Por Agustín Altavista (El Lobo campeón).-
Era una tarde calurosa en el bosque platense y las tribunas del estadio se encontraban repletas. Aquel 30 de enero, pero hace 30 años, Gimnasia vencería a River por 3 a 1 para coronarse campeón de la Copa Centenario de la AFA y levantar un trofeo después de 65 años.
Cuando el árbitro Javier Castrilli sonó el silbato que indicaba el final del partido, las tribunas rompieron en un aullido y el festejo retumbó por todos los rincones de La Plata.
El cielo azul que cubría la Ciudad se encontraba pintado con trazos de nubes blancas y parecía también querer formar parte de una jornada inolvidable tanto para hinchas como jugadores.
“Cuantos más años pasan, más lo valoramos quienes la jugamos”, cuenta el ‘Indio’ Ortiz, quien por aquel entonces llevaba la cinta de capitán. “Estoy muy orgulloso de haber sido el capitán de ese equipo, por los jugadores que había, el grupo y la clase de gente que componía el club”, remarca.
Gimnasia había comenzado a armar un plantel competitivo dos años atrás. A los formados en el club se le fueron sumando jugadores uruguayos bien recordados por el hincha como el ‘Topo’ Sanguinetti, Guerra, Bengoechea, Perdomo, Montelongo y Ostolaza. Con Gregorio Pérez al mando del equipo, el Lobo había conseguido en 1992 alcanzar la semifinal de la Copa Conmebol.
“Fuimos el primer equipo que clasificó a una copa internacional y llegamos a una semifinal. Pocos se acuerdan de eso”, apunta el ‘Indio’. En efecto, Gimnasia eliminaría en octavos a O’Higgins de Chile, dejaría en el camino a Peñarol con un contundente 3 a 1 en el Bosque en cuartos, y tras un doble 0 a 0 contra Olimpia de Paraguay caería por penales.
La Copa Centenario de la AFA comenzó a jugarse en julio de 1993 durante el receso invernal. El formato contemplaba una ronda de perdedores, es decir, que cada club contaba con una segunda oportunidad en caso de perder un partido. La final, por falta de tiempo, se organizó para el receso de verano, en enero de 1994. Gimnasia accedió a la final sin perder un solo partido, derrotando a Estudiantes, Newell’s, Argentinos Juniors y Belgrano, con la dupla Ramaciotti-Sbrissa a la cabeza del equipo.
River llegaba desde la ronda de perdedores y, debido al formato de la copa, necesitaba vencer a Gimnasia dos veces para coronarse campeón. Para el Lobo, que ya contaba con Roberto Perfumo como DT, bastaba con un empate en el primer partido.

“La noche anterior a la final tuvimos una charla muy linda con todo el plantel”, comienza contando el ‘Topo’ Sanguinetti, quien terminaría siendo el segundo jugador con más partidos disputados en el club. “Nos sentamos en una mesa a tomar café, todos se expresaron. Nos sentíamos muy motivados, teníamos el convencimiento de que podíamos ganarlo”, continúa el uruguayo. “Hablamos acerca de que el empate nos valía para ser campeones, pero no nos servía. Queríamos ganar”, subraya. No era para menos, puesto que Gimnasia enfrentaría al día siguiente a un River con muchos pesos pesados.
“Como el River de hoy, aquel era uno con jerarquía en todos los puestos”, apunta Ortiz. Dirigidos en ese momento por Pasarella, el equipo millonario presentaba a jugadores de la talla de Goycochea, Hernán Díaz, Astrada, Berti y Ortega, entre otros. Sería el mismo River que, un par de meses después de perder la final, saldría campeón del Apertura 1993-1994 y que sentó las bases del equipo que ganó la Copa Libertadores en 1996.
El fútbol argentino, por aquellos años, era muy diferente al actual. La mayoría de los equipos contaba con grandes planteles, partir hacia Europa o a otras ligas no era moneda corriente como lo es hoy y los proyectos deportivos a mediano o largo plazo obtenían buenos resultados.
EL PARTIDO
La primera media hora de la final tuvo como protagonista a River, que se adueñó de la pelota, aunque sin generar demasiado peligro. La defensa sólida que había conformado Gimnasia aún es bien recordada por los hinchas, que la recitan de memoria: Sanguinetti, Morant, Ortiz y Dopazo.
Fue exactamente a los 31 minutos de la primera etapa, cuando el árbitro Javier Castrilli decidió cobrar penal de Talarico contra Hernán Díaz, infracción que a priori pareció ocurrir fuera del área.
El encargado de patear fue Rivarola, quien pretendió fusilar al arquero con un remate orientado hacia la izquierda. Lavallén, el primer héroe de la jornada, logró afianzar su mano derecha para contener el violento disparo y desviar la pelota al córner. En la hinchada tripera se gritó como un gol, y los jugadores corrieron a abrazar al arquero como si de eso se tratase.

A partir de ese momento, todo pareció cambiar. Gimnasia tomó las riendas del partido, arrinconó a River y, sobre el final del primer tiempo, Guillermo Barros Schelotto colocó un centro al área para que Hugo Guerra enviara la pelota al fondo del arco de la tribuna del bosque. El Lobo ganaba 1 a 0 y la cancha explotaba de euforia, pasión y mucha alegía.

Al comienzo del segundo tiempo, tras una pelota peinada de Medina Bello en el centro del campo, Berti habilitó a Villalba para que River igualara el marcador. El empate aún le servía a Gimnasia, que sin embargo fue por mucho más.
A los 31 minutos del complemento, un córner ejecutado por Guillermo en el que Goycochea quedó a mitad de camino es empujado por Pablo Fernández. El delirio en la hinchada local se desató: quedaban 15 minutos y River necesitaba dos goles para forzar un segundo partido.
Ya sobre la hora, estando River con uno menos por la expulsión de Hernán Díaz, en el minuto 44 y tras una contra letal, el ‘Yagui’ Fernández le dejó la pelota servida a Guillermo, que sólo tuvo que empujarla dentro del arco. Gimnasia era campeón.
LOS AÑOS POSTERIORES
Durante toda la década, Gimnasia fue un equipo al que nadie quería enfrentar. Con muy pocas excepciones, el equipo siempre se ubicó entre los 10 primeros de la tabla, logró tres segundos puestos y un tercer puesto. Jugó dos copas internacionales y consiguió victorias icónicas, como vencer durante el mismo torneo a Boca por 6 a 0 el día de la reinauguración de La Bombonera, y a Racing por el mismo resultado en el Bosque.
Sin embargo, el recuerdo de la Copa Centenario parecía haber languidecido. “Fue casi igual a la copa que ganó Tigre hace poco, o como la Copa Argentina, con la diferencia de que eran todos equipos de primera división”, remarca el ‘Indio’ Ortiz.
La prensa hegemónica local, que por aquellos años contaba con una fuerte editorial contraria a Gimnasia, logró instalar un relato que penetró en ciertos sectores del fútbol. “Algunos medios ayudaron a que no se le diera valor”, apunta Sanguinetti al respecto y Ortiz coincide: “Sentimos que le quitaron valor al título en su momento”.

Los intentos de despojar a Gimnasia de un título han caído en estos últimos año en saco roto. La proliferación de las redes sociales y el acceso casi universal a Internet permiten acceder a la transmisión del partido y las tapas de los diarios y revistas. Logran de este modo traer, una vez más, el recuerdo tanto para quienes lo vivieron como para los más jóvenes. Que la frialdad de las estadísticas y la prensa pretendan ocultarlo es asunto aparte.
FICHA DEL PARTIDO
Gimnasia: Javier Lavallén; Sanguinetti, Morant, Ortiz, Dopazo; Pablo Fernández, Bianco, Talarico (Favio Fernández), Gustavo Barros Schelotto; Hugo Guerra, Guillermo Barros Schelotto. DT: Roberto Perfumo.
River Plate: Goycochea; Hernán Díaz, Rivarola, Corti, Pablo Lavallén; Toresani, Astrada, Sergio Berti, Ariel Ortega (Hernán Crespo); Villalba, Silvani (Medina Bello). DT: Daniel Passarella.
Goles: 44′ Guerra (Gimnasia), 49′ Villalba (River), 76′ Pablo Fernández (Gimnasia), 89′ Guillermo Barros Schelotto (Gimnasia).
Expulsado: 88′ Hernán Díaz.
Árbitro: Javier Castrilli.

