Por Nito Arias (*)
El principio de la guerra
Cuenta la leyenda que al general Galtieri en una noche de timba con otros compañeros de armas se le había terminado el whisky. Uno de los presentes preguntó ¿Y ahora que tomamos? Y tomemos las Malvinas dijo el hombre de Victorica con su voz ronca y aguardentosa. El propio Edy Zunino, cuenta que es cierto la debilidad por el alcohol del despreciable dictador: “Se bajaban trago a trago una botella entera, por lo menos, de Johnny Walker etiqueta roja”, y que al mismo periodista, en esa época de colimba, le ordenaban servir.
Quizás la anécdota sea falsa, lo cierto es que a los pocos días se realizó el desembarco en nuestras islas por las fuerzas armadas. Después de la euforia inicial y con Galtieri llenando la Plaza de Mayo, vociferando “Que venga el Principito, le daremos batallas. La guerra tomo un cauce esperado aunque no deseado. El mayor poderío de las potencias extranjeras terminó rápidamente con la aventura. A pesar de ser una reivindicación justa, y del heroísmo de nuestros compatriotas, que lucharon con valor, fuimos vencidos en el campo de batalla, pero no en nuestras convicciones, ya que cualquier argentino de bien sabe que las Malvinas son argentinas.
Por otra parte también «Maggie» Thatcher, la dama de hierro, apelaba al alcohol para fortificarse durante la guerra de las Malvinas. «Nosotros nos sentábamos en el piso toda la noche. Para el final de las Malvinas, yo me volví adicta al whisky con soda», explicó Crawford su asistente de aquellos años.
Un nuevo acuerdo
Casi 34 años después sucedió otra historia con Malvinas donde el alcohol estuvo presente, pero esta vez fue el Merlot, ese vino procedente de Francia que según los entendidos en el predominan más sabores frutales de ciruela y cereza que otra cosa.
El hecho ocurrió en el 2016. Un humillante acuerdo con olor a traición a la patria fue firmado entre Inglaterra y Argentina por el ex viceministro de Relaciones Exteriores argentino durante el gobierno de Mauricio Macri, Carlos Foradori y su par ingles Alan Duncan
En términos de recursos naturales, el comunicado expresaba que se acordó “remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas”. En cuanto a los vuelos, el comunicado detallaba que las partes “acordaron que serían establecidas conexiones aéreas adicionales entre las Islas Malvinas y terceros países”.
Alan Duncan en sus memorias cuenta que el documento se negoció en la bodega de la embajada británica en Buenos Aires y que, al día siguiente, el funcionario argentino no recordaba lo que había firmado de tan borracho que estaba.
. «Bajo la residencia de la embajada hay una fabulosa bodega, muy bien iluminada, con las paredes forradas de botellas de Merlot. El escenario es bastante agradable para una reunión y nos juntamos allí con Carlos Foradori, el viceministro de Asuntos Exteriores».
«A medida que una botella tras otra iba pasando de la pared de la bodega a la mesa, las negociaciones mejoraban», contó el británico.
Final de fiesta
Recientemente Santiago Cafiero le dio finalización al acuerdo “Foradori-Duncan” con el Reino Unido. De esta manera Argentina dio un cierre a un episodio nefasto de la diplomacia local, que lesionaba la soberanía y dilapidaba gran parte del trabajo histórico sobre la cuestión de las Islas Malvinas.
El Gobierno le comunicó al canciller británico el fin del pacto “Foradori – Duncan” y pidió reiniciar la discusión por la soberanía
El funcionario argentino se reunió hace pocos días en Nueva Delhi con su par británico James Cleverly, en el marco de la Cumbre del G20. El Frente de Todos considera que el acuerdo de cooperación firmado en 2016 por la administración de Mauricio Macri es una concesión a la ocupación del Reino Unido.
Aunque se tardó un poco, la medida es auspiciosa para seguir reclamando ante el mundo que las Malvinas son argentinas.
(*) Director del diario La Gran Capital