Un 4 de agosto de 1957, Juan Manuel Fangio no sólo ganaba su quinto título mundial de Fórmula 1, sino que lo hacía de un modo solamente reservado para los gigantes.
En el circuito alemán de Nürburgring, a bordo de un Maserati con el número 1, el Chueco de Balcarce llegó a batir varias veces su propio récord de vuelta para, desde la primera posición, sacarle 30 segundos de ventaja a las Ferraris de Peter Collins y Mike Hawthorn.
Pero el hasta entonces cuádruple campeón mundial entró en boxes, el equipo tardó más de lo esperado en cambiar los neumáticos, y volvió a la pista 48 segundos por detrás de Collins y Hawthorn, que aumentaron a 51 pues en la primera vuelta perdió 2 más a causa de que tenía gomas nuevas.
Imposible. Estaba todo perdido.
No para Fangio, quien en una remontada épica que quedó y permanecerá por siempre en los anales deportivos, llegó a la línea de meta por delante de ambas Ferraris y obtuvo la victoria en Alemania y su quinta corona mundial.
Absolutamente nadie podía creerlo. Ni el público, ni sus rivales, ni los cronistas, ni el propio equipo. El argentino fue premiado por la Academia Francesa de Deportes como “autor de la más sobresaliente hazaña deportiva del mundo”.
“Hay que intentar ser el mejor, pero nunca creerse el mejor” (J. M. Fangio)
Como se pude apreciar en el siguiente video (extracto del canal ESPN), Juan Manuel Fangio dijo que él nunca fue un “corredor espectacular” sino que “corrió siempre dentro de sus posibilidades”.
También impacta cuando cuenta que durante sus diez años como automovilista en Europa murieron 30 pilotos, lo cual agiganta aquella declaración del alemán Michael Schumacher, quien recién 45 años después de la hazaña del argentino en tierras justamente alemanas igualó la marca de los 5 títulos, que luego superó hasta llegar a siete: “No creo que sea justo compararme con Fangio, pues ahora los autos son más seguros. Él logró sus campeonatos a una tremenda velocidad teniendo en cuenta los vehículos que existían en su tiempo. Fangio fue muy superior a nosotros”.
“En las curvas de tercera (marcha) ponía cuarta, en las de segunda ponía tercera”, es una de las explicaciones que da Fangio para explicar la gesta deportiva. Pero lo que más atrapa del hombre de Balcarce es la enorme humildad y naturalidad con que contaba las cosas.
Si ellos lo dijeron…
“Correr no es sólo conducir un coche. Es también ser íntegro, vivir una pasión, marcar una historia. Es por eso que nadie va a igualar a Fangio”, sentenció el brasileño Ayrton Senna da Silva (21 de marzo de 1960 – 1º de mayo de 1994), tricampeón de la categoría.
“Fue el mejor de todos. Sus rasgos más notables fueron su personalidad y su simpatía”, señaló el austríaco Niki Lauda, también tres veces campeón de F1.
Incluso su gran oponente, el británico Stirling Moss, lanzó: “Fue el más importante de todos los tiempos. Era un artista del volante. Pese a ser mi rival toda la vida, para mí era una figura paterna”, subrayó alguien a quien la grandeza de Fangio nunca le permitió llegar a la consagración.
De un taller mecánico a la gloria eterna
Fangio nació el 24 de junio de 1911 en la ciudad bonaerense de Balcarce. “Hijo de una familia humilde de inmigrantes italianos, de joven trabajaba en un taller mecánico. Además de los automóviles, su otra pasión era jugar al fútbol, lo que le valió el sobrenombre de ‘el Chueco’ que conservó a lo largo de su vida”, describió el sitio Mi Buenos Aires Querido.
En ese taller mecánico, propiedad de Miguel Viggiano, el campeón argentino de carretera, Manuel Ayerza, le propuso tripular un Chevrolet de cuatro cilindros.
Su primera carrera fue en 1934 en el circuito La Chata, en las afueras de su ciudad natal. En esa época, los circuitos argentinos eran tan precarios como peligrosos.
Pero Fangio mostró su pasta. Y cuatro años más tarde debutó en una carrera oficial en Necochea. Finalizó 5º entre 24. Fue entonces cuando más de doscientos vecinos de Balcarce ‘hicieron una vaquita’ que le permitió comprarse en 1939 su primer coche, un Chevrolet.
Fue campeón nacional argentino en 1940 y en 1941. Finalmente, en 1947 viajó a Europa con el apoyo económico del gobierno justicialista.
Comienza la gran leyenda
El 28 de octubre de 1951 ganó su primer campeonato de F1 con Alfa Romeo. Se consagró en el circuito de Pedralbes, en España.
La máxima categoría del automovilismo mundial nació en 1950, pero el Chueco ya había corrido en Europa en 1949; el 3 de abril de ese año consiguió su primera victoria en San Remo, Italia, a bordo de una Maserati del equipo del Automóvil Club Argentino (ACA).
En 1950, ya en la F1, logró cuatro triunfos y salió subcampeón tras su compañero de equipo en Alfa Romeo, el italiano Giuseppe Farina.
Como se dijo, al año siguiente llegó la revancha y el inicio de la leyenda. El segundo título lo obtuvo en 1954 con Mercedes Benz. Otro argentino, Froilán González, fue subcampeón del mundo a bordo de una Ferrari.
Empezó la seguidilla. En 1955, también con Mercedes, se consagró tricampeón. En 1956 lo hizo por cuarta vez pilotando una Ferrari.
Y, como ya vimos, la quinta y última corona la consiguió de manera épica el 4 de agosto de 1957, con su Maserati y en el circuito alemán de Nürburgring.
Se retiró de la Fórmula 1 el 6 de julio de 1958. Corrió un total de 51 grandes premios, ganó 24, estableció 28 pole position y marcó 23 récords de vuelta.
Fangio siempre dijo que, en su opinión, el brasileño Ayrton Senna (quien murió en un accidente en Imola, Italia) y el escocés Jim Clark eran los mejores pilotos de la historia de la F1. Con Senna, incluso, mantuvo una gran relación de mutuo respeto y admiración.
Murió a las 4,10 de la madrugada del 17 de julio de 1995, en una clínica porteña, a los 84 años.