente de Hogares había reflejado una sensible disminución de la desigualdad entre 2021 y 2020. Según ese relevamiento durante el cuarto trimestre de 2021 la mediana de los ingresos del decil más rico de la población equivalía a 13 veces la mediana del decil más bajo cuando un año atrás esa relación llegaba a 18 veces.
Al respecto un trabajo del portal Chequeado.com destaca que el ministro Martín Guzmán no mintió cuando aseguró que la desigualdad es menor a la de 2017, ya que en el cuarto trimestre de 2021 –que es el último dato disponible- el coeficiente de Gini (indicador que a mayor nivel muestra más desigualdad) fue inferior a igual período de 2017, y se redujo la brecha de ingresos entre quienes ganan más y quienes ganan menos.
Sin embargo, asegura Chequeado, esta caída se dio en un contexto de descenso general de los ingresos de todos los sectores. Es decir que la baja ocurrió porque las personas de menores recursos perdieron menos que las personas con más alto poder adquisitivo, no porque hayan ganado más. En el mismo período consignado por Guzmán la pobreza aumentó 11,6 puntos porcentuales y la indigencia se elevó 3,4 puntos.
Es decir que debido a la crisis de endeudamiento dejada por el macrismo, sumada a los efectos de la pandemia y ahora a la guerra en Ucrania, se complicaron los ingresos de todos los sectores sociales, hecho que en gran medida explica los resultados electorales del 2021, pero se siente con mayor intensidad en los grupos de menores ingresos, sobre todo porque les resulta cada vez más difícil acceder a los insumos básicos para la supervivencia.
DATOS CATEGÓRICOS
En ese sentido los datos del Indec son categóricos: la inflación de marzo con el ya mencionado 6,7% fue la más alta en 20 años, y la variación interanual trepó a 55,1%. Es decir que superó todas las mediciones desde abril de 2002 cuando a causa de la salida de la convertibilidad se había producido un pico de 10,2% en abril de 2002.
Pero si se desagrega por rubros, la situación es aún más preocupante porque la división de Alimentos y bebidas no alcohólicas aumentó un 7,2% y junto a Educación e Indumentaria, explican la disparada de precios. Al respecto, los valores de útiles escolares y las cuotas de los colegios privados experimentaron aumentos de 23,6%, mientras que ropa y calzado subieron 10,9%.
La guerra en Ucrania se hizo sentir en los precios de los alimentos en especial en los panificados con un alza de 24,8% en el pan de mesa y 17,7% en el pan tipo flauta, a partir de un alza de la harina superior al 10%, sólo en el mes de marzo.
Pese a los congelamientos anunciados, la carne también registró subas de hasta 7,9% en cortes como la nalga o el cuadril y los huevos también tuvieron un salto de 21,6%, efecto parcialmente compensado por bajas estacionales en frutas y verduras.
De esta forma, los precios de Alimentos y bebidas no alcohólicas tras aumentar el consignado 7,2% en marzo, alcanzaron un alza del 20,9% desde diciembre pasado y del 59,7% en los últimos doce meses, superando las mediciones del nivel general.
El Gran Buenos Aires fue la región en que el aumento de los alimentos se ubicó por debajo del nivel general nacional con un alza del 6,1%, mientras que en el resto de las regiones se ubicaron por encima del indicador nacional del 7,2% de marzo.
La Indumentaria fue el segundo rubro de mayor aumento en marzo al llegar a 10,9% y acumula en el trimestre una suba de 17,4%, mientras los gastos referidos al Mantenimiento de hogar (alquileres y servicios) crecieron 7,7% y desde enero avanzaron 12,7%, lo que expresa los ajustes y el encarecimiento de las locaciones.
EL ACUERDO CON EL FMI
Cabe recordar que el acuerdo con el FMI prevé una inflación de entre 38 y 48% para 2022 que, a la luz de lo que sucedió en el primer trimestre, parece de muy complejo cumplimiento.
En las últimas horas se conoció un comentario de Ceyla Pazarbasioglu, economista de origen turco encargada de evaluar la consistencia de la marcha de la economía local según las pautas del acuerdo, quien señaló que “la inflación está paralizando la economía en la Argentina».
El tema es preocupante en todo el mundo, pero especialmente en América del Sur, una región donde la inflación parecía haber sido desterrada en la mayoría de los casos, pero que en los últimos meses recrudeció, al punto que en cuatro de las diez naciones, la tasa interanual ya es de dos dígitos y en otros dos se ubica a sólo seis décimas dae esa marca.
No extrañó, entonces, que el ministro Martín Guzmán saliera a afirmar en las últimas horas que la lucha contra la inflación es una «prioridad» para el Gobierno y pidió «apoyo político» para ganar en credibilidad y frenar las expectativas inflacionarias.
Para el ministro el acuerdo con el Fondo Monetario y el mayor control del frente externo, gracias al incremento en las reservas es el paso clave para frenar esas expectativas alcistas y poner en caja a la inflación.
Pero fue más lejos y para cubrir parte de las demandas del kirchnerismo y de otros sectores internos de la coalición oficial, no descartó disponer correcciones salariales que cubran los desfasajes provocados por la inflación.
Es sabido que el bolsillo suele ser el órgano más sensible de la población, en especial al momento de votar y, sobre todo, frente a un gobierno que precisamente prometió volver a llenar las heladeras.
El ministro anticipó que busca quedarse con parte de esa renta extraordinaria obtenida “fuera de cualquier acción producida por el hombre”, aunque no profundizó en los mecanismos que aplicará, con el objetivo de evitar otro estallido opositor como en su momento fueron los cortes de ruta de los productores agropecuarios a raiz de la resolución 125.
Como se exigía en el Mayo francés el ministro debe implementar medidas imaginativas para reencauzar el rumbo del Gobierno hacia objetivos claros, de neto corte popular y participativo. Convertir a la propia sociedad –y no solo a los trabajadores sino también a amplios sectores de la clase media- en defensores de sus propios bolsillos es imprescindible y también puede permitir generar un cambio en el deprimido humor social. Instrumentos siempre hay, pero depende del talento del músico saber tocar las notas precisas para alcanzar el éxito.