En sus primeras horas como presidente de Brasil, Lula da Silva realizó 16 encuentros bilaterales con mandatarios, participó del juramento de varios ministros y, sin perder un segundo de tiempo, publicó una serie de decretos para frenar privatizaciones de empresas públicas que tenía programadas el ultraderechista presidente saliente Jair Bolsonaro, así como otros decretos destinados a combatir la deforestación en la Amazonía.
La extensa lista de reuniones con jefes de Estado y de Gobierno visitantes comenzó con el rey de España, Felipe VI, y continuó con el presidente de Bolivia, Luis Arce, seguido por el mandatario argentino, Alberto Fernández, quien confirmó que Lula visitará Buenos Aires el 23 y el 24 de enero para mantener otro encuentro bilateral y participar de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
En esa conversación, Fernández abogó por institucionalizar el vínculo entre Argentina y Brasil, pues son naciones “indisolublemente unidas”, dijo, y subrayó que “ningún momento político puede perturbar eso”.
Brasil Lula
Lula, por su parte, declaró tras el encuentro: «Recibí a mi amigo, quien me felicitó por la posesión del cargo, y pude felicitarlo por la victoria de la Argentina en el Mundial. Reanudamos el diálogo y la amistad con nuestro mayor vecino, uno de los principales socios de Brasil en el mundo”.
La cita entre ambos mandatarios, que tienen una larga relación -Fernández visitó a Lula cuando aún estaba preso e impedido de participar en elecciones- se realizó en el Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería, donde durante toda la jornada fueron pasando los mandatarios visitantes.
La mujer que le colocó la banda presidencial a Lula fue Aline Sousa, de 33 años, «cartonera» que se dedica al reciclado desde los 14. También estuvieron Ivan Baron, un influencer con parálisis cerebral, y el cacique Raoni Metuktire, uno de los principales líderes indígenas de Brasil. Además, un niño de 10 años que obtuvo el 1º lugar en el campeonato de natación paulista; Weslley Rodrigues Rocha, obrero metalúrgico; Murilo de Quadros Jesus, docente; Jucimara Fausto, cocinera, y Flávio Pereira, artesano
En medio de ese ritmo, el Diario Oficial de la Unión (boletín oficial) siguió publicando decretos que modifican muchas de las políticas de la gestión del antecesor de Lula, Jair Bolsonaro.
Sólo el domingo, el jefe del Estado firmó 52 decretos y cuatro medidas provisorias, según la agencia estatal de noticias de Brasil.
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Entre esas medidas, algunas publicadas el domingo 1º y otras el lunes 2 de enero, figuran la suspensión de la política de flexibilización para la adquisición de armas y el inmediato retiro del programa de privatizaciones de la petrolera Petrobras, la de logística Correios y la red de medios públicos Empresa Brasileña de Comunicación (EBC).
El mismo día en que asumió la presidencia, Lula firmó decretos que eliminan la política de flexibilización para la compra de armas por parte de los ciudadanos, y otros decretos que ordenan el inmediato retiro del programa de privatizaciones que tenía el ultraderechista Bolsonaro, el cual incluía, entre otras empresas, a la petrolera Petrobras, la compañía de logística Correios y la red de medios públicos Empresa Brasileña de Comunicación. También decretó avanzar en un plan de «deforestación cero» en el Amazonas
“Hay una lectura del mercado de que habrá una injerencia cada vez mayor en las directrices de las compañías estatales, un retroceso respecto a una conducción más liberal”, analizó un politólogo brasileño.
El senador Jean Paul Prates, nombrado por Lula para presidir Petrobras, afirmó que la política de precios de la petrolera -que fija los valores de los combustibles en función de una paridad con el precio internacional del barril- cambiará.
A diferencia de la Bolsa paulista, donde las acciones bajaron, Brasilia amaneció indiferente después de un día desbordada por la marea roja de seguidores de Lula.
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Las miles de almas que fueron al acto de posesión de mando fueron desagotando la ciudad en silencio.
En el campamento de los seguidores más radicales de Bolsonaro, frente al Comando General del Ejército, había clima de fin de fiesta.
Los grupos que imploraban una intervención militar para impedir la asunción de Lula y que fueron protagonistas de escenas de golpe y expulsión de periodistas a los que acusaban de “infiltrados” e “izquierdistas” estaban desmontando sus carpas en la mañana del lunes 2 de enero.
Fuente: Agencia Télam