Por Carlos Altavista.-
“Yo soy un laburante, y quiero mostrar mis manos (ajadas). Y quiero mostrar mis brazos (muy quemados por arriba y blancos por debajo). Laburo de sol a sol. De día pico piedras y de noche soy sereno en un lugar para poder mantener a mis hijos. Ya no damos más. Ahora empiezan las clases y con mi mujer estamos juntando moneditas para poder comprar una mochila o los cuadernos. Nos están sacando la comida. Yo no puedo pagar el micro y el tren (y aún falta el gran aumento de febrero). ¿A dónde nos quieren llevar? ¿Por qué nos quieren sacar todo? Todo lo que al pueblo le dio Perón, que a mí me contaban mis abuelos, lo quieren sacar. Y quieren vender nuestras tierras, nuestros bosques, quieren vender la patria. ¿Por qué? No se puede vivir así”, dijo, palabras más, palabras menos, un hombre con toda la pinta de obrero de la construcción, de laburante “de sol a sol”, de barrio humilde, que aclaró que nunca tuvo “ni plan ni nada”, porque por culpa del pseudoperiodismo de guerra, ahora muchos y muchas tienen que aclarar que no cobraron ni cobran un plan, o que no van a una marcha porque los “obligan”, sino por motu proprio. (Existió un gran periodismo en este país. Ahora, la digna profesión que tantos y tantas dignificaron, sufrió un deterioro aún mayor que el de la clase política. De Alfonsín y Cafiero a Milei y Macri; de Jacobo Timerman y Rodolfo Walsh a J. Viale y Majul/Novaresio/M. Laura Santillán y cía.).

“Yo hago changas. Trabajos de pintura. Me levanto todos los días a las seis y media y llego a casa a las diez de la noche. Pero desde que asumió este tipo casi no tengo trabajo. Nos está matando. Tengo una familia y no damos abasto. Mi mujer también trabaja, pero la plata no rinde. A mí me gustaría que mis hijos tengan otras posibilidades, otros caminos. Que puedan ser periodistas como vos (dirigiéndose al cronista), oficinistas. No sé, una vida mejor. Pero si sigue este gobierno eso va a ser imposible… Caputo está en el gobierno. El mismo que se robó todo con Macri. ¿Qué hace ahora de vuelta? Así es imposible”. El hombre tenía toda la pinta de un changarín. De un laburante informal que se gana el peso día a día. Habló justo después del que la yuga en la construcción de día y de sereno de noche.
Fueron dos testimonios que, tras el acto oficial de la CGT, las dos CTA y UTEP, se recogieron en el Canal C5N, aparentemente el único al que desde hace tiempo le importa qué piensa la gente de a pie, y vale la pena rastrearlos en la web del canal o en YouTube o donde sea, porque erizan la piel.

Dicen que no hay que agarrársela con el voto de la gente. Cristina Fernández de Kirchner lo dijo en una de sus últimas apariciones públicas en medio de la campaña. Estoy de acuerdo a medias. Creo que no hay que agarrársela con el que votó a este inestable emocional y a su impresentable grupúsculo en los barrios carenciados, donde la gente se esperanzó muchísimo con el albertismo tras la pandemia macrista y fue defraudada por políticas ‘progres’ que no sólo no mejoraron su situación sino que en muchos casos la empeoraron.
Pero, ¿cómo es posible que laburantes informales de barrios pobres la tengan tan clara como los citados arriba y a Milei lo hayan votado profesionales surgidos de universidades nacionales y hasta estudiantes universitarios? Se me ocurre una sola respuesta: La razón, una vez más, como siempre, termina estando del lado de los humildes. Como en la Revolución del Parque de 1905. Como el 17 de octubre de 1945. Siempre, siempre la razón estuvo del lado de los -a priori- menos formados e informados. La clase media argentina, o al menos un vastísimo sector de ella, debería hacerse una autocrítica feroz. Aunque lo veo casi imposible. Porque siguió, sigue y temo que seguirá (pese a que estamos en un momento bisagra de la historia nacional) guiada por esa vetusta lógica aspiracional, como bien la describió José Pablo Feinmann.

Una jubilada, en Mar del Plata, contaba que ya no puede comprarse todos los remedios que necesita. La mujer orillaba los 80 años y estaba desafiando en La Feliz, donde la concentración fue calificada como “histórica” porque ocupó más de ocho cuadras, un calor imposible. Sin embargo ahí estaba: “¿Quién lo votó? ¿Quiénes lo votaron? ¿¡Cómo pueden haberlo votado!?”, le preguntó a la movilera.
A su lado, otra mujer contó que está en lista de espera para un trasplante, pero que la obra social ya no le reconoce ciertos “programas” y que anda deambulando de hospital en hospital. Comenzó a sollozar. No fue la única. Hubo jubilados y jubiladas que contaron que ya no llegan a comprar todos los medicamentos que necesitan. Y, acto seguido, todos aclaraban que también estaban allí para evitar que “vendan la patria”. La tenían muy clara. No como tantos clasemedieros, hoy profesionales gracias a la universidad pública, y tantos estudiantes universitarios que votaron a Milei. Lo dicho: La razón, una vez más, como siempre, está del lado de los humildes.

Sin lugar para los débiles
Se acabó la ancha o angosta avenida del medio. Que el dictamen de mayoría (el del gobierno) haya sido aprobado en comisiones es una vergüenza histórica. Los números finitos no importan. Pero dicen que 8 de los 16 diputados radicales lo votaron. El 50% que no lo hizo sigue siendo radical de Alem, Yrigoyen, Lebensohn, Illia, Alfonsín. Los demás, ya abandonaron el radicalismo. No vengan con la “oposición dialoguista” o el radicalismo cordobés, etc. Este presente argentino, con un gobierno, el cuarto liberal de la historia, que ha llegado tan pero tan lejos (más allá no hay nada, literalmente), ha abierto las aguas: hay dos lados, y quien vote a favor de cualquier medida del DNU o la Ley Ómnibus quedará marcado para siempre. Quizás ahora no lo dimensionen. Pero el pueblo, cuando es puesto entre la espada y la pared, es implacable. Ayer lo dijeron, en Capital Federal, en Rosario, en Córdoba, en Mar del Plata, en Bariloche y en tantas otras ciudades. (Aclaración: a la multitud que se congregó en torno a la Plaza del Congreso hay que sumarles las enormes columnas que iban desde el Conurbano y que la pistolera Bullrich no dejó llegar porque cortaron el paso en el Puente Pueyrredón; esperaron un largo rato, hasta que decidieron regresar, porque la consigna siempre fue “marcha cien por ciento pacífica”. Y así transcurrió, contra los deseos de la ex montonera, menemista, cavallista, delarruísta, macrista y ahora macri-mileísta).
El vergonzoso tuit del endeudador serial Caputo durante la movilización
No hay lugar para los Rodrigo de Loredo y cía. Para los “peronistas amigables”: “Ningún peronista puede votar esto”, lanzaron, en distintos momentos, Pablo Moyano y el titular del Smata, Mario “Paco” Manrique. Es a todo o nada. No a todo el DNU. No a toda la Ley Ómnibus. Y a quienes se queden en el medio, la historia se los llevará puestos.
Y ahí está el gobernador tucumano, Jaldo, que cedió a la extorsión del gobierno nacional (expresada mejor que en ningún lado en el tuit que sacó Caputo durante la movilización) y dividió al bloque de UxP porque tres de los cinco diputados nacionales peronistas tucumanos votaron a favor del dictamen de mayoría y armaron un bloque aparte llamado “Independencia” (¿independencia de quién/quiénes?). Sin rodeos: Jaldo abandonó el peronismo. Lo dicho, ya no hay lugar para medias tintas porque lo que está enfrente no es un plan neoliberal más sino la destrucción lisa y llana de la República Argentina.
Y qué lindo fue ver a Ricardo Alfonsín en la Plaza. Es que su padre, Raúl, hubiese estado allí. Y qué lindo escuchar a Federico Storani levantando las históricas banderas populares del radicalismo. Y vaya también un “qué lindo” (críticas mediante por su reciente pasado macrista) para la líder de la CC, Elisa Carrió, que felicitó a su bloque de diputados por haberse negado a firmar el dictamen de la Ley Ómnibus y anticipó que con ellos no cuenten. Y Margarita Stolbizer defendiendo a capa y espada la República y sus recursos naturales, y a los jubilados y a los trabajadores.

Tras el paro y marcha, el titular de Diputados, Martín Menem (¿hay algún Menem bueno?), avisó que ni el jueves 25 ni el viernes 26 sesionará la Cámara baja. Un encumbrado representante de UxP, que un periodista prefirió mantener en el anonimato, advirtió que el Ejecutivo no tiene el número para aprobar “retenciones a las economías regionales, piedra libre para privatizar las (41) empresas del Estado, cambiar la fórmula jubilatoria y, entre otras cosas, transferir el Fondo de Garantía de Sustentabilidad al Tesoro”, todos elementos imprescindibles para la política de desindustrialización, desocupación y empobrecimiento de Milei-Macri-Villarruel- Bullrich- Caputo y cía.
Demás está decir que, más allá de que ninguneen el paro y la movilización en redes y en ciertos canales de TV, el gobierno acusó recibo de la enorme cantidad de población -sindicalizada e independiente- que salió a las calles en numerosas ciudades argentinas. Y eso que todavía no salió la clase media, que ya lo hará, cuando entre finales de febrero y principios de marzo se les venga encima otro aumento en las prepagas, los incrementos en los colegios privados, las tarifas de luz y gas y la nueva devaluación.
Del otro lado del “charco”
Dijo el diario Perfil: La Confederación Sindical de las Américas (CSA), la Confederación Sindical Internacional (CSI) y más de 100 organizaciones gremiales mundiales se solidarizaron con las tres centrales obreras argentinas (CGT, CTA y CTA Autónoma) y respaldaron «la lucha del movimiento obrero en rechazo de las políticas económicas que impulsa el Gobierno».

Hubo movilizaciones en Montevideo, París, Madrid, Valencia, Barcelona, Amsterdam, Bruselas, Ginebra, Roma, Berlín y Bogotá, entre otras ciudades. Romain Descottes, integrante de la CGT francesa, dijo: “En Francia estamos todos juntos para responder a la llamada de los compañeros, porque vemos que los ataques a los derechos fundamentales de los trabajadores de Argentina es un peligro muy grande y por eso nos reunimos delante de la embajada de Argentina en Francia”.
“Las declaraciones de Javier Milei en Davos son simbólicamente muy significativas del mundo que quiere poner adelante este presidente”, declaró Descottes. Luego manifestó: “Nos parece una tendencia mundial que pretenda resolver la crisis social y económica atacando los derechos”. “Milei aparece sólo como una forma muy radicalizada de opciones políticas que se ponen en marcha en otros países, incluso en países europeos. Cada vez que se intenta poner este tipo de solución para resolver la crisis que estamos enfrentando, se profundiza y no se resuelve nada”, concluyó.

“Hace diez años que vivo en París. Antes estuve en otras ciudades europeas. Parte de mi familia ahora está allá, en Buenos Aires, parando y manifestando. No podemos permitir que vendan un país tan rico, que ataquen su cultura, su ciencia, su educación”, dijo una señora en París. Cerca suyo, una joven francesa lanzó: “Estamos aquí porque nos oponemos a la ultraderecha en todo el mundo”.
Lo dicho, diputados, senadores, gobernadores, dirigentes políticos en general: Lo único bueno que trajo Milei es que trazó una línea tan gruesa en el medio de la calle que ya no queda resquicio alguno para la duda, o se está del lado de la República o en contra de la República.
Esto recién empieza.
