Por Paolo Zaniratto
El candidato presidencial Javier Milei expresó en reiteradas ocasiones que su modelo en política criminal está basado en la teoría criminologica de economía de Gary Becker. Estas ideas respecto de la cuestión criminal obedecen, por supuesto, al paradigma ideológico que el candidato expresa respecto de la economía, el Estado y la sociedad en general. Veamos.
¿Quién fue Gary Becker?
Exponente de la escuela neoliberal de Chicago, fue un ortodoxo defensor del mercado en donde todas las relaciones económicas y sociales se rigen solo por la idea de la libre competencia entre individuos y de maximización de ganancias. Creía por ejemplo que toda la normativa laboral y la protección del medio ambiente debían eliminarse porque le implicaba un gasto excesivo a los Estados (si, suena a propuesta electoral).
También pensaba a las familias y a la economía doméstica como un modelo similar al que existe en las fabricas, con los mismo roles y lógica mercantil. En este sentido afirmaba que cada integrante de la familia debía realizar aquellas tareas en las que era más productivo. Consideraba que esa productividad se originaba por las diferencias biológicas que existiría entre los hombres y mujeres. Entendía ademas que, en lo que él mismo denominó “capital humano”, esas diferencias biológicas traía aparejada una desventaja para la mujer en el mercado laboral por lo que recomendaba que las mujeres se especializaran en las tareas domésticas (la misoginia del candidato presidencial que ama a los perros también se origina en la teoría económica a la que adhiere).
Según sus ideas, esta organización familiar traería mayores ganancias a las familias. Es claro que según esta cosmovisión toda relación social tiene que ser analizada desde la óptica de las ganancias y los costos. Seria algo así como reducir a la humanidad a una condición meramente mercantil en donde somos un bien económico más dentro del mercado (la propuesta de venta de órganos es la medida que más responde a este paradigma de mercantilizar al ser humano).
Crimen y Castigo
Las preocupaciones de Gary Becker no se limitaron al desarrollo de una teoría económica ortodoxa sino que además se dedicó al estudio del comportamiento humano en otras esferas sociales. Estas inquietudes lo llevaron a conjugar distintas disciplinas, mediante las cuales intentaba explicar diferentes fenómenos sociales bajo su prisma económico. En su análisis de la conducta criminal por lo tanto conjugó al derecho y a la economía dentro del mismo marco conceptual. Es por esto que a pesar de no ser ni abogado, ni jurista y mucho menos criminólogo, su mirada extremadamente economicista lo llevó a desarrollar una teoría criminológica en donde el delito y el castigo son meramente una cuestión de
ganancias, rentabilidad y costos.
En la década del ´70 escribió un libro llamado “Crimen y Castigo” en donde desarrolló su teoría criminológica. Allí establece como principio rector que una persona decide cometer un delito si la utilidad (ganancia) esperada para él excede la utilidad que podría obtener usando su tiempo y otros recursos en otras actividades. Esto es lo que en la ciencia económica se denomina “costo marginal”. El costo del delincuente sería mayor cuanto más larga sea la pena de prisión, ya que el tiempo de encierro implicaría una pérdida de la posible ganancia que podría obtener en estado de libertad. Esta conclusión implica que
por lo tanto se deben aumentar las penas con la sola finalidad de estrechar el margen de rentabilidad del delito. Y agrega que los costos del delito también afecta al resto de la sociedad, ya que los Estados deben gastar dinero en el sistema de justicia, la policía, los abogados, las cárceles, el servicio penitenciario, las tecnologías de control, etc.
La conclusión que se sigue es que la inversión del Estado en el todo el sistema de justicia es un costo social perjudicial para la sociedad en su conjunto y que por lo tanto debe mantenerse en un mínimo aceptable (siguiendo esta idea se torna evidente que la propuesta electoral de armar a la sociedad civil tiene el objetivo de bajar costos sin importar las consecuencias). Por eso desarrolla el concepto de “cantidad óptima del delito” mediante la cual el objetivo no es eliminar el delito sino mantenerlo en un nivel de rentabilidad y costos aceptables.
Para compensar esa contradicción entre bajar costos en el sistema de justicia y al mismo tiempo bajar la rentabilidad del delito o mantener alto su precio, Becker propone instaurar una presión política continua para mantener la policía y otros gastos relativamente bajos y para compensarlo estableciendo fuertes castigos a los condenados. En síntesis: mano dura a bajo costo. En el mismo sentido aboga por establecer mayores penas de multa que de prisión efectiva, ya que en ese caso hay una transferencia de recursos del delincuente para con la sociedad. Lo que no depara en que esto es inmoral ya que permite que los
delitos “sean comprados” por un precio de la misma manera que se compra un bien en el mercado. No importa la gravedad del delito, sino la capacidad de “compra” del delincuente. Las penas no tienen por lo tanto un fin ético o de justicia sino que tienen un “precio” que se determinará según actúe la mano invisible del mercado. Por lo tanto el delincuente que no pueda pagar una multa debía ser encarcelado para “pagar” con su libertad lo que no pudo hacer con dinero.
En verdad todo este pensamiento criminológico tiene como filosofía básica analizar al ser humano como un ente racional que todo el tiempo realiza sus acciones según costos y beneficios económicos. Esto omite considerar otros factores en la criminalidad como el contexto histórico y social, el estado de la cultura, los factores psicológicos, y otros tanto factores que inciden en la conducta humana. Este paradigma de analizar la conducta criminal siguiendo parámetros económicos en donde los costos y beneficios rigen todo el sistema penal no solo no se condice con la realidad de la conducta y naturaleza humana, sino que además de ser injusto solo puede generar una sociedad con mas violencia y desigualdad ante la ley. El paradigma liberal o neoliberal, es sencillamente criminal en si mismo y en el ámbito de la discusión criminologica se expresa en todo su esplendor.