“La reacción antiperonista fue una condición para el surgimiento del peronismo. No puede comprenderse el origen del peronismo sin esta dimensión relacional. Y, del mismo modo, en las transformaciones posteriores del peronismo ha sido constitutiva esa dimensión relacional con ‘lo otro’, el antiperonismo” (Alejandro Grimson – ¿Que es el peronismo? – Siglo XXI Editores, 2019)
¿Cuántos 17 de octubre hubo? No diremos nada nuevo si decimos que hubo tantos como hombres y mujeres llegaron, como pudieron y desde lugares remotos, por primera vez en sus vidas al corazón de la capital federal en aquella tan lejana y, a la vez, cercana jornada que dividió en dos la historia argentina contemporánea hace 78 años… El peronismo ya es un hombre mayor. Pero no parece tener ninguna intención de jubilarse. Tantas veces lo mataron y lo siguen matando, y sin embargo sigue aquí, resucitando.
Ahora bien, tal como planteó el antropólogo, escritor, docente e investigador principal del Conicet, Alejandro Grimson, en su libro ¿Que és el peronismo?, el antiperonismo fue una condición sine qua non para que el mayor movimiento social y político de la historia latinoamericana haya nacido. Tal cual le decía una y otra vez Discepolín a Mordisquito (el anti) en 1951: “Yo no lo inventé a Perón; Perón es tuyo. Nació de vos, por vos, y para vos. Esa es la pura verdad”.
Y si bien el 17 de octubre fue un fenómeno social multicausal, como todos los de su tipo, aquí queremos rescatar un hecho muy puntual relacionado con el 12 de octubre de 1945, apenas cinco días antes de la histórica gesta popular, pues fue el que les hizo ver a los trabajadores cómo sería una Argentina sin Perón.
El 17-O no nació de un día para el otro ni mucho menos. Si hilamos muy fino podríamos decir que fue la culminación de un complejo proceso de años. Pero, lejos de esa pretensión, sí debemos destacar que las jornadas previas fueron muy álgidas y estuvieron signadas por la incertidumbre y la preocupación entre los sectores sociales vulnerados, en general, y en particular entre los obreros, pues los movimientos anti Perón eran vox pópuli.
que se los pague perón

Concretamente durante el feriado del entonces Día de la Raza, se generó “una movilización espontánea contra el gobierno presidido por el general Edelmiro Julián Farrell por parte de sectores conservadores y de la alta sociedad en la Plaza San Martín y en los alrededores del Círculo Militar”, contó Grimson. ¿Qué pedían? El traspaso de las funciones del Poder Ejecutivo a la Corte Suprema de Justicia.
Mientras exista antiperonismo, existirá peronismo. Porque el peronismo hace rato que dejó de ser una fuerza política para convertirse en una serie de derechos, valores y sentimientos profundos que, con la grandeza del pueblo trabajador, de la patria chica y de la patria grande como norte, han calado hasta los huesos de millones de argentinos y argentinas que, indefectiblemente, los seguirán transmitiendo de generación en generación
Como el problema de la clase dominante era Perón y su políticas, Farrell decidió ponerlo preso en la Isla Martín García; como a Hipólito Yrigoyen en 1930. La historia de los líderes populares guarda “asombrosos” parecidos.

“¡Que se los pague Perón!”
El encarcelamiento de Juan Domingo Perón puso a todo el movimiento obrero en máxima alerta. La CGT lanzó una huelga general para el día 18, aunque le resultaba muy difícil contener a las bases que querían “huelga ya” y salir a las calles.
Solamente había que encender un fosforito para que todo estalle. Y los encargados de hacerlo fueron los patrones de las empresas, quienes desde hacía un tiempo habían iniciado una ofensiva a causa de las numerosas leyes laborales dictadas por Perón.
Cuando los trabajadores fueron a cobrar la primera quincena de octubre se percataron de que les habían descontado el feriado del 12, contrariando la nueva legislación laboral que contemplaba el pago de los días festivos. Al ir a reclamar, se encontraron con una actitud hostil y hasta agresiva: “Se lo cobran a Perón”, les respondían.
Peor aún, a tal punto llegó la reacción patronal que en algunas empresas ni se molestaron en atender a los trabajadores o a sus delegados, sino que directamente pusieron carteles en las paredes con la leyenda “El aumento de sueldo se lo cobran a Perón”, nos ilustra el antropólogo e investigador del Conicet.
Como se puede ver, el odio de clase es tan antiguo como la humanidad. Y llega hasta hoy. Lo único que cambió es que en aquel entonces se expresaba en la cara y ahora (a veces) se disimula bajo otras formas que esconden los mismos objetivos que en 1930, 1945, 1955, etc.

Lo cierto es que la violenta reacción de los empleadores, encima envalentonados porque el vicepresidente estaba preso y porque aún no conocían el poder del pueblo en las calles, lo cual sería “presentado en sociedad” por las clases vulneradas el 17 en Plaza de Mayo, tuvo un efecto tremendo en las mentes y corazones de los obreros; fue como si les pasaran un filme de microsegundos de duración sobre cómo sería una Argentina sin Perón.
Todo ello creó un caldo de cultivo entre el pueblo humilde que se llevó por delante cualquier tipo de formalismos, y más allá de la huelga llamada por la CGT para el 18, un día antes copó la Plaza de Mayo para decirle a los “dueños del país” que la Argentina que se avecinaba, muy a su pesar, sería con Perón.
Desde los frigoríficos de la calle Nueva York
A mediados de 1945, indignados porque en los frigoríficos Swift y Armour les pagaban siete centavos la hora y las condiciones de trabajo eran imposibles, los miles y miles de trabajadores y trabajadoras de las megacompañías instaladas a la vera de la calle Nueva York de Berisso iniciaron una huelga que duraría tres meses.
Una de las cabecillas del movimiento fue Natalia María Bernabitti de Roldán, conocida simplemente como María y en aquel entonces de 37 años. La sindicaban como la “mano derecha” de Cipriano Reyes, el líder del Partido Laborista, y el mismísimo Perón tenía trato con ella y la llamaba “María”.
Al cabo de la huelga, los trabajadores y trabajadoras consiguieron que la patronal cumpliera con todos sus reclamos. Pero a María la echaron diciéndole “vaya y que le pague Perón”, le contó su hija, Dora Roldán, a los periodistas y escritores Eduardo Anguita y Ariel Cecchini el 17 de octubre de 2018.
que se los pague perón

Cuando el 12 de octubre pusieron preso a Perón, los frigoríficos de Berisso se convirtieron en un hervidero. Reyes se fue a un campo en Magdalena escapando de la policía, mientras que a la mayoría de los delegados gremiales los encarcelaron. A María la buscaron pero logró zafar.
El accionar de los popes de la industria de la carne demostró que la “reacción patronal” fue generalizada. Y hoy es una auténtica postal de cómo vivió el nacimiento del peronismo y la toma de conciencia social del pueblo trabajador la clase dominante argentina… A decir verdad, 78 años después poco y nada ha cambiado de ese pensamiento decimonónico.
Fue María quien empezó a organizar el viaje a Buenos Aires para pedir por la libertad del General. El resto, la historia conocida: del Armour y del Swift salieron 10.000 trabajadores y trabajadoras que formaron una de las columnas más grandes que llegó a Plaza de Mayo el día 17.
Para los berissenses peronistas, la más grande de todas. A punto tal que nombraron a Berisso como Kilómetro 0 del Peronismo. Y los vecinos de la emblemática calle de los frigoríficos hasta tuvieron marcha propia: “Somos los muchachos peronistas, de la calle Nueva York, y tenemos un solo líder, que se llama Juan Perón”.
…
Mientras exista antiperonismo, existirá peronismo. Porque el peronismo hace rato que dejó de ser una fuerza política para convertirse en una serie de derechos, valores y sentimientos profundos que, con la grandeza del pueblo trabajador, de la patria chica y de la patria grande como norte, han calado hasta los huesos de millones de argentinos y argentinas que, indefectiblemente, los van transmitiendo de generación en generación.
que se los pague perón

