Gricel: el amor vedado que se hizo tango y tuvo su “desquite”

La increíble historia de amor que vivieron el poeta José María Contursi y Susana Gricel Viganó. Flechazo, encuentros, desencuentros y una boda que tuvo que esperar 32 años. Todo quedó inmortalizado en una canción emblemática que incluso grabaron dos íconos del rock

José María Contursi y Susana Gricel Viganó en Capilla del Monte, Córdoba (Crédito imagen: La Voz)

Corría el año 1935. Década Infame en Argentina, en Buenos Aires y en Radio Stentor, donde el letrista de tango y crítico de cine, José María Contursi, trabajaba como locutor. Un día llegaron al estudio las hermanas Nelly y Gory Omar, quienes iban a cantar juntas para una gran audiencia. Pero no estaban solas, sino con una amiga que había venido a visitarlas desde Córdoba, la entonces quinceañera Susana Gricel Viganó. ¿Flechazo? Dicen que “de aquellos que ocurren sólo de tanto en tanto”. Contursi y Gricel quedaron definitivamente atrapados por un profundo amor prohibido.

José María Contursi tenía 24 años, estaba casado con Alina Zárate y ya era padre de Ethel. Gricel, si bien había nacido en Buenos Aires, vivía en la bellísima localidad de Capilla del Monte, en las sierras cordobesas, adonde regresó para continuar trabajando en la estación de servicio de sus padres, proseguir sus estudios de piano y, según cuentan, ganar todos y cada uno de los típicos concursos de belleza de la época. Gricel era dueña de una hermosura y una sencillez que desde aquella tarde en radio Stentor le quitaron el sueño a Contursi.

Gricel visitó los estudios de radio Stentor en 1935 y allí se cruzó con Contursi, a la sazón, locutor de la emisora. Y nació un amor para toda la vida (Crédito imagen: Salamanca Cine)

Nacido el 11 de octubre de 1911 en Lanús, José María heredó de su padre Pascual el talento para escribir letras de tango, aunque algunos dicen que en la lírica del hijo se notaba una mayor formación, lo cual se desprendía de su fineza poética y del casi nulo uso del lunfardo.

Contursi escribió a lo largo de su vida más de medio centenar de letras, entre las que destacan En esta tarde gris (1941), Sombras nada más (1943) y, en el medio, hacia 1942, Gricel, el tango inspirado en su gran amor.

En 1938, tres años después de aquel encuentro en la radio que marcaría a fuego sus corazones, José María y Gricel se encontrarían en Capilla del Monte. El poeta tuvo problemas de salud, y recibió de su médico la clásica recomendación de antaño: “Váyase un tiempo a las sierras de Córdoba”. Contursi se hospedó en la hostería que los padres de Gricel tenían en la bellísima ciudad mediterránea.

Fue un momento mágico, en el que José María y Gricel concretaron ese profundo amor que los había atrapado tres años antes. No obstante, aquello era muy complicado para el poeta, quien ya no tenía solamente una hija con Alina Zárate. En total llegaron a tener cuatro hijos: Ethel, Amalia, Hebe y Lucio, quien murió siendo muy joven a raíz de un cáncer.

Contursi y Gricel se casaron en 1967 y vivieron cinco años en Capilla del Monte, hasta que el poeta falleció a los 60 años (Crédito imagen: Clarín)

Contursi, con la excusa de su estado de salud, volvió una y otra vez a Capilla del Monte, hasta que la culpa lo pudo y en 1942 dejó de viajar. Según contó la historiadora Patricia Lasca, el 10 de junio de ese año Gricel le escribió una breve y dolida carta:

“Querido José María: Hace cuatro semanas que no tengo noticias tuyas. Desde tu última visita no he recibido ni una carta, ni un telegrama, diciéndome al menos que estás vivo. Me siento inquieta, insegura, asustada. ¿Qué debemos hacer con este amor? ¿Todavía me quieres?”.

Un día, la joven recibió una carta de José María con la letra de un tango titulado Gricel. Ni bien se publicó en aquel mismo año 1942, con música de Mariano Mores y la voz de Francisco Fiorentino, fue un éxito rotundo. Aseguran que en Capilla de Monte Susana Viganó pasó a ser conocida como “Gricel, la del tango”.

Gricel (1942) – Mariano Mores y José M. Contursi – Voz: Roberto Goyeneche

Contursi siguió con su vida, atravesada por mil mujeres (sin amor), los caballos, la noche, el alcohol y su fanatismo por San Lorenzo. Gricel, en tanto, en 1949 se casó con Jorge Camba, otro Don Juan con quien tuvo a su única hija, Susana.

Llegó el fatídico 1955. Mientras el país caía en la dictadura, José María caía en una profunda depresión. Ese año falleció su esposa, mientras que el gran amor de su vida seguía persiguiéndolo en sueños.

El reencuentro

Hacia 1962, Gricel tuvo noticias de que José María se estaba perdiendo en el alcohol y viajó a Buenos Aires. Se habrían reencontrado en la Confitería El Molino. El paso siguiente lo dio la vida, el destino, o como cada uno quiera llamarlo: Como él era viudo y ella se había casado sólo por civil, decidieron unir sus vidas ante Dios. Lo hicieron el 16 de agosto de 1967 en la parroquia San Antonio de Padua, en Capilla del Monte, donde finalmente vivieron su gran amor libremente.

Parroquia de San Antonio de Padua, en Capilla del Monte, Córdoba. Allí se casaron José María y Gricel el 16 de agosto de 1967 (Crédito imagen: Diócesis de Cruz del Eje)

Treinta y dos años después de conocerse en la radio, la vida les dio revancha. Aunque la salud de José María ya no era buena. Falleció el 11 de mayo de 1972, a los 60 años. Gricel murió el 25 de julio de 1994.

Vivió con el sentimiento a flor de piel de un amor incondicional, que quedó inmortalizado en la letra de un maravilloso tango cantado por los mejores intérpretes del género. Además, fue el primer tango tradicional versionado por dos músicos de rock argentino: Fito Páez y Luis Alberto Spinetta en su álbum La la la, de 1986.

Gricel (1986) – José María Contursi, Fito Páez y Luis Alberto Spinetta

Pista extra 1.- En esta tarde gris (José María Contursi y Julio Sosa – 1941)

Pista extra 2.- Sombras nada más (José M. Contursi y Argentino Ledesma – 1943)

Gricel (letra)

No debí pensar jamás
en lograr tu corazón,
y sin embargo te busqué
hasta que un día te encontré,
y con mis besos te aturdí
sin importarme que eras buena…
Tu ilusión fue de cristal,
se rompió cuando partí
pues nunca, nunca más volví…
¡Qué amarga fue tu pena!

No te olvides de mí,
de tu Gricel,
me dijiste al besar
el Cristo aquel.
Y hoy que vivo enloquecido
porque no te olvidé,
ni te acuerdas de mí…
¡Gricel! ¡Gricel!

Me faltó después tu voz
y el calor de tu mirar,
y como un loco te busqué
pero ya nunca te encontré,
y en otros besos me aturdí…
¡Mi vida toda fue un engaño!
¿Qué será, Gricel, de mí?

Se cumplió la ley de Dios,
porque sus culpas ya pagó
quien te hizo tanto daño.

José María Contursi (1942)

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