Por Roberto Pascual.- Una vez más el electorado argentino sorprendió y convirtió en ganador en las elecciones a quien en las PASO terminó tercero entre las cinco opciones posibles que lograron el derecho de entrar en la primera vuelta de este domingo. Sergio Massa alcanzó un triunfo holgado, en especial en territorio bonaerense, en unos comicios donde Axel Kicillof logró la reelección por un margen apenas superior al del propio candidato presidencial, en un distrito donde en gran medida se definió el resultado general.
Claro no todo quedó resuelto en las elecciones de este domingo. Los números marcan que habrá balotaje, donde Massa deberá ratificar las preferencias alcanzadas. A nadie se le escapa que la oposición de La Libertad Avanza de Milei y Juntos por el Cambio de Bullrich sumaron más del 50% de los votos y eso sin contar los casi 7 puntos de Hacemos nuestro País de Schiaretti, que nadie puede anticipar hacía dónde se dirigirán.
De allí no sólo la convocatoria a un gobierno de unidad nacional, sino también las exhortaciones a la militancia primero a no relajarse y luego a mantener la humildad. Se trata de seducir no sólo a los votantes de Bulllrich, sino también a quienes se inclinaron por otras fuerzas, porque con sólo el 2,70 por ciento que logró Myriam Bregman, Massa habría podido vencer en primera vuelta.
El ganador de las elecciones de este domingo quedó lejos de un discurso triunfalista. Sabedor de las dificultades para la gobernabilidad que deberá enfrentar hasta el 10 de diciembre.
Sin embargo una campaña que a la luz de los resultados se mostró muy eficaz hizo que Massa volviera a ponerse el traje de virtual presidente, para mostrar el camino que seguirá su gestión en caso de que finalmente ocupe el sillón de Rivadavia.
Y si bien la distancia de casi 7 puntos que le sacó a Milei -que de haber sido al revés habría sido festejada como un virtual triunfo definitivo- puede parecer casi irremontable, también es cierto que se inicia un nuevo proceso electoral, que como los anteriores tiene un pronóstico abierto.
Desde distintos sectores políticos no se descarta una virtual implosión de Juntos por el Cambio con un Mauricio Macri que claramente tiene cada vez más dificultades en orientar a su propia tropa a raíz de sus coqueteos con Milei y el destrato al sector que supo ser el más potente del radicalismo, que demás siente su identidad en la adscripción a la socialdemocracia, frente a la ultraderecha, que para amplios sectores de la ciudadanía representa el líder libertario.
Massa también sabe que además de ganar el balotaje deberá gobernar y de allí que la convocatoria a la unidad nacional no sólo busca tentar a los radicales disconformes con el rol de furgón de cola a que los sometió el macrismo, sino a otros sectores de la oposición, incluida a la izquierda a la que intentará sumar a un gobierno multicolor a partir de algunos puntos consensuados que se gestionarán bajo su orientación.
GANADORES, PERDEDORES Y LIDERAZGOS
Hubo ganadores, perdedores y la aparición de flamantes liderazgos. Entre los ganadores de estas elecciones además de los obvios de Massa y Kicillof, también el kirchnerismo revalidó parte de su poder. El elogio del reelecto gobernador bonaerense a la vicepresidenta no fue accidental. Es el reconocimiento que en el principal distrito electoral más allá de escándalos como el de Isaurralde, Cristina sigue teniendo un definitorio respaldo de gran parte de la población. Y como si fuera poco Alicia Kirchner logró llegar al Senado por la minoría en Santa Cruz y se convalidaron la conducción de algunos distritos importantes
También hay que sumar entre los ganadores a Jorge Macri, quien quedó a un paso de retener el único bastión potente del PRO en el país.
Es claro que también el denostado aparato político y gremial del peronismo confirmó su potencia electoral. Una vez ratificado el liderazgo de Massa, el alineamiento detrás de su figura explica buena parte del triunfo electoral.
En la columna de los perdedores, sin dudas, el primer puesto lo ocupa Patricia Bullrich, quien ni siquiera pudo retener el 28% que había logrado en la interna junto a Horacio Rodríguez Larreta. Es más, en su discurso de salida del liderazgo de Juntos por el Cambio, volvió a ratificar su explosivo discurso antikirchnerista y antipopulista, que la catapultó en la interna, pero la alejó del objetivo de ser competitiva en las elecciones generales. Entre los perdedores también cabe sumar a los sectores del radicalismo más alineados con el liderazgo de Mauricio Macri.
Es claro que el ex presidente logró eliminar a sus rivales internos dentro de la coalición opositora primero a Rodríguez Larreta y más tarde a los gestos independentistas de Bullrich a favor de quien jugó en la interna. Pero su rol quedó desdibujado por sus coqueteos con Milei y la posterior convocatoria del libertario, pero no ya como líder, sino apenas como socio minoritario de una fuerza de derecha que buscarán hacer emerger con los fragmentos derrotados en estas elecciones.
Otros grandes derrotados fueron las mayores espadas de Milei en los principales distritos, como ser Carolina Píparo, y Ramiro Marra, en la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires respectivamente y por el lado del PRO a Néstor Grindetti y si se quiere en el radicalismo a Gerardo Morales.
Por eso no extraño el llamado de Milei a los votantes de Bulrrich, quien se negó a felicitar por el triunfo al actual ministro de Economía. Así se sumó al feroz discurso antikirchnerista de Juntos por el Cambio, encerrado en su posición contraria a un populismo que a buena parte de la población le resulta difícil visualizar y mucho menos condenar con su voto.
Entre los nuevos liderazgos surge en primer plano el propio Massa, quien logró hacer resurgir a un peronismo que aparecía derrotado y fundamentalmente sin rumbos. Pero contrariamente a lo que se cree, Massa logra darle una impronta personal a su actual gestión que busca diferenciar del kirchnerimo clásico, en especial de Cristina Kirchner, que, sin embargo, más tienen que ver en cuestiones electorales que a profundas diferencia programáticas. Es claro que Massa afirma que de ser presidente encabezará «su gobierno», diferenciándose de una gestión actual opacada por diferencias internas que la propia Cristina justificó en que “no quisieron escucharla”.
Claro, el candidato oficial busca darle una impronta personal a su gestión con versiones que sumarían a una figura descollante para salir de la crisis del 2001, como fue Roberto Lavagna. También es cierto que Cristina mantiene su poder de fuego y está dispuesto a usarlo en caso de que cómo Alberto se petardeen los fundamentos que lo llevaron al poder.
Otro de los liderazgos emergentes es el de Axel Kicillof, que no sólo conservó el poder en la provincia de Buenos Aires, sino que consolidó el voto a Massa. En este listado de ganadores también cabría incluir a Leandro Santoro, que si bien quedó lejos de Jorge Massa, consolidó una alianza de peronistas y radicales, que aparece como competitiva de cara al futuro de lo que el Turco Asís califica como el “maxiquiosco del PRO”.
También hay figuras emergentes, como el ex jefe de gabinete, Juan Manzur quien ratificó su liderazgo no sólo en Tucumán, sino su influencia en el norte grande argentino; Juan Schiaretti, quien logró poner como tema de campaña el cordobesismo, pero principalmente trajo al ruedo las demandas del interior del país y Rogelio Frigerio, quien se consagró gobernador de Entre Ríos, pese a que Segio Massa ganó en el rubro presidencial en esa provincia.
MILEI EN RETROCESO
En cambio entre las figuras opacadas en estas elecciones cabe mencionar a Elisa Carrió, quien reapareció apoyando casi sin querer a la derrotada Bullrich, a un Gerardo Morales, vencido no sólo por Milei, sino también por Massa en Jujuy y, sin dudas, el liderazgo más cuestionado es el del propio Milei, que de ser la gran sorpresa en las PASO, apenas pudo reunir unos miles de votos más para las generales, muy poco para quien se presentaba a sí mismo como el león llamado a cambiar la vida política y social del país y a derrotar a las casta que llevó a la Argentina al retroceso por dejar de lado las ideas de la libertad.
Pero todos, comenzando por el propio Massa saben que aún no se ganaron estas elecciones, que como esgrimió hace ya tiempo Cristina Kirchner fueron de tres tercios y que se definirán por los pisos y por los techos
Así Milei pareció alcanzar su techo en estas presidenciales, pero nadie debe cometer el error de subestimarlo y mucho menos a ese votante antikirchnerista visceral que como sucedía con el antiperonista está dispuesto a acompañar cualquier aventura para oponerse.
El peronismo apunta a mostrarse como la gobernabilidad posible frente al desvarío fundamentalista que representa un Milei debilitado, pero al que no se debe menospreciar en especial por su posible inserción en ese electorado duro que representó Bulrrich en la interna de Juntos por el Cambio.
Y Massa lo sabe mejor que nadie, por eso tender las manos a los adversarios busca ser un gesto convincente de cara a lo que viene y para consolidar una nueva conformación del escenario político de la Argentina, que nadie duda llegó este domingo, para quedarse.