En las últimas horas se conoció la lamentable noticia acerca del fallecimiento de Orlando Mario Aguilar, investigador superior ad honorem del CONICET en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular (IBBM, CONICET-UNLP), espacio científico del que llegó a ser director de 2005 a 2015. Aguilar era doctor en Ciencias Bioquímicas por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), especializado en el análisis bioinformático de los genes de simbiosis de leguminosas de interés socioeconómico.
Graduado a comienzos de los ’80 con su tesis sobre la desrepresión –la activación de la expresión de genes anteriormente reprimida– in vitro de la enzima nitrogenasa de Bradyrhizobium japonicum, una especie de bacteria simbiótica de las leguminosas que fija el nitrógeno atmosférico, realizó una estancia posdoctoral en Sussex, Brighton, Inglaterra, y luego se desempeñó en la Universidad de Bielefeld, Alemania, experiencia que le permitió regresar a la Argentina siendo pionero en el uso de herramientas moleculares aplicadas al estudio de la rizobiología. Tras breves períodos en el Boyce Thompson Institute de la Universidad de Cornell, Estados Unidos, y Canadá, donde incursionó en la biología molecular de plantas, regresó definitivamente al país y formó parte del grupo inicial del actual IBBM.
“Si bien tuve una educación secundaria con orientación comercial, siempre tuve mucha curiosidad, y me sentí atraído por la química y la bioquímica. Tuve la suerte de tener en los años avanzados un profesor que me abrió un mundo maravilloso, que me indujo a hacerle preguntas a los sistemas, a obtener respuestas sólidas y conclusiones, para así avanzar en el conocimiento de cómo funcionan la naturaleza, el mundo, la vida. Esa persona fue Gabriel Favalukes, uno de los fundadores del IBBM y un profesor maravilloso que me prendió esa lamparita por la ciencia. Siempre hice mi trabajo muy seriamente, pero siempre tuve también un móvil importante: que mi trabajo me tenía que divertir”, contó alguna vez.
La repentina muerte de Aguilar, ocurrida el pasado 12 de julio a los 76 años, dejó un gran vacío entre sus compañeros y compañeras, que compartían con él las labores cotidianas. El CONICET La Plata saluda a su compañera Marta, a sus hijos Mario, Victoria y Lucía, y en ellos/as, al resto de sus familiares y afectos.
FUENTE: CONICET LA PLATA