Las Mil Casas de Tolosa y un pedacito de su rica historia

Un barrio marcado por especulaciones financieras, proyectos truncos y los cambios arquitectónicos y culturales

Tolosa y un pedacito de su rica historia .- En el corazón de Tolosa se ubica, lo que según cuentan las crónicas, resultó el primer barrio obrero de Latinoamérica: “Las Mil Casas”. Hoy solo quedan vestigios de sus construcciones originarias, puesto que el tiempo y la desidia fueron cambiando de plano su semblanza, aunque permanece el trazado original de callejuelas o pasajes, que hacen que las dos manzanas originales, que se ubican entre lo que hoy son las calles 522 y 524, entre 3 y 4, se dividan en seis lonjas de callecitas angostas que permiten que sus habitantes encuentren la tranquilidad que le da la casi nula circulación de vehículos.

Cuentan los historiadores que este caserío de obreros comenzó a tomar forma allá por el 1800, cuando arribaron en tren desde la Ciudad de Buenos Aires numerosos contingentes de albañiles para iniciar la construcción de las viviendas. Y con ello comenzaron las especulaciones e intrigas sobre cuántos operarios eran, quiénes los mandaban, por qué venían y demás cuestiones que se preguntaban muchos tolosanos mientras veían cómo se levantaba la construcción.

Las especulaciones fueron muchas, pero la realidad es que detrás de esta planificación no estaban las autoridades, sino una mujer (Emma), y por supuesto también, ambiciones de poder económico, algo que hasta el día de hoy es moneda corriente.

A partir de sus vinculaciones políticas, Juan de la Barra, un adinerado residente de la Ciudad de Buenos Aires, recibió el dato de que Tolosa sería cuna de numerosos contingentes de obreros inmigrantes mucho antes de la construcción de los galpones ferroviarios. Por tanto, con esa información en su poder, él y su esposa, la escritora Emma de la Barra, invirtieron capitales en la construcción del barrio que sería prontamente habitado por los trabajadores.

Pero no todo salió según lo planeado, y nuevos intereses económicos de otros sectores potentados, hicieron naufragar el gran proyecto. El barrio recién se terminó en el año 1882 y no fue habitado por los obreros que trabajaron en la construcción de los talleres del ferrocarril, sino que fue poblado por algunos trabajadores inmigrantes que reparaban locomotoras y coches en los talleres y también algunos operarios de los Molinos La Julia, que ubicado entre las actuales calles 4, 5, 526 y 527, en 1886 se inaugura con una planta funcional de 300 obreros dedicándose a la producción de galletitas.

El proyecto era más que ambicioso, y si bien no contaba con 1000 viviendas (el nombre de Barrio las Mil Casas surgió porque al verlo desde el tren, cuando se arribaba a la Estación Tolosa, daba la sensación de que “tenía como mil casas”) comprendía dos manzanas, cada una de las cuales se dividía mediante callejones de 6 metros de ancho en tres sectores paralelos. Cada sector estaba ocupado por casas bajas de tres habitaciones, y en las esquinas había casas de dos plantas y sótano destinadas para comercios y alojamiento, o vivienda permanente.

En el centro de cada una de las manzanas, bordeada por dos callejones, una superficie de considerable tamaño estaría destinada a construir una escuela junto a un teatro, y en la otra manzana habría una capilla.

Pero el proyecto comenzó a quedar trunco una vez ya fundada la ciudad de La Plata. En 1890, el gobierno vendió el Ferrocarril del Oeste y los transfirió al Ferrocarril del Sud en 1902. Meses más tarde los talleres de Tolosa fueron mudados a Liniers, por lo cual toda la población obrera y sus familias que habitaban el Barrio de las Mil Casas se mudaron a Liniers Esto hizo que Emma de la Barra, intentara reflotar el barrio creando una cooperativa de tejedoras que hacían bolsas para el Molino La Julia, pero no tuvo éxito y el éxodo de población ocasionado por el traslado de los talleres del ferrocarril causó que el barrio se despoblara y el proyecto fuera a la quiebra, quedando muchas construcciones sin terminar.

En 1910 algunas fueron subastadas para saldar la deuda de Emma de la Barra con el Banco, mientras que otras casas fueron ocupadas por desocupados e indigentes. Cuentan que los que estaban interesados en adquirir las casas arrojaban piedras a los techos para escuchar si estos existían. Si había ruido a chapas, compraban la vivienda, y dejaban pasar la ocasión si no escuchaban ningún sonido.

El siglo XX fue progresando, las crisis económicas fueron moldeando las poblaciones y hoy, el barrio Las Mil casas, a pesar de que en 1999 fue declarado en la ordenanza municipal 8920 como «Patrimonio arquitectónico urbanístico de la ciudad», mantiene muy poco de su arquitectura e idiosincrasia original.

Es más, sus habitantes cambiaron las guitarras del tango arrabalero por la cuerda de tambores que resuenan constantemente como el latir cultural de este rincón de la ciudad que abraza los movimientos culturales y el sentido de pertenencia a lo barrial.

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