Jujuy es un caos. Y ese caos tiene responsables directos. Entre otros, la Unión Cívica Radical (UCR) y su principal dirigente a nivel nacional, el contador público Gerardo Rubén Morales.
En Jujuy no hay libertades, no hay paz social, no hay seguridad para la vida de las personas. Ni siquiera cuando están en una universidad nacional, territorio autónomo y autárquico (art. 75 inc. 19 CN), o incluso en su propia casa.
En Jujuy hay allanamientos a domicilios particulares, detenciones violentas bajo el cargo de “sedición” por protestar democráticamente contra la reforma inconstitucional que Morales hizo aprobar en 48 horas a espaldas de todo el pueblo, policías que entran a la Universidad Nacional violando las mínimas garantías de la carta magna nacional -sí, como en La Noche de los Bastones Largos-, otros policías que disparan a los ojos de los manifestantes, causas armadas con el aval de un poder judicial que el gobernador modeló a su antojo ni bien asumió en 2015.
En Jujuy corren riesgo los docentes, los trabajadores en general, los pueblos originarios, los abogados que defienden a todos los anteriores, los profesores y estudiantes universitarios: “Los tenemos identificados, sabemos quiénes son”, amenazó el dictadorzuelo radical en un temible remedo de todo aquello que, hace 40 años, vino a desterrar para siempre Raúl Ricardo Alfonsín.
En Jujuy, donde las maestras y las enfermeras cobran los sueldos más bajos del país, y donde el litio se lo llevan compañías multinacionales asociadas al Estado provincial manejado autocráticamente por el contador público, en los últimos días, tras la escalada de las persecuciones, los allanamientos y las detenciones por parte de la policía, surgió una tremenda consigna que se replicó en pintadas y carteles: “Nunca más era nunca más”. De fondo, una figura femenina con los ojos vendados y el rostro violentado.
“Nunca más” fue la frase con la que el fiscal Julio César Strassera cerró su alegato contra el terrorismo de Estado y el título del informe de la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), hitos del gobierno de Raúl Alfonsín.
Cuarenta años después, en Jujuy no hay democracia (porque democracia no es votar cada tanto) y su población vive atemorizada. Y hay responsables directos; entre otros, la UCR y su principal dirigente a nivel nacional, Gerardo Morales.
“Si la política es alejada de las fuerzas de las ideas, se convierte única y exclusivamente en el ejercicio del poder” (Arturo Umberto Illia)
El silencio del radicalismo asusta. Mucho. Morales no es solamente el presidente del partido de Alem, de Yrigoyen, de Moisés Lebensohn, de Arturo Umberto Illia, de Alfonsín; es también el precandidato a vicepresidente de la Nación de una de las dos fórmulas que competirán en las PASO de Juntos por el Cambio, la que encabeza el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, quien lo nombró en ese lugar con bombos y platillos luego de la brutal represión al pueblo jujeño del 20 de junio último.
Ese es el máximo lugar al que llegó la UCR después de “amenazar” durante años que tras la experiencia 2015-2019, cuando fue relegada a la nada por la ceocracia macrista, iba a encabezar la fórmula presidencial de la segunda alianza en 2023. Incluso, en algún momento, amagaron con dar un portazo. Nada de eso. Nuevamente son furgón de cola de la derecha más rancia de la Argentina democrática. Peor aún: poniendo a Jujuy como botón de muestra de lo que harían de llegar a la Casa Rosada.
¿Qué ocurrió en estos 40 años? ¿Dónde quedaron los ideales de paz, libertad, democracia, justicia, institucionalidad, república?
“No es difícil gobernar. Es muy fácil. Solo hay que ser honrado y cumplir con la Constitución” (Arturo Illia)
“Somos la vida, somos la paz, somos la junta coordinadora nacional”, cantaban en los albores de la democracia recuperada los militantes de la juventud radical. Hoy da escozor escuchar tanto silencio. Peor: escuchar a dirigentes de segundas y terceras líneas repitiendo el patético libreto de Morales, que todos, absolutamente todos y todas saben que es tan vergonzoso como su gobierno en caída libre. Que la culpa es del gobierno nacional, del kirchnerismo, de La Cámpora… ¡Han llegado a hablar de bolivianos infiltrados!
Tarde, pero seguro
Ayer, en el Congreso de la Nación se reunieron organizaciones gremiales, sociales, de derechos humanos, legisladores del oficialismo y de la izquierda, que luego de describir el aterrador panorama que se vive en la provincia del noroeste argentino convocaron a una gran marcha nacional para el 20 de julio.
Se conformó la Multisectorial de Solidaridad con el pueblo jujeño. Y el día 20 marcharán porque la democracia en Jujuy está jaqueada y los derechos humanos violados.
En ese contexto, el presidente de la Nación y titular del Partido Justicialista nacional, Alberto Fernández, finalmente tomó la decisión de intervenir el PJ jujeño para “ponerlo en la misma línea del peronismo en todo el país, de una clara oposición al gobierno de Gerardo Morales y las políticas represivas”.
“Preocupa la violencia institucional, nunca la hemos aceptado en nuestra gestión y nos preocupa que en algunos lugares de la patria los gobiernos provinciales hagan este tipo de cosas”, dijo el jefe de Estado en referencia a las protestas en Jujuy contra la reforma constitucional y a la actuación de la policía y el ministerio público locales.
Serán desafectados los diputados provinciales del PJ que acompañaron la reforma constitucional de Morales.
Tarde, pero seguro.