Salvemos a los gorriones

Que será del destino de estas aves que alguna vez fueron mayoría en la Ciudad, y ahora se ven cada vez menos

Gorriones

Ya casi no quedan gorriones en La Plata. ¿Por qué?. Apenas se ven unos pocos revoloteando en la Ciudad, como tratando de zafar de la tendencia que han impuesto otras especies de aves.

A finales de la década del ´80, vendedores clandestinos de animales exóticos introdujeron en Argentina a los estorninos, ave originaria de Europa y Asia. Este pájaro tiene la extraña habilidad de lograr escaparse de sus ámbitos de encierro y así, en nuestra ciudad, en poco tiempo varios de estos ejemplares evadieron el cautiverio y formaron una primera bandada que anidó, hacia 2003, en los árboles de plaza Paso, de 13 y 44, por lo que el primer barrio afectado por esta especie exótica fue el de Tribunales.

Cálculos de ornitólogos locales señalaron que en La Plata, hacia 2015, había una veintena de bandadas, cada una conformada por entre 1.000 y 3.000 ejemplares. A algunos platenses les encanta ver en cada atardecer el denominado “murmullo”, una coordinada y acrobática “danza” que, de a miles, realizan los estorninos en el cielo platense.

En los barrios los vecinos se quejan por las deposiciones de esta especie, tanto por su número como por la dificultad que causa limpiarlas.

Los estorninos están contribuyendo a la desaparición de los gorriones de La Plata, pero éstos últimos, al igual que en toda Europa, ya venían viendo recudido su número debido, entre otros factores, a las nuevas construcciones que les han hecho perder gran parte de sus espacios de nidificación.

En Londres, por ejemplo, donde históricamente se veían centenares de miles de gorriones, hoy prácticamente ya no quedan ejemplares de estas aves.

En 21 importantes ciudades españolas, entre 2008 y 2018 desapareció más del 25% de los gorriones, por la pérdida de espacios verdes donde encontrar insectos; por las modernas construcciones cuya arquitectura no deja espacios para anidar; y según el estudio realizado en Valladolid por los biólogos Alfonso Balmori Örjan Hallberg, por las ondas electromagnéticas de los teléfonos celulares, las que no afectan a otras especies como palomas y estorninos, entre otras.

Pero el gorrión en su momento también fue una especie exótica que desplazó a otras aves criollas como al chingolo, pájaro simpático y de lindo canto, aunque sin causar grandes alteraciones biológicas y de la cadena trófica porque la alimentación de ambas especies es la misma.

LOS TRAJO SARMIENTO

Los gorriones fueron traídos en 1871 y por causas muy distintas entre sí, de Estados Unidos por Domingo Sarmiento, y de Alemania por el industrial cervecero Emilio Bieckert.

El gorrión se adecuó rápidamente al ámbito porteño primero, para luego extenderse por todo el país.

Se trata de un ave monógama que hace parejas para toda la vida, aunque las hembras a veces tienen deslices. Comen preferentemente insectos y larvas, pero también semillas, frutos y restos de comida humana. Tienen una sola nidada al año y los pichones se alimentan exclusivamente de pequeños invertebrados como gusanos y lombrices.

El estornino desplaza al gorrión

Los estorninos también comen lo mismo, pero engullen insectos cuando no encuentran otra cosa. Esto es lo que los vuelve más peligrosos. Además, son aves con dos y hasta tres nidadas anuales, que se reproducen al “boleo” y que pueden anidar casi en cualquier sitio.

Y así, como en su momento los gorriones sarmientinos y cerveceros desplazaron a los chingolos, hoy los estorninos les están dando el “toque” final a los gorriones.

Pero el impacto ambiental es altamente nocivo porque están desapareciendo depredadores de insectos, los que han comenzado a proliferar preocupantemente para la salud de los vecinos de La Plata y de otras ciudades, al punto de que, en 2018, la por entonces gobernadora María Eugenia Vidal puso en vigencia el Decreto 279/18 que autoriza la caza de estorninos por considerarlos “plaga”.

En nuestra ciudad, la comuna, durante la gestión de Bruera y la actual, no ha hecho nada para combatirlos eficazmente. En muchas ciudades europeas se los mata lanzando, previo aviso a la población, fuertes bombas de estruendo al núcleo del “murmullo”, cayendo así al suelo las aves atontadas y muriendo en el impacto.

Aquí Garro manejó esa posibilidad pero finalmente no se concretó y los estorninos siguen creciendo en número, mientras los últimos gorriones no se sabe por cuánto tiempo resistirán.

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