cristina militante
Desesperados porque su brazo político -Juntos por el Cambio- no paraba de descender en las encuestas verdaderas, esas que sólo ellos manejan, mientras su enemiga pública número uno, Cristina Fernández de Kirchner, no sólo las encabezaba sino que con el paso del tiempo crecía su intención de voto, los halcones del círculo rojo -empresarios muy grandes con intereses trasnacionales y latifundistas de toda la vida- apelaron a su brazo judicial para proscribir a la principal líder del movimiento nacional peronista de cara a las elecciones de este año.
Al mismo tiempo que la jueza Capuchetti dejaba de investigar el intento de asesinato a la vicepresidenta, pues comenzaron a aparecer terminales en el Pro y en socios históricos del macrismo, como el clan Caputo, se comenzaron a conocer, en el marco del Juicio Político que inició el Congreso nacional, que la Corte Suprema de Justicia es un nido de corrupción como pocas veces conoció el país.
No obstante lo cual, el poder económico, viendo que la militancia peronista no se movía, les dio la orden a los supremos Horacio Rossatti, Juan Carlos Maqueda y Carlos Fernando Rosenkrantz –Ricardo Lorenzetti andaba de viaje- de que suspendan las elecciones en San Juan y Tucumán. Y lo hicieron sin vergüenza, el mismo día y a la misma hora que el ex administrador general de la Corte, Héctor Marchi, aportaba a la comisión de Juicio Político pruebas que comprometían, aún más, al santafecino: demostró que otorgaba contratos para negociar fallos; particularmente el de la causa que lo incrimina por enriquecimiento ilícito.
Apelando a una frase muy popular en España, se podría decir que los tres hombrecitos obedientes “se pasaron tres pueblos”. Tucumán suspendió. En San Juan, el gobernador Sergio Uñac, tras alinear a la precandidata a presidenta de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, con la decisión de la Corte, dijo: “Los sanjuaninos somos mansos, pero no estúpidos”, y si bien suspendió la elección a gobernador y vice dejó en pie la de diputados e intendentes. La respuesta fue contundente. Con una asistencia de votantes superior al 70% del padrón, el peronismo se quedó con el 75% de los legisladores y con 14 de los 19 departamentos provinciales.
Semejante paliza indica que muchos que no iban a votar al peronismo, lo hicieron. Es que en el interior no quieren que los porteños se metan en sus vidas, y la intromisión de la Corte de la mayoría automática cambiemita en “sus” comicios no fue tomada como una acción contra un partido, sino como un ataque a los sanjuaninos. Ahora, el 11 de junio votará Tucumán, y se prevé un triunfo contundente del movimiento nacional.
Inhabilitaron a Cristina candidata y habilitaron a Cristina militante. Quizás la peor jugada del círculo rojo. Y es que los anti, parafraseando a Borges, son incorregibles.
JxC había perdido en Neuquén, en Río Negro, en La Rioja y en Misiones (por escándalo), y se le avecinaban cinco derrotas en un solo domingo: Salta, La Pampa, Tierra del Fuego, San Juan y Tucumán. Nueve derrotas claras en diez elecciones y en pocos días llevarían a muchos a preguntarse: ¿No era que ya tenían la nacional ganada? ¿Que sólo tenían que definir en las PASO quién era el próximo presidente o presidenta? Si a ello le sumamos que en la principal provincia del país, Buenos Aires, Axel Kicillof no deja de crecer en intención de voto, demasiada gente se podía dar cuenta de que las cosas no eran como se las contaban en ciertos medios de incomunicación.
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«Ya quisieron muchas veces eliminar derechos en Argentina. Comer cuatro veces por día no es una cuestión ideológica, ni tener un buen salario, tener un lugar digno para vivir, que tus hijos estudien. No es populista. Es algo que está en el ADN argentino. El peronismo hace que un trabajador mire de frente al patrón. Cosa que no sucede en toda la región» (Cristina Fernández de Kirchner)
Oh casualidad, luego de la suspensión en San Juan y Tucumán y, sobre todo, de la ratificación de Cristina Fernández de que no será candidata a nada porque, en ese caso, sabe que ratificarán el fallo sin pruebas de la “causa vialidad” de un día para el otro a fin de no dejarla llegar al día de la elección, con lo cual pondría en peligro al peronismo en su conjunto, comenzaron a conocerse, por primera vez, algunos sondeos en los que JxC aparece tercero. ¿Casualidad?
En absoluto. Pero lo cierto es que todo indica que se va a una elección de tercios. Veamos pues qué hay dentro de cada tercio.
Milei (Javier), sin estructura ni equipos y con un creciente rechazo hasta en el círculo de grandes empresarios, a quienes les sirvió para derechizar la agenda económica, pero ahora parece habérseles escapado de las manos, crece en las encuestas merced a la bronca y desesperanza de miles y miles de pibes y no tan pibes.
Su caballito de batalla es dinamitar el Banco Central y dolarizar la economía. Nunca explicó cómo lo hará. Y es que si lo hace, muchísimos que hoy dicen que lo votarán se arrepentirían: dolarizar no implica pasar de cobrar 100 mil pesos a su equivalente en dólares al tipo de cambio actual, sino que, de acuerdo a economistas liberales, requeriría de una megadevaluación tal que triplicaría la pobreza y la desocupación de la noche a la mañana, sólo en principio. Ya ocurrió en Ecuador, para quien guste estudiar esa experiencia.
Dice sin rodeos que privatizará la educación, la salud, las empresas estatales, que le pegará un hachazo brutal al gasto del Estado sin especificar bien en qué áreas (aunque las políticas educativas, de sanidad pública, culturales, científicas, de defensa de la mujer y los trabajadores y un largo etcétera compraron todos los boletos de la desfinanciación). Un caso concreto: ya avisó que la obra pública será igual a cero. Y la represión a cualquier protesta, feroz.
También dijo que enviará todos sus proyectos al Congreso, pero que “si no salen” apelará a decretos.
También privatizará las jubilaciones y pensiones.
Pero como si todo eso fuese poco, confirmó como su compañera de fórmula a una histórica defensora de la dictadura cívico-militar y de los genocidas, la diputada nacional -merced al culto voto de los porteños- Victoria Villarruel. Es decir que, en caso de llegar al gobierno esta fórmula, habría que esperar, justo cuando se cumplan 40 años de democracia, un ataque feroz a todas las organizaciones de derechos humanos que, jugándose la vida, fueron la columna vertebral del retorno de las urnas, el imperio de la Constitución y las instituciones republicanas.
Medio centímetro hacia el centro, con muchas ganas de hacer un acuerdo con Milei y Villarruel pero imposibilitada por orden del poder económico, se encuentra Patricia Bullrich, y, a su lado, Rodríguez Larreta.
Solamente hablan de ajuste. Reforma previsional y laboral. Privatizaciones. Déficit fiscal cero. Represión a las protestas. Quita de ayudas sociales (sin nada a cambio en una sociedad con 40% de pobreza). Libertad absoluta de los mercados, de las importaciones, de la entrada y salida de divisas. Eso sí, no en forma “gradual” como entre 2015 y 2019, sino en formato “shock”.
¿Por qué millones de argentinos y argentinas votarían proyectos que en mayor o menor medida los van a hacer retroceder a las vísperas de diciembre de 2001? Trabajo para los sociólogos. Aunque últimamente andan medio confundidos.
Una vez más, el antiperonismo resucita al peronismo
Y como no salió el tiro pero sí el fallo en la “causa vialidad” que proscribió a Cristina Fernández y mucho ruido no hubo; como se suspendieron dos elecciones claves para el peronismo y tampoco se movió mucho el avispero, el poder económico avisó a través de sus medios que ahora quieren impedir la reelección de gobernadores en Formosa, Santa Cruz y Catamarca.
Solamente les faltaría bombardear Plaza de Mayo, pero parece que no pueden porque las fuerzas armadas actuales son democráticas.
¿Y entonces? Entonces, mientras en el Congreso Nacional de PJ los congresales cantaban “Cristina presidenta”, la dirigente política más influyente y convocante del país publicó una carta “a los compañeros y compañeras” ratificando que es la única que siempre resistirá cualquier archivo: dije que no, ¿qué parte no entendieron?
En ese mismo momento, ese gigante dormido llamado Peronismo se despertó. Pocas horas después, tras seis años sin dar entrevistas, la vicepresidenta fue a la TV, reventó todos los ratings, convocó a “todos y todas” a Plaza de Mayo el 25 de este mes donde, para sorpresa de propios y extraños, será única oradora, y ante la pregunta ¿Cuál será tu papel en este año electoral?, respondió: “El de siempre, el de una militante política que hace todo lo que tiene que hacer para que lo que considero que es lo mejor que les puede pasar a los argentinos, les pase”.
-¿Qué te queda por hacer en política?
-Militar. He militado toda mi vida. He militado desde muy joven, soy parte de la generación diezmada.
Fue el “Turco” Asís quien dijo algo así como que el 17 de octubre nacieron mellizos: el peronismo y el antiperonismo.
Y el antiperonismo, además de perseguir, secuestrar, torturar, fusilar, desaparecer y proscribir al peronismo, siempre tuvo la “capacidad” de resucitarlo. Sí, es cierto, parecía calmo. Parecía inmovilizado. Lo despertaron. Al compás de proscribir a su líder, de atacarlo en el interior y de amenazar con más. Siempre, en un punto, el peronismo dijo basta. Ahora, el 25 de mayo, la Plaza volverá a explotar como en las grandes gestas del movimiento nacional. Y allá, en un escenario, hablará Cristina Kirchner.
No como candidata, porque la inhabilitaron para ello, sino como militante. Se pondrá al frente de la campaña. En rigor, ya lo está. “Cristina ordena”, aseveran. A tal punto, que el presidente de la Nación, Alberto Fernández, acaba de convocar a la Plaza el 25 “para escuchar a CFK”. Se anticipa que tras las elecciones del 11 de junio en Tucumán, el 12 se reunirán todos los gobernadores, y que es la vicepresidenta quien viene “tejiendo con ellos”, así como con los sindicatos combativos, los que la visitaron en su despacho no hace tanto tiempo. ¿Luego recorrerá barrios y provincias convocando multitudes?
Inhabilitaron a Cristina candidata y habilitaron a Cristina militante. Quizás la peor jugada del círculo rojo. Y es que los anti, parafraseando a Borges, son incorregibles.