conicet privado
De la Redacción de 90 Líneas.-
“¿Qué productividad tienen?, ¿qué han generado los científicos?”, le preguntó el candidato a la presidencia por la extrema derecha argentina, Javier Milei, al conductor de TV Jonatan Viale, después de tachar -entre muchos otros- al Ministerio de Ciencia de la Nación en un eventual futuro gobierno ultra.
Se sabe que el ideario del hombre que sorprendió a propios y extraños alcanzando el domingo 13 de agosto un 30% de votos en las PASO, se denomina minarquismo y consiste en un Estado ínfimo: todo debe ser privado y debe reinar la libertad absoluta para hacer negocios; hasta las calles propuso privatizar.
Pero ahora, como candidato presidencial más votado por los argentinos y argentinas, cada palabra que dice es preciso analizarla a fondo. En ese sentido, el mayor “ruido” no fue que tachara el ministerio de Ciencia, el de Salud, Educación, Trabajo, etc, algo que ya hizo durante la campaña, sino su propuesta de privatizar el histórico Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), un organismo reconocido a nivel mundial.
Luego de tachar el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en una pizarra que la producción del canal La Nación+ le preparó especialmente, Milei dijo: “Eso que quede en manos del sector privado”. “¿Ciencia y tecnología?”, le preguntó el conductor. “¡Obvio!”, respondió, como si se tratase de un juego.
Entonces, el partenaire “le tiró un centro”: “¿Y el Conicet?”. “Que quede en manos del sector privado”, repitió.
“Uhhh, ¡vas a tener un despelote!”, le dijo Viale con una sonrisa cómplice. Y allí Milei desplegó su idea sobre la ciencia y los científicos: “Que se ganen la plata sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad y mejor precio, como hace la gente de bien”.
Consultado sobre el futuro de los hombres y mujeres de ciencia, lanzó: “¿Qué productividad tienen?, ¿qué han generado los científicos?”. “Desarrollo, investigación…”, le dijo el conductor. “No se nota”, disparó el referente ultraliberal.
El diario Página 12 publicó la opinión al respecto del Investigador Superior del Conicet y Profesor Emérito de la UBA, Fortunato Mallimaci, quien expresó que “si el candidato libertario busca terminar con la justicia social -objetivo que se persigue desde Alsogaray a fines de los 50 en el altar del mercado autorregulado-, también necesita aniquilar a las ciencias y a los y las científicas que creen que otro país más justo es posible”.
“Destruir al Conicet y las Universidades públicas son un nuevo intento de ampliar el negocio y el control tecnológico a los grandes grupos económicos y financieros. Ellos quieren decidir qué ciencias son útiles para sus ganancias. Es también destruir la investigación solidaria, crítica y de calidad que nutre y da fuerza a nuestra sociedad , a nuestro desarrollo productivo nacional y a nuestra Argentina. Son tiempos de sumar y no de dinamitar”, sentenció.
Desde 1958
El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) fue creado por Decreto Ley Nº 1291 del 5 de febrero de 1958, respondiendo a la percepción socialmente generalizada de la necesidad de estructurar un organismo académico que promoviera la investigación científica y tecnológica en el país, leemos en la web de la prestigiosa institución.
Vale la pena destacar un importante antecedente a principios de esa década: durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón se estableció el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (Conicyt), con el objeto de desarrollar y modernizar el país bajo un Estado promotor de la ciencia y la tecnología.
El primer presidente del Conicet fue Bernardo A. Houssay, Premio Nobel de Medicina en 1947, quien le infundió a la institución una visión estratégica expresada en claros conceptos organizativos que mantuvo a lo largo de más de una década de conducción.
Instituido como organismo autárquico bajo dependencia de la Presidencia de la Nación, se lo dotó entonces de una amplia gama de instrumentos que se juzgaban adecuados para elevar el nivel de la ciencia y de la tecnología en la Argentina al promediar el siglo y que aún hoy constituyen el eje de sus acciones: las Carreras del Investigador Científico y Tecnológico y del Personal de Apoyo a la Investigación, el otorgamiento de becas para estudios doctorales y postdoctorales, el financiamiento de proyectos y de Unidades Ejecutoras de investigación y el establecimiento de vínculos con organismos internacionales gubernamentales y no gubernamentales de similares características.
Cabe recordar, como dato nada menor, que Argentina tuvo cinco premios Nobel: Carlos Saavedra Lamas, 1936, Paz; Bernardo Houssay, 1947, Fisiología/Medicina; Federico Leloir, 1970, Química; Adolfo Pérez Esquivel, 1980, Paz; César Milstein, 1984, Medicina. Todos, junto con miles de científicos que destacaron y destacan a nivel mundial, productos de la Universidad y la Ciencia promovida -al igual que en los países desarrollados- por el Estado.