Por Alejandro Salamone.-
Un camión enorme dio la vuelta al parque, entró por calle 37 y siguió hasta 26, dobló en 39 y estacionó exactamente en 24 y 38, sobre la 24. Era inmenso, con acoplado, nos llamó mucho la atención, suspendimos momentáneamente el «picado» del sábado a la tarde y nos detuvimos a mirar de qué se trataba. La caja tipo mudanza de ese camión era plateada y tenía dos iniciales en dorado: C.T. Desde el parque Alberti, volvimos a girar nuestras miradas hacia 37 y nos dimos cuenta que algo muy grande estaba por suceder; comenzaron entonces a llegar enormes moles que, detrás de ese primer vehículo, coparon todo el radio del espacio verde y cientos de personas empezaron a bajar de casas rodantes y motorhomes. En ese mes de octubre de 1980, el barrio La Loma todavía era muy tranquilo, aún algunas de sus calles, como la 23, eran de tierra y en el vecindario todos se conocían con todos.
«¿¡Que carajo es todo esto!?», se preguntó en voz alta Martín ante la mirada atónita de unos 30 pibes que siempre íbamos a jugar al fútbol al histórico parque. La curiosidad nos mataba porque, literalmente, nos sentíamos invadidos por desconocidos, incluso se habían metido en medio de la cancha que con arcos improvisados (los palos eran de ropa vieja y sin travesaño) armábamos sobre el sector que da a 39 y diagonal 73. -¿Quienes son ustedes?, preguntó sin más uno de los chicos -todos teníamos entre 10 y 12 años- pero la respuesta -si fue realmente una respuesta- no se entendió porque la persona hablaba en otro idioma, creo que en portugués.
La invasión no se detenía y empezaron a bajar jaulas con animales: monos, tigres y hasta un león, desfilaron ante nosotros que, a esa altura, ya veíamos dragones…Y entre todo ese despliegue, trasladaban por el verde césped y entre los pinos estructuras de hierro, sillas y más sillas, vestuario de todo tipo y una carpa gigantesca aún desarmada, vimos un cartel escrito en nuestro idioma: «Maravilloso Circo Tihany».
En ese octubre de 1980 Tihany llegó a La Plata y provocó una verdadera revolución. No era para menos, estaba entre nosotros y en pleno apogeo, uno de los circos más grandes del mundo, indiscutido, con cientos de artistas, malabaristas, payasos, domadores, equilibristas, magos. Para darse una idea, tan grande sigue siendo el circo Tihany, que aún hoy sigue recorriendo el mundo. En 2018 estuvo en Concordia, Entre Ríos, y empleó durante su estadía a más de 150 personas.
Tihany Spectacular Circus fue fundado por Franz Czeisler el 21 de abril de 1951 en la ciudad de Jacareí, en el interior de São Paulo, Brasil. El origen del nombre proviene de su ciudad natal Tihany ubicada en Hungría. Antes de llegar a Brasil como inmigrante en 1967, Frans ya había trabajado en escenarios de Hungría, Rumania y Checoslovaquia, como actor, bailarín y, finalmente, clown. Fue condecorado como Primer Miembro Honorario del Colegio Nacional de Circo y Artes Escénicas (Conacie).
Por la necesidad de expansión, a fines de los ´70 la empresa fundada por Czeisler, se trasladó a Estados Unidos y tras una rápida visita a Florida, el circo se instaló en Las Vegas, donde Czeisler vivió hasta los 99 años (falleció el 2 de marzo de 2016).
El mayor apogeo llegó en la década de 1980, cuando el lienzo de Tihany albergaba espectáculos con entradas agotadas para una audiencia de 4000 personas. Fue justo en ese momento que Tihany llegó a La Plata y a nuestro querido barrio; los pibes no lo podíamos creer.
MANOS A LA OBRA
Por fin alguien al que entendíamos se acercó a hablar con nosotros, era un hombre flaco y alto, con pelo largo:
– Hola chicos como están, necesitamos ayuda, cuando esté la carpa armada, aquellos que quieran, pueden acomodar las sillas y algunas otras cosas, vamos a estar tres días para que quede todo listo, al que se sume le pagaremos 15 dólares y le regalaremos una entrada al circo.
«¿Cuanto es 15 dólares?», preguntó inmediatamente uno de los mellizos; entonces el Seba salió corriendo al kiosco de Toti que estaba en la esquina de 37 y 23 y vino con la información precisa: «Con 15 dólares la Toti nos da 20 paquetes de figuritas», en ese entonces estábamos a full con las de fútbol, las redonditas de todos los equipos de primera. Demás está decir que todos, sin excepción, aceptamos la jugosa oferta laboral.
Cómo olvidarlo: cuando llegó el momento, un señor de sombrero negro y saco a cuadros (para mí era el mismísimo Tihany hasta cuando, ya adolescente, me enteré que ese nombre refiere a una localidad húngara), nos hizo formar una fila como la de la escuela primaria y comenzó a entregar a cada uno el dinero y la entrada para el circo. Fue ahí que todos los chicos de La Loma conocimos el billete dólar, claro, el de 5 y el de 10.
Ni bien recibíamos la paga, salíamos corriendo al kiosco de «la Toti» que vació no menos de cuatro cajas de figuritas y, sin dudas, se hizo la diaria y mucho más. Sacando cuentas, recaudó algo así como 450 dólares, traducidos a nuestros tiempos -al dólar blue- 126.000 pesos…¿Una locura no?
El espectáculo de Tihany era colosal. En una época donde se cuestionaba poco y nada la presencia de animales en los circos, vimos pasar a los domadores dentro de las jaulas con tigres y leones (algo impensado en nuestros tiempos), y también aplaudimos a los mejores magos, a los payasos y a los increíbles malabaristas y trapecistas. Un show de tal magnitud que, al día de hoy, jamás volví a ver en otro lado.
En sus últimos años, el espectáculo fue visto por más de 8,6 millones personas en más de 125 países de todo el mundo. En la actualidad, el gran show de este circo combina los espectaculares bailes de Broadway, lo mejor del ilusionismo y el arte circense, con lo último en tecnología. En un escenario sustituye el antiguo y tradicional picadero, con sillas tapizadas con terciopelo rojo transforman éste castillo mágico en un teatro confortable con capacidad para 2.000 personas, se juntan los artistas de más de 25 nacionalidades y el staff lo componen 120 personas.
Entre los 50 artistas hay acróbatas, equilibristas, contorsionistas, trapecistas, gimnastas, bailarinas y magos reclutados en los festivales internacionales de circo de Monte Carlo, París, Budapest, China y Moscú, reconocidos como los mejores en todo el mundo.
Pero hay algo que ya no tiene y eso le quita atractivo al Tihany: pues no hay que acomodar más las sillas…
Circo Tihany