La era dorada de los tranvías

Los tranvías 23, 24, 25 y 26 de Berisso y La Plata

El legendario tranvía 25 que durante años y años unió las ciudades de Berisso y La Plata

Leyendo una de las frases de Oliverio Girondo“al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía-, vuelven a mi memoria los viajes en tranvía que me llevaban desde mi casa en la calle Nueva York de Berisso al Colegio Industrial Albert Thomas de avenida 1 entre 57 y 58 en La Plata, hacia 1961, 1962.

Muchas veces iba a tomarlo a la calle Río de Janeiro, porque a la Nueva York llegaba repleto.

Recuerdo su ruido, sus asientos de madera brillante, sus ventanas, su motorman y, principalmente, la gente.

Una pintura retrata la época en que convivían los tranvías con los colectivos

El recorrido comenzaba en la calle Nueva York, iba hasta el inicio de la avenida Montevideo (allí donde se encontraba “la puerta del puerto”), y de ahí hasta la calle Río de Janeiro; pasaba en su trayecto por el Tiro Federal y seguía hasta 1 y 60, donde doblaba a la derecha. Yo me bajaba en la esquina del Industrial, en 1 y 57, donde el colegio “se codeaba” con la antigua cancha de Estudiantes.

¿Travesuras de chicos? Poner latitas de pomada rellenas de pólvora y sentir el fuerte estruendo al pasar las ruedas del tranvía sobre ellas.

Recuerdo cuando le pagué a un compañero su boleto a La Plata y luego caí en la cuenta de que me había quedado sin dinero para regresar a Berisso. ¿Cómo volví? Caminando, desde el Industrial a la Nueva York.

«El 25», un testigo privilegiado de los años dorados de Berisso, La Plata y el país

Acompañaba a mi abuela a visitar a su hermano, que vivía en el barrio Villa San Carlos de Berisso, y tomábamos el 23 o el 24, que eran tranvías más cortos.

Los tranvías 23 y 24 eran internos de Berisso, mientras que el legendario 25 y el 26 eran interurbanos

Recorriendo hace unos años algunos países europeos y viendo circular tranvías, me acordé de los nuestros y de su valor accesible para trasladarse.

Aunque pasaron muchos años, siguen en mi interior sus sonidos. Sueño con volver a subir al 25 y sueño con bajar luego correctamente, cuando disminuya la velocidad, siguiendo el sentido de circulación y no al revés… Eso, una vez me ocasionó una brusca caída que aún me duele cuando la recuerdo.

“La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla”, dijo el gran Gabriel García Márquez.

Desde las garitas, los policías dirigían el tránsito en los cruces más peligrosos de calles y avenidas

Las garitas

Eran otros tiempos y el tránsito vehicular se organizaba de manera “artesanal”.

Se utilizaban garitas, que tenían una especie de sombrilla como techo para reparo contra las inclemencias del clima. Ubicadas en el cruce de calles y avenidas, desde su interior un policía uniformado que usaba mangas blancas dirigía el tránsito durante períodos aproximados de una hora.

No existían garitas en todas las esquinas, pero se encontraban en los cruces de avenidas o calles de doble circulación, con tránsito intenso.

Recuerdo la garita ubicada en el cruce de la la avenida Montevideo y la calle Río de Janeiro, en Berisso, y el cambio de los policías cada hora.

El primer semáforo funcionó en Buenos Aires, en noviembre de 1958… Han pasado unos cuantos años.

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