Monedazos, naranjazos y algo más recibían los Virus durante sus primeras (y segundas) presentaciones. Y cambiaron al rock nacional. Algunos años antes, monedazos, insultos y algo más recibieron Amelita Baltar y Astor Piazzolla cuando hicieron Balada para un loco, un poema de Horacio Ferrer, en el Luna Park. Y cambiaron al tango.
Parece ser que las grandes disrupciones artísticas, en estas pampas siempre llegaron acompañadas por los monedazos de la incomprensión.
Era 1969. Tiempo de grandes cambios en el mundo. Así lo pintó el poeta uruguayo -nacionalizado argentino- Horacio Ferrer durante una imperdible charla con Emilio del Guercio, bajista de Almendra, que justamente aquel año publicó su primer disco, el cual provocaría un crack definitivo en la música popular.
“Fue la época del Mayo Francés, fue la época de los Beatles, fue la época de un cambio profundo en la civilización occidental”, dijo el autor de la letra de una pieza que está considerada entre las mejores 100 canciones de la historia de la música latina.
Era 1969. Y un día, cuando Horacio Ferrer regresaba a su casa desde la editorial, sintió “una cosa rarísima… Sentí una voz tipo Goyeneche que decía ya sé que estoy pianta’o, pianta’o, pianta’o”.
“Sentí la presencia de una especie de amante demencial, amante de la libertad, con una distancia total con el dinero; un viajero del espacio que era capaz de volar también”, rememoró el hombre que cambió la lírica del tango junto a quien cambió su música, Astor Piazzolla.
Continuó: “Y (había) una mujer muy aburrida, lo de siempre, en la calle y en vos… Cuando de atrás de un árbol me aparezco yo”.
Y enloqueció Piazzolla
“Yo vi eso. Fui y se lo conté a Piazzolla. Y se puso… ¡El loco era él! ‘Esto es una belleza, seguime contando’”, le pidió. “Y la verdad es que en ese momento yo no tenía más para contar”, recordó entre risas el poeta y escritor. Lo cierto es que Ferrer y Piazzolla terminaron de darle forma juntos.
La comunión entre Ferrer y Piazzolla venía de antes. El bandoneonista que a la postre sería considerado uno de los principales compositores del mundo le había dicho a Horacio: “Lo que vos hacés con la poesía tanguera no lo hace nadie. Es lo que yo hago con la música. Así que vos y yo tenemos que escribir juntos”.
Horacio Ferrer contó que con Piazzolla habían visto la película Rey por inconveniencia (de Philippe Brocca, 1966), donde “los internos (de un neuropsiquiátrico), ante la repentina ausencia de médicos, enfermeros y demás, se van del lugar, salen libres, y cuando ven lo que hay en el mundo exterior, deciden regresar al manicomio”.
“Esa película tenía muchos puntos en común con Balada… Y hay una escena central con un vals de fondo, un vals lento, tipo francés, ya que el filme era francés”, describió Ferrer. Cuestión que un día el poeta le sugiere a Piazzolla: “Nos hace falta un final. Entonces el maestro se puso a tocar inspirado en aquella escena, enseguida sacó algo maravilloso y dijo ‘acá la tenemos’”, narró, para agregar que Astor disparó: “Tenemos, Horacio, un misil entre las manos”.
Ese vals que caracteriza a Balada para un loco, junto con el recitado que grabó por primera vez Amelita Baltar y acto seguido Roberto Goyeneche -el mismo que Ferrer imaginó aquella tarde diciendo ya sé que estoy pinta’o-, fueron los elementos distintivos de la obra pero, a la vez, los que casi la dejan afuera del Festival de la Canción de Buenos Aires cuando la discográfica CBS-Columbia decidió inscribirla en la tradicional competencia, que en aquel 1969 se llevaría a cabo el 16 de noviembre en el Luna Park. ¿Razones? No era un tango convencional porque incluía un recitado y un vals.
Pero finalmente, aquel día subieron al escenario Astor Piazzolla, su quinteto y Amelita Baltar. Uno de los miembros del jurado, Horacio Malvicino, guitarrista de tango, jazz y otros géneros que supo tocar con Piazzolla, contó que la gente enloqueció y estalló en aplausos y vítores.
No fue precisamente eso lo que vivió Amelita Baltar. “Yo solamente escuchaba silbidos e insultos, y veía cómo Cacho Tirao, guitarrista del quinteto, protegía su instrumento para que no lo alcancen los monedazos que llovían desde la popular”, relató la cantante. Y es que mientras Malvicino estaba al lado de una exultante platea, Baltar tenía de frente a la tribuna popular, donde siempre se concentraban los tangueros más tradicionalistas.
Como pudo, Baltar terminó su interpretación y se fue caminando sin dar la espalda al público porque se le había roto el vestido. Llegó al camarín convencida de que aquello había sido un fracaso total.
Ya entrada la noche, en algún bar porteño, se enteraron de que el jurado había votado a «Balada para un loco» como el tema ganador, pero que “pasó algo extraño” y finalmente quedó segundo, detrás de «El último tren», interpretado por Jorge Sobral.
Un par de días después del festival la discográfica sacó a la venta el disco simple, con Balada para un loco en el lado A y Chiquilín de Bachín, otra obra del dúo Ferrer-Piazzolla, en el lado B. En menos de una semana se vendieron más de 200.000 copias, una locura para el mercado discográfico argentino.
Dos años antes, en 1967, cuando salió a la venta el vinilo simple de La balsa, de Nebbia y Tanguito e interpretada por Los Gatos, en una semana vendió 250 mil copias. Números que lo decían todo entre un público que estaba buscando desesperadamente un cambio radical.
La fe de Horacio Ferrer
Antes del Luna Park y del tremendo éxito de ventas de Balada…, Horacio Ferrer contó que tenía “una fe bárbara” de que lo suyo “iba a ser entendido, no por la vía de la inteligencia, sino por la de las emociones estéticas”.
“Hubo mucha gente que me interpretaba las frases de Balada…, una por una. Hay desgloses de la canción, frase por frase. Por eso la perduración. Y también el enorme éxito que tuvo en el exterior, donde es considerada una especie de ícono, de revolución de la canción”, comentó.
En un artículo publicado en el diario La Nación el 23 de noviembre de 2019, el periodista Gabriel Plaza cita testimonios de Ferrer y Amelita Baltar sobre el significado de algunos pasajes de la letra.
“Más allá del viaje psicodélico del autor, la poesía contaba con muchos visos de la rutina diaria de Piazzolla, Amelita y Ferrer. ‘Yo salía de casa por la calle Arenales y en Callao me tomaba el bondi para ir hasta la casa de Astor, que estaba en Libertador y Ayacucho’, contó cierta vez la cantante acerca de una de las emblemáticas frases de la canción”.
“Hay otra estrofa ligada a una noticia del momento. Neil Armstrong, el astronauta que había pisado la luna el 20 de julio, llegó a Buenos Aires tres meses después invitado por el Congreso de la Nación. Horacio Ferrer se inspiró en el desfile de Armstrong por la ciudad. ‘Cuando dice: No ves que va la luna rodando por Callao, es porque Armstrong paseó en un auto descapotable. Lo traían parado con motos adelante y motos atrás. Era mediodía y venía por Callao. Y las madres le decían a los chicos: Ese hombre es el que subió la luna. Lo saludaban y todos los chicos se quedaban con la boca abierta’”.
“De ahí sale también: ‘un corso de astronautas y niños con un vals me baila alrededor’”, explicó Amelita Baltar.
Letra de Balada para un loco (Horacio Ferrer-Astor Piazzolla, 1969)
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste?
Salís de tu casa por Arenales, lo de siempre, en la calle y en vos
Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo
Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus
Medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel
Dos medias suelas clavadas en los pies y una banderita de taxi libre levantada en cada mano
Te reís, pero sólo vos me ves
Porque los maniquíes me guiñan, los semáforos me dan tres luces celestes
Y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares
Y así, medio volando y medio bailando
Me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita y te digo
Ya sé que estoy pianta’o, pianta’o, pianta’o
¿No ves que va la luna rodando por Callao?
Que un corso de astronautas y niños con un vals me baila alrededor
Bailá, vení, volá
Ya sé que estoy pianta’o, pianta’o, pianta’o
Yo miro Buenos Aires del nido de un gorrión
Y a vos te vi tan triste; vení, volá, sentí el loco berretín
Que tengo para vos
Loco, loco, loco
Cuando anochezca en tu porteña soledad
Por la ribera de tu sábana vendré
Con un poema y un trombón a desvelar tu corazón
Loco, loco, loco
Como un acróbata demente saltaré
Sobre el abismo de tu escote hasta sentir
Que enloquecí tu corazón de libertad, ya vas a ver
Ya vamos a llegar, querida mía. Subite a mi ilusión súper-sport
Y vamos a correr por las cornisas con una golondrina en el motor
De Vieytes nos aplauden: «¡Viva, viva!, los locos que inventaron el amor»
Y un ángel y un soldado y una niña nos dan un valsecito bailador
Nos sale a saludar la gente linda
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!
Provoco campanarios con la risa
Y al fin, te miro y canto a media voz
Quereme así, pianta’o, pianta’o, pianta’o
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí
Ponete esta peluca de alondras y volá, volá conmigo ya
Vení, volá, vení
Quereme así, pianta’o, pianta’o, pianta’o
Abrite los amores que vamos a intentar
La mágica locura total de revivir
Vení, volá, vení
Trai-lai-lai-larará
¡Viva!, ¡viva!, ¡viva!
Loca ella y loco yo
Locos, locos, locos
Loca ella y loco yo
¡Viva, locos!, ¡viva, locos!
¡Viva!, ¡viva!, ¡viva, locos, locos!
Balada para un loco (Roberto Goyeneche)
Balada para un loco (Amelita Baltar)