John William Cooke: “Los poderes económicos con posición monopólica se convierten rápidamente en poderes políticos (…) Y las prácticas monopólicas implican una reducción de la libertad individual y una pérdida de soberanía de los Estados. (Por ello) todas las actividades económicas que (sí o sí) requieran prácticas monopólicas deben ser llevadas adelante por el Estado”
De un largo tiempo a esta parte, comúnmente se lo llama peronismo de izquierda (que, a decir verdad, perdió bastante fuelle). Pero entre 1955 y 1973, el período de 18 años durante el cual el justicialismo estuvo prohibido en el país y su máximo líder, Juan D. Perón, exiliado en España, al encarnado por John W. Cook se lo conoció como peronismo revolucionario.
Hablamos del amplio sector del movimiento sociopolítico más grande que conoció América Latina, que postulaba un cambio radical en las relaciones de poder en la Argentina, donde la burguesía terrateniente dejara de ser la clase dominante para que una alianza entre la clase trabajadora organizada y las pequeñas y medianas empresas nacionales ocupara ese lugar y avanzara decididamente en la construcción de una sociedad igualitaria.
Por supuesto que el peronismo revolucionario se nutrió, desde 1945, de múltiples vertientes políticas, sindicales, sociales y culturales, pero si bien no tuvo un “creador”, sí conoció un referente ineludible, a tal punto que con el tiempo se ganó el mote de “padre” del peronismo revolucionario. Fue el abogado platense John W. Cooke, único hombre que Perón, desde el exilio, no sólo designó como su delegado personal en el país, sino como su “heredero político” en caso de que él muriera.
Fue la única vez en su larga vida que el caudillo les dijo con absoluta claridad a las “bases peronistas” que, si él moría, el líder del movimiento sería otro hombre. Con el tiempo, Perón dejaría la célebre cita “Mi único heredero es el pueblo”, más simbólica y literaria que otra cosa.
Al Dr. John William Cooke
Buenos Aires
Por la presente autorizo al compañero doctor Don John William Cooke, actualmente preso por cumplir con su deber de peronista, para que asuma mi representación en todo acto o acción política. En este concepto su decisión será mi decisión y su palabra la mía.
En él reconozco al único jefe que tiene mi mandato para presidir a la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero y sus decisiones tienen el mismo valor que las mías.
En caso de fallecimiento, delego en el doctor don John William Cooke el mando del movimiento.
En Caracas, a 2 días de noviembre de 1956.
Juan Perón.
Fuente: Wikipedia
Ahora bien, ¿quién fue John W. Cooke para que un líder tan personalista lo designara su “heredero político” desde el exilio, a pocos años del sanguinario golpe de Estado de 1955?
Podríamos apelar a dos de las miles de cualidades de John W. Cooke para ensayar una respuesta; dos cualidades que a primera vista a algunos les podrían parecer contradictorias, pero que en este caso no lo fueron. Por un lado, el docente universitario y ex militante yrigoyenista tenía una lealtad a prueba de balas (literalmente), y por el otro, era dueño de un intelecto y de profundas convicciones propias que muchas veces lo llevaban a discutir con Perón de vos a vos. Y si bien Perón solía estar rodeado de obsecuentes, como le reprochaba la mismísima Evita, era por demás inteligente para saber que un movimiento tan vasto y complejo como el peronismo requería tener al frente a una mente brillante.
Y John W. Cook era más que una mente brillante. Era un hombre de acción. Así lo demostró el 16 de junio de 1955. Cuando los aviones golpistas bombardeaban Plaza de Mayo y todos corrían a guarecerse en algún lugar, él no vaciló en ir a la plaza, parapetarse detrás de una estatua y abrir fuego contra los marinos que pretendían avanzar hacia la Casa Rosada.
John William Cook
John William Cook
UN DIPUTADO DE 26 AÑOS
Tras graduarse como abogado en la Universidad Nacional de La Plata, John W. Cook, nacido el 14 de noviembre de 1920 de la unión entre Juan Isaac Cooke y María Elvira Lenci, se volcó a la política desde muy joven inspirado por su padre, un radical yrigoyenista que fue ministro de Gobierno bonaerense entre 1922 y 1930, cuando se produjo el primer golpe de Estado en el país.
John comenzó a trabajar con su padre cuando éste fue elegido diputado nacional en las elecciones de 1938. Ya iniciada la década de los 40, ambos comenzaron a militar en la UCR Junta Renovadora, la escisión del radicalismo que veía en el naciente peronismo la continuidad de las políticas nacionalistas y populares que representó Hipólito Yrigoyen.
Mientras Juan Isaac fue nombrado por el aún gobierno militar nacionalista como ministro de Relaciones Exteriores y Culto en 1945, su hijo ya estaba totalmente inmerso en el nuevo movimiento político y social, a punto tal que en las elecciones del 24 de febrero de 1946 que consagraron a la fórmula Perón-Quijano, fue electo diputado nacional con apenas 26 años. Desde entonces, sus compañeros lo apodaron “bebe” (sin acento).
John William Cook
John William Cook
CONTRA LOS MONOPOLIOS. POR LA CONSTITUCIÓN Y LA LIBERTAD
Pese a su corta edad, J. W. Cooke se transformó en una pieza clave del flamante peronismo en el Congreso, se reveló como un brillante orador y fue quien presentó proyectos fundamentales para el gobierno, como por ejemplo, el proyecto de ley de “represión de monopolios”.
En la Cámara argumentó: “Los poderes económicos con posición monopólica se convierten rápidamente en poderes políticos (…) Y las prácticas monopólicas implican una reducción de la libertad individual y una pérdida de soberanía de los Estados. (Por ello) todas las actividades económicas que (sí o sí) requieran prácticas monopólicas deben ser llevadas adelante por el Estado”.
La postura de Cook sobre el Estado y las libertades es muy interesante al calor de las actuales referencias permanentes que hacen los ultraliberales a las “libertades” y al “Estado” como un supuesto enemigo de las mismas. Para John William, muy por el contrario, el Estado era la única garantía de que los sectores vulnerados pudiesen ejercer su derecho a las libertades civiles.
John William Cook
Un ejemplo perfecto: cuando presentó el proyecto de reforma constitucional que daría lugar a la nueva Constitución Nacional de 1949, Cooke definió al Estado como “el garante de la libertad” para los trabajadores, al tiempo que denunció la idea liberal del Estado como “un peligro para la libertad”, pues para los liberales éste era una simple herramienta destinada a asegurar los negocios de las grandes fortunas con el imperio económico de turno.
“Toda su argumentación sobre la necesidad de reformar la constitución se basó en la convicción de que había que fortalecer el Estado para fortalecer la libertad. El proyecto conjugaba la cuestión nacional con la cuestión social y aspiraba, a través de la inclusión de los derechos laborales, a que los trabajadores adquirieran las libertades económicas que les permitieran gozar de las ya sancionadas libertades civiles y políticas” (John William Cooke (1920-1968) – Cristian Leonardo Gaude – Noticias UNGS).
John William Cook
LIBERTAD DE PRENSA SÍ, LIBERTAD DE COACCIÓN NO
Cook participó de la expropiación del diario La Prensa en el año 1951, una de las acciones en que se basó la oposición al peronismo para calificar al gobierno como “dictatorial”.
“Nosotros creemos en la libertad de prensa”, aseveró Cook cuando se expropió al principal vocero de la oligarquía terrateniente argentina, pero “en lo que no creemos es en el derecho de estas empresas mercantiles y capitalistas para procurar que los resortes del Estado se pongan al servicio de sus intereses cada vez que hay cuestiones gremiales en juego”, añadió.
Llegaría el momento en que Cook realizaría la mayor muestra de lealtad al movimiento revolucionario. Debido a sus rebeldías, como por ejemplo su negativa a votar la ratificación de las Actas de Chapultepec y de las Naciones Unidas, pese a que lo pedía Perón, porque consideraba que ello “limitaba la soberanía nacional” y alimentaba la falacia de la igualdad entre los Estados “desmentida en la realidad de los pueblos”, John William no fue tenido en cuenta en las elecciones de 1952 para renovar su banca.
No fueron pocos los que Perón corrió -al menos temporalmente- a causa de sus críticas, considerando que el enemigo que se debía enfrentar era tan poderoso que las disidencias internas había que minimizarlas. Pero a diferencia de otros, Cook no sólo no abandonó el movimiento sino que regresó a la militancia desde el llano con más fuerza que antes.
John William Cook
No por nada, cuando empezaron a soplar los vientos golpistas en 1955 y Perón tuvo que rodearse de pocos pero de mucha confianza, uno de los que eligió fue J. W. Cook. Vale resaltar que tras aquella “salida de lista” del año 52, la propia Evita le ofreció la dirección del diario Democracia, pero él se negó diciéndole que no quería enfrentarse a la corte de obsecuentes de Perón.
John William Cook
CÁRCEL, TORTURAS, FUGA… Y LA HERENCIA
Después del golpe del 55, Cook fue de los primeros en contactar con Perón cuando estaba en Paraguay, al mismo tiempo que formaba el llamado Comando Nacional de la Resistencia. Sin embargo, en octubre cayó preso.
Estuvo en la Penitenciaría de la calle Las Heras, en Ushuaia, en Caseros. Lo llevaron de aquí para allá. Pero siempre se las rebuscó para mantener el contacto con Perón y con los dirigentes de la “resistencia”.
“Hacia fines de 1965, en su correspondencia con el General, Cook manifestó su desacuerdo con la táctica de ‘bendecir a todos’, pues entendía que ello ampliaba al movimiento pero a costa de su combatividad revolucionaria. En opinión de John William, el peronismo debía desembarazarse de sus sectores burgueses, eclesiásticos y militares, pues nada aportaban, y convertirse en un partido obrero con un claro programa revolucionario. Perón, en cambio, sustentaba una táctica dirigida a aislar a la oligarquía aliada al imperialismo, para lo cual creía necesario constituir un frente muy amplio evitando que burguesía, ejército e Iglesia se sumen al frente oligárquico-imperialista”. Ese era el nivel de los debates entre J. W. Cook y Perón
Cuando se produjo el levantamiento del General Juan José Valle, el cual dio lugar a los fusilamientos de José León Suárez que inspiraron el primer trabajo de investigación periodística de la Argentina (Operación Masacre, de Rodolfo Walsh), los presos políticos sufrieron reprimendas. En el caso de Cooke y quienes estaban con él, fueron sometidos a simulacros de fusilamientos. Paradojas del destino: mientras el padre del peronismo revolucionario era torturado en la cárcel, el otrora antiperonista Rodolfo Walsh iniciaba su ferviente conversión al peronismo…revolucionario.
John William Cook
En busca del desgaste psicológico de los detenidos, Cook fue llevado otra vez a Ushuaia, luego a Las Heras, después nuevamente a Caseros, y de allí a Río Gallegos. Desde ese penal, el 17 de marzo de 1957, John William junto con Jorge Antonio, Héctor José Cámpora, Patricio Kelly y otros, se fugaron a Chile.
Fue en esa época cuando Perón, que ya lo había designado su delegado político, informó “a las bases” que, en el caso de su muerte, John William Cooke debía ocupar su lugar en la conducción del movimiento.
John William Cook
EL MILICIANO CUBANO, LOS “BASTONES BLANCOS” Y UNA MUERTE MUY TEMPRANA
En 1960 viajó a Cuba con su compañera, Alicia Eguren, por asuntos políticos. Allí entabló una excelente relación con Fidel Castro y una profunda amistad con el Che Guevara. En 1961, John y Alicia participaron activamente, como milicianos, en la famosa lucha de Bahía de Los Cochinos, donde la joven revolución cubana rechazó el intento de invasión estadounidense.
John William Cook
Su correspondencia con Perón era incesante, y en una carta le sugirió que cambiara España por Cuba, pero el líder peronista le dijo que “sería inconveniente” para mantener la cohesión de su heterogéneo movimiento.
Después del frustrado retorno de Perón al país, Cook, quien no le escondía al General sus críticas, le escribió: “Usted eligió las direcciones que actúan en la Argentina. Pero como peronista que vive angustiosamente esta hora histórica dramática, le insisto en mi pedido: si eligió ciegos, sus razones habrá tenido que no puedo adivinar, pero, por favor, deles un bastón blanco a cada uno para que no se los lleve por delante el tráfico de la historia, porque seremos todos los que quedaremos con los huesos rotos (…)”.
Siguió: “¿Qué significará ser peronista después de muerto Perón? Cuando Perón no esté cada cual dará una respuesta propia y esas respuestas no nos unirán sino que nos separarán. Cuando usted falte, las piezas se desarmarán por completo. El movimiento se irá deshaciendo, se desarmará, vendrá la diáspora. (Porque) ellos (los burócratas y obsecuentes) están sustituyendo al peronismo tal cual es y tal cual está por otra cosa que no tiene más que el fetichismo del líder: estamos cambiando a Perón como significado, definición y fuerza concreta, por Perón simple conjuro emotivo, simple valor sentimental”.
Y su emblemática frase que el peronismo revolucionario tomó como bandera: “El peronismo es el hecho maldito del país burgués. Peronismo y antiperonismo son, en esta etapa (1964), la forma en que se da políticamente la lucha de clases”. Y remató: “(Pero) si el peronismo se reduce a un gigante invertebrado y miope, ¿para qué nos sirve ser muchos? ¿Para votar en las elecciones que no se han de realizar?”.
A finales de 1967, mientras escribía el libro “La revolución y el peronismo”, fue tomado por un cáncer de pulmón. Murió el 19 de septiembre de 1968, a los 47 años. Así, el movimiento nacionalista y popular perdió muy pero muy temprano a dos de sus referentes más combativos y lúcidos: Eva Duarte y John W. Cooke.
Fuentes de consulta: Los Malditos, de Norberto Galasso – John William Cooke (1920-1968), Universidad Nacional de General Sarmiento