Un jazmín destrozado, un rincón del techo convertido en caminito o una cocina donde dejar algún alimento sin envoltorio no es opción, son algunas de las consecuencias de la aparición de las hormigas, unos insectos que pueden ser tan molestos como curiosos y admirables por sus características. Primero hay que decir que en el mundo existen más de 14 mil especies y que son importantes tanto para los sistemas naturales como para aquellos modificados por las personas, ya que, por ejemplo, con su actividad pueden cambiar las condiciones físicas y químicas del suelo.
“En Argentina tenemos alrededor de un 24 por ciento de todas las especies que existen, es decir, muchísima diversidad”, cuenta Eugenia Scardamaglia, bióloga y fundadora de “Los Lapachos”, un emprendimiento de venta de plantas e insumos, y de divulgación botánica. En diálogo con 90lineas.com, detalla: “Según sus hábitos alimenticios podemos diferenciar a las podadoras, que son las que generan un daño en el jardín y a nivel forestal porque podan hojas para llevarlas al hormiguero y ahí cultivar el hongo del que se alimentan. También tenemos hormigas omnívoras, que se alimentan tanto de materia vegetal como animal; y detritívoras, que comen materia orgánica en descomposición, entre otras variantes”. En nuestro país, las especies de hormigas podadoras más importantes pertenecen al género Atta y Acromyrmex.
Para el cuidado del jardín, la bióloga recomienda tener paciencia y prestar atención, “hay que acercarse y observar las plantas y los caminos que pueden ir formando las hormigas para llevar los fragmentos de hojas”. Lo ideal, es poder seguir ese camino y encontrar el hormiguero, ya que la única forma de acabar con la situación es matando a la reina, que es mucho más grande que las demás y su rol consiste en poner huevos. “Cuando se funda una nueva colonia, son las reinas las que lo hacen. Ellas tienen en su cavidad bucal un hongo, lo inoculan en la colonia y las obreras empiezan a llevar al hormiguero fragmentos de hojas para poder cultivarlo y alimentar a toda la colonia”, explica la bióloga, quien resalta, maravillada, que hay varios ‘roles’ dentro esta comunidad, como las jardineras, las nodrizas, las soldados y las forrajeras, ya que son insectos que tienen una gran organización en sociedad.
Esta ‘ventaja adaptativa’ de poder trabajar en equipo y comunicándose continuamente gracias a las feromonas, que son sustancias volátiles químicas, lleva a que la única forma de erradicarlas, como se mencionó, sea matando a la reina. “Pero esto es sumamente difícil, así que lo que se puede hacer es un control de hormigas y para eso hay muchas alternativas. Hay control químico, que no recomiendo primero porque va en contra de mi pensamiento. Y en segundo lugar, porque este tipo de productos ataca a las hormigas a nivel del sistema nervioso y es dañino para el ambiente. También existe el control biológico, que supone utilizar algún organismo vivo para controlar otro organismo vivo, y por suerte está en auge”.
Para el jardín o la huerta en casa, Scardamaglia recomienda usar tierra de diatomeas, un polvo que proviene de las algas diatomeas (unas microalgas marinas) y produce que los insectos se disequen por contacto. Se coloca en el sustrato de las plantas o en las hojas y resulta una barrera. También, propone usar pasta gomosa en árboles y arbustos, donde las hormigas y otros insectos quedan atrapados en el gel pegajoso. Nuevamente, se trata de una barrera física. Sin embargo, advierte que si a las hormigas se les ‘bloquea ’el acceso a las plantas de su preferencia, irán a otras, por lo que esto no resuelve el problema de fondo.
En ese sentido, vuelve a reforzar la idea de que estos insectos son muy organizados y difíciles de combatir. Una curiosidad, es que hace tiempo la llamada hormiga argentina (Linepithema humile) llegó a Europa y se ha convertido en una plaga. De hecho, se descubrió una misma colonia que mide 6 mil kilómetros de largo, se extiende desde Génova hasta Galicia. También, Scardamaglia dice que hay que estar más atentos en los momentos cálidos del año, ya que las hormigas se reproducen en primavera y es allí cuando se fundan nuevas colonias y crecen los hormigueros.
La bióloga comparte todos estos datos y muchos más en la cuenta de Instagram del proyecto “Los Lapachos”, un espacio que nació en 2016 y ha ido creciendo en el tiempo. En principio consistía en venta de macetas, siguió a la venta de plantas e insumos, y hoy por hoy incluye divulgación en redes sociales y cursos que dicta en forma online y presencial, según las condiciones lo permitan. “Me encanta compartir información y la gente se empezó a copar, hay un intercambio y me gusta eso. No es que yo me pongo en un rol de que sé mucho, sino que la gente me va contando sus experiencias, yo también tengo las mías, y así vamos aprendiendo juntos. Con la pandemia empezamos a vernos a nosotros y las casas que habitamos, y las plantas creo que le dan vida a los espacios, por eso la gente se interesó en incorporarlas frente a la sensación de soledad o encierro en estos tiempos difíciles”.
Y cierra sobre sus motivaciones personales: “Yo aprendo mucho de las plantas. Soy una persona bastante acelerada, que me parece que es una característica de todos los que vivimos en la ciudad. Y las plantas tienen unos tiempos que son tan distintos a los nuestros. Son super lentas. A mí me invitan a bajar un cambio, conectar con el presente. También está esto de tener al cuidado otro ser vivo. Y eso me parece que le pasa mucho a la gente. Empezás a valorar cosas más pequeñas, desarrollás otra sensibilidad”.
Dentro de casa, otros problemas
La hormiga colorada, la podadora y la carpintera son las tres especies que desde L.A Fumigaciones reconocen como problemáticas en la región. “La podadora te arruina los jardines en poco tiempo y puede hacer el hormiguero debajo de la casa, lo que a largo plazo puede afectar los pisos porque van socavando contrapiso y carpeta. Y la carpintera lo que hace es subir a los techos y deteriora la madera. Generalmente se las ve subir por la parte exterior o vienen por cable de luz, teléfono, Internet. O vienen por debajo, por los vértices de las paredes y se meten en los techos. En la mayor parte de los casos el hormiguero se va generando entre el tirante de madera y la pared”, resumen desde el negocio que funciona desde 1998. La hormiga colorada chiquita, en tanto, aseguran que se la encuentra en todos lados, y frecuentemente se la ve aparecer en la zona de la cocina. Pueden hacer su hormiguero en cañerías, en ranuras en la pared, y en parques suelen verse en el límite entre la vereda y el pasto.
Respecto a cómo proceder una vez que el problema ya es importante, la propuesta es utilizar productos químicos, que son levemente tóxicos, o productos que no son tóxicos, como cebos en forma de gel o granulado. “Para nosotros la mejor forma es esta última. Puede tardar un poco más, pero es la forma más efectiva de erradicar el problema de raíz. Vamos varias veces al lugar y el objetivo es encontrar el hormiguero. Con la carpintera no tenemos mayor problema y generalmente damos rápido con el hormiguero, pero con las demás la cuestión puede tardar”.
En ese sentido, explican que una persona puede notar presencia de hormigas en el baño, pero el hormiguero podría estar debajo de una de las habitaciones de la casa. Por eso, el tratamiento localizado, si es superficial, solo sirve para neutralizar una zona y no es una solución a largo plazo.
Para dar cuenta de la magnitud de posibles consecuencias, recuerdan junto a 90lineas.com uno de los episodios que vivieron con una clienta: “Una vez fuimos a un domicilio porque la dueña se dio cuenta de que tenía un hormiguero cuando la heladera cedió. Lo que pasó fue que cedió el piso y la heladera se inclinó. Cuando se acercó y la corrió, vio tierra debajo del motor. No es que solo le estaban sacando tierra sino que se lo taparon”. Y agregan: “En colegios en zonas rurales también hemos visto pisos quebrados, hundidos, por la hormiga negra. Ellas, aunque no lo veamos, van generando hormigueros gigantes”.
El consejo, por lo tanto, al igual que el de la bióloga consultada, es controlar el hogar, prestar mucha atención y “tener constancia para buscar el origen del problema”.