antorchas en jujuy
Los grandes medios de comunicación no estuvieron en Jujuy; se dedicaron a tergiversar la realidad a metros del Puerto de Buenos Aires, el mismo que se abrió al libre comercio el 25 de mayo de 1810 ahogando a la incipiente industria nativa del interior para echar las bases del subdesarrollo nacional.
Los políticos de derecha se dedicaron a abrazar al gobernador Gerardo Morales a menos de 24 horas de que aterrorizara a la población jujeña levantando gente porque sí en camionetas blancas sin identificación; entrando a casas particulares en pleno centro de San Salvador tras romper puertas, cual grupos de tareas del siglo XXI; deteniendo a menores, a un joven autista, a una mujer con cáncer, quitándole el ojo con una bala de goma a un chico de 17 años, infiltrando la marcha docente del Día de la Bandera con policías de civil que el miércoles cobraron 50.000 pesos; quemándole el auto a una dirigente de la CTA para justificar la tremenda violencia policial. Lo abrazaron. Lo habrán felicitado al oído.
El miércoles 21 de junio de 2023, miles y miles de maestras de escuelas públicas y privadas, que el día anterior vivieron en carne propia el terror de la represión más brutal, recorrieron una vez más el centro de la capital jujeña con antorchas, diciéndole alto y claro su nombre a una periodista que cubrió como se debe la movilización y respondiendo a la pregunta ¿cuánto cobrás? con un increíble “35.000 pesos de básico”.
En un comienzo, el temor se veía en sus rostros. A medida que avanzaban, que la gente se paraba en las veredas a aplaudirlas, que un grupito cantaba una consigna, se fueron soltando. Eran miles y miles de maestras que, como en una letanía, contaban la verdad sobre el Jujuy que los poderosos esconden detrás del negocio del litio, el cobre y otros minerales. Un negocio tan rentable que llevó al dueño de un importante diario -al mismo tiempo, referente del justicialismo jujeño- a publicar una página de mentiras sobre los salarios docentes.
“¿Ve? Acá dice tal y tal cosa. Y es todo mentira. Mire nuestros recibos de sueldo”, decían dos maestras que tenían en sus manos el diario del miércoles, subrayado y con anotaciones en el margen. Luego mostraron un papel con números anotados con una birome de tinta roja: “Esto es lo que paga el gobierno para que el diario le publique sus mentiras. ¿Ve? Casi el doble de un sueldo básico nuestro. Nosotras averiguamos”, aclaró una maestra a la periodista.

En la ruta 66, a la altura de Perico, una multitud cortó el tránsito; lo habilitaban cada media hora. Un automovilista se acercó y les pidió pasar. El periodista lo abordó y el hombre se largó a hablar: “Yo no sabía que las tierras donde está el litio son de las comunidades indígenas. Yo no tenía idea de nada”, confesó.
“Algunos dicen que ustedes lo votaron (a Morales) y se preguntan por qué se quejan ahora”, le dijo el periodista a una vecina de Perico. “Sí, yo lo voté. Por ignorante. Nunca me imaginé que iba a hacer todo lo que hizo”, respondió la mujer, casi llorando. “Yo lo voté la primera vez (que ganó, en 2015). Luego me di cuenta de lo que estaba haciendo y ya no lo vote más”, contó otra. En Perico se escucharon testimonios de decenas de hijos o nietos de personas mayores de 80 años que fueron desalojadas para ampliar las plantaciones de cannabis. “Mis bisabuelos ya vivían aquí. Pero a mis abuelos los desalojaron por la fuerza”, era el ‘testimonio promedio’. Al pasar, una enfermera con 9 años de antigüedad mostró su recibo de sueldo: 26.000 pesos de básico.
El masivo acto terminó con la entonación del himno nacional. También estaba programada una marcha de antorchas, pero la pasaron para este jueves, día del paro nacional docente en solidaridad con el pueblo jujeño.

El secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, volvió a la provincia -había estado el sábado 17- para comprobar el estado de los detenidos en el penal de Alto Comedero. Comprobó que había más de sesenta entre hombres, mujeres y menores, muchos con problemas importantes de salud; muchos que no sabían porqué los habían detenido: fueron víctimas de la cacería del Día de la Bandera, cuando 4×4 blancas sin identificación levantaban a ‘todo el que parecía sospechoso o sospechosa’. Un modus operandi dictatorial. (Luego se supo que al menos dos camionetas eran de dos empresas contratistas del estado provincial).
El presidente de la Nación, Alberto Fernández, instó al gobernador, por cadena nacional, a que cumpla “de forma definitiva con los estándares internacionales en materia de derechos humanos; es nuestro pueblo y es el mundo los que le exigen que se termine la violencia estatal”.
Luego leyó fragmentos de las declaraciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos de la OEA, de Amnistía Internacional y de Human Rights Watch sobre la brutal represión en Jujuy. Fuimos noticia internacional. ‘Volvimos al mundo’, diría el expresidente-empresario.
La ONU objetó la reforma constitucional que avalaron los cambiemitas y los justicialistas (excepto tres). Los diputados justicialistas, hasta anoche, no habían sido echados del partido que lidera el Presidente. Respecto de la pornográfica reforma constitucional, sobre la que se pronunciaron en términos lapidarios los prestigiosos juristas Raúl Zaffaroni y el español Baltazar Garzón, Alberto Fernández dijo que instruyó al ministerio de Justicia para que la analice y determine qué artículos chocan de frente con la Constitución Nacional.

Hasta la noche de este miércoles 21 de junio aún había 22 cortes de ruta en Jujuy. El más importante en la zona de Purmamarca, donde están cortadas las rutas 9 y 52 por comunidades de pueblos originarios, dueños de las tierras donde las multinacionales prometen llevarse todo el litio, el cobre y demás.
Recuerdos del futuro
En 1997 tuvo la oportunidad de cubrir el “jujeñazo” contra el ya declinante gobierno menemista, el de las políticas de Cavallo a las que quiere volver la derecha argentina.
Había estado en Jujuy de chico, en 1973 y 1974. Una provincia maravillosa con una industria pujante. Veinticuatro años después, una dictadura y una década neoliberal después, la plaza Belgrano, frente a la Gobernación, tenía malezas de medio metro de altura y las calles estaban rotas, rajadas. Llegué un sábado a la noche a un aeropuerto sin luz. El domingo, San Salvador parecía una ciudad semiabandonada.
Tras la brutal represión de la Gendarmería enviada por Menem a todo el pueblo de Libertador San Martín, los cortes de ruta se multiplicaron hasta llegar a 37 en toda la provincia, que quedó literalmente aislada.
La extrema pobreza se veía en pleno centro de la capital.
Pude entrevistar al vicegobernador Eduardo Fellner (PJ), al arzobispo de San Salvador -a la larga responsable de que más sangre no llegase al río-, y a un ignoto Gerardo Morales, entonces presidente del bloque de diputados provinciales de la UCR.
El gobernador Carlos Ferraro estaba desaparecido en acción. Luego de tener que lidiar con manifestantes que ocuparon su despacho, a los cuales la TV porteña mostró como una suerte de ‘terroristas’, no dio más señales de vida. Luego renunciaría.
Fellner tenía un buen discurso. Reconoció que lo ocurrido había sido “una pueblada”. Y puso un ejemplo de este tipo: “Si íbamos a una ciudad con mil desempleados y les preguntábamos qué querían, respondían ‘mil puestos de trabajo’. Entonces, volvíamos al otro día con una contrapropuesta tras consultar con el gobierno nacional, y nos decían ‘No, queremos mil puestos de trabajo, los que perdimos en estos años’. No negociaban. Si hubiesen sido sindicatos, negociaban. Pero eran el pueblo mismo. No había forma”.
La entrevista con Morales fue total y absolutamente intrascendente. Estaba nervioso. Sus repuestas, balbuceantes e inconsistentes.
Pero la política es mágica. Si llevó a Ronald Reagan y a Donald Trump a manejar la primera economía mundial, ¿por qué no llevaría a alguien como Morales a la gobernación? Alguien que en estos días posteó en su cuenta de Twitter una fotografía de militantes de La Cámpora preguntándose que hacían en Jujuy. Wado de Pedro le respondió escuetamente: “Es una foto de abril de 2022 y fue tomada en la localidad bonaerense de Guernica. No mienta más”. Inmediatamente la borró.
Ese es Morales, el “dueño” de la industria del litio, que ya debería estar nacionalizado.
El “dueño” de Jujuy, una provincia maravillosa con un pueblo pacífico y sufrido que dijo “basta”.